26. Es hora de confesar

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Fabio

—Qué ridículo — musité luego de leer dos veces la traducción de la canción — ¿No había otra canción menos cursi?

—Es muy tierno de su parte — Esteban suspiró cerrando sus ojos.

—Es una canción más — gruñe Lucía estando recostada en la cabecera — Y la última.

—Muy bien, me alegra saber que tienes límites. Con esa canción cualquiera lo rechaza — giré hacia su escritorio volviendo agarrar el sobre.

—No lo digo por la canción.

—Deberías, es horrible. ¿Has oído su rap? — preferiría escuchar a Vanessa, lo hace mil veces mejor.

—Deja de estar comparando a las personas — miré mal a Esteban cuando me golpeó mi espalda con una regla — A mí me gusta la canción, es muy linda.

—No te atrevas a...

Tus ojos, sé lo que dicen cuando miras, esa mirada me cautiva — empezó a cantar con tanto sentimiento, que me están doliendo mis oídos.

—¡Basta! ¡Esteban, basta! — pide Luc arrugando su frente.

¡Cuando se apague el sol y la luna brilla, amor, es la señal de nosotros dos!

—Fue suficiente — se tapó sus oídos, empezando a hablarse así misma.

—¡A escondidas, ven que yo espero por ti! ¡Ay, mi amor yo por ti! — la última frase me dolió hasta a mí, acaricié mi oreja, tratando de parar la corriente extraña que causó.

—Qué les parta un rayo— maldice la rubia poniéndose unos audífonos azules — No les vuelvo a contar nada.

—¿Por qué me metes a mí? — reclamé, pero terminé ignorado por una canción de Fifth Harmony.

Suspiré volteando mis ojos, prestando atención a la carta. Lucía ya no tiene interés en saber quién es la persona anónima, pero yo sí, quiero descubrir al ser humano que está intentando seducir a Lucía.

—¿Por qué lo miras así? — Esteban asoma su cabeza por encima de la carta.

—Déjame leer bien — murmuro fastidiado, quitando su cara con su pequeño empujón.

—No es tuyo, déjalo donde lo encontraste — intenta regañarme, claramente no logra intimidarme.

—No.

—Ya que insistes, ¿Quién crees que sea? — sonríe apoyándose en el escritorio.

—No lo sé, tiene un mal gusto musical, y la gran mayoría del instituto lo tiene — me encogí de hombros — ¿Y tú? ¿Por qué la molestas tanto? Se supone que tú la apoyas dejar las cartas para "empezar bien con Vanessa" — son tan patéticos.

—Sí, es que tú — me dio un manotazo en mi hombro — No tienes la misma inteligencia que yo — ¿En serio se atreve a decirme eso?

Estaba a punto de decirle algo, que quizá, no hubiera sonado tan lindo, pero un olor conocido me llamó la atención.

—¿Hueles?

—¿No te bañaste? — fruncí el ceño golpeando su rostro con el sobre — ¿Yo? Yo me duché esta mañana.

—No, ese aroma a frutas, ninguno de nosotros utiliza ese perfume.

Esteban confundido meneó su cabeza, tratando de atrapar ese olor que le digo, hasta que se detuvo y asintió esbozando una pequeña sonrisa.

—Ese aroma es delicioso — musita — Es dulce...

—¿A quién te recuerda? — miré de reojo a Luc para asegurarme que no nos escuchaba, y sí, estaba perdida con las canciones de Lauren — Dime — volví a prestar atención a mi amigo — ¿A quién te recuerda ese bendito perfume? — me detuve a percatarme de algo — Espera. Aroma frutal y muy suave, dulce según tú... — abrí mis ojos con grandeza, volviendo acercar el sobre, y sentí mejor el aroma, provenía de aquí, el perfume estaba puesto por encima del número escrito por un lápiz.

DestinadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora