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— ¿Y qué piensas hacer, Ruby? —interrogo su gemelo viendo como, la azabache acariciaba la mejilla de uno de los trillizos.
— Seguir luchando, no puedo dejar que la muerte de Erwin sea envano. —aclaro observando a sus hijos dormir—. Simplemente no puedo dejar, que su legado muera ¿lo entiendes, Levi?
El azabache suspiro cansado—. Lo sé, la pérdida de Erwin. Fue un duro golpe para la Legión.
— ¿Te das cuenta del peso que pusiste en los hombros de Armin? él es solo un niño. —dijo sin expresión alguna, sus pupilas no transmitían ningún brillo en particular.
Levi se encogió en hombros—. No espero que el mocoso sea el remplazo de Erwin. Nadie ocupará su lugar.
La azabache sonrió dolida—. Tienes razón.
— Vas a ir a recibimiento de las medallas. Historia tiene la esperanza de que te presentes a la ceremonia de reconocimiento. —cambio de tema al ver la expresión de tristeza de Ruby.
— Yo no ayudé en el muro María, no merezco estar ahí. —desvío la mirada tratando de no llorar—. Erwin, todos mis camaradas merecían estar ahí. Luego de tantos años de no ser reconocidos, al arriesgar sus vidas. La gente los menospreciaba, hasta que Historia llegó pero si. Ni Eren, ni Historia hubieran llegado seguirían siendo igual de hipócritas como siempre lo han sido. Él tiene razón la humanidad es nuestro enemigo.
El azabache enarco una ceja—. ¿Él? A qué te refieres con ¿Él?
Ruby reacciono tocando su cabeza por el repentino dolor. Ésas raras imágenes que comenzaron aparecer en su mente—. No lo sé.... ¿de quién son estás memorias?
Levi se acercó para tocar su hombro—. Ruby ¿te encuentras bien?
— S-si creo que si. —se volteó para mirar a sus hijos dormir plácidamente—. ¿No, son hermosos?
— Si la mocosa rubia se parece mucho a Erwin. Los otros dos se parecen a ti y a mí cuando éramos niños. —comento tranquilo—. ¿Ya tienen nombre?
— Quería esperar a nombrarlos, contigo. Levi ¿tendrías el honor de nombrar a mis hijos? —pregunto con un tono de esperanza.
La bebé azabache soltó un bostezo para abrir sus ojitos, soltó una risa al ver a su tío. El corazón del capitán dió un vuelco, le recordaba a su madre en los vagos recuerdos que tenía de ella.
— Kuchel —dijo mirando directamente, el otro bebé quién era el niño despertó viéndolo fríamente—. Kennedy, —su vista se posó en la bebé rubia que seguía durmiendo—. Y Emma.
