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Caminaba alado de Berner, la revelación de que Ymir era un titán dejo atónitos a todos. Ruby se mantenía neutral, esperaba la llegada del comandante con la Policía Militar.
— Si no había ningún hueco, entre los distritos Trost, y Krolva. Cómo entraron los titanes —cuestiono la azabache ante la declaración de Hannes, un soldado de las tropas de guarnición.
— Pudieron cavar un hueco por debajo debajo del muro —sugirió Moblit inseguro—. Pero no podría ser.
— Moblit nunca has pensado, en qué los titanes ¿podrían ser personas?
— No diga, eso Teniente. La presión la está volviendo loca —dijo esperando una mala reacción de Ruby.
— Si claro a de ser eso.
Camino hasta Hange, pero antes de que iniciaran una conversación, los gritos provenientes de Eren.
Pusieron alerta a los sentidos de la azabache, corrió hasta el lugar donde un fuerte rayo cayó revelando las entidades. De los dos traidores de la Legión.
— ¡Eren! —corrio la mujer seguida, por Armin, Sasha, Hange y Moblit. —. ¡Sal de ahí!
Pero el chico estaba petrificado, la traición por parte. De sus compañeros fue demasiada después, de todo lo que pasaron juntos.
Las ráfagas de vapor, enviaron a los soldados por los aires, de no ser por qué doblegaron los equipos maniobras. Ruby enganchó su equipo antes de caer por el muro.
Miro como Christa, rodaba por el suelo, gracias a las grandes expulsiones de vapor. Del titán Colosal, esa niña era la clave para la verdad detrás de los muros.
Sin pensarlo subió, de nuevo haciendo un movimiento brusco su muñeca trono. Ocasionando le una mueca de dolor.
Protegió a la pequeña rubia, con su cuerpo de las mortales ondas de vapor. El rostro de Ruby, comenzó a tornarse rojo, las quemaduras del vapor la estaban dañando.
Alzó la vista, todo parecía camarada lenta de como una trozo de madera de acercaba a gran velocidad. Contra su rostro hasta impactar sobre su ojo izquierdo.
Una salpicadura de sangre cayó, en la mejilla de Christa que seguía. Debajo de Ruby, vió con horror como el líquido rojo, no dejaba salir de su herida.
Cayó inconsciente, sobre el frágil cuerpo de la menor. La rubia se quedó quieta, pero se tranquilizó al escuchar que todavía respiraba.
