La Hermana De Sirius Black

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Remus se quedó atónito al ver el viejo pergamino que sujetaba el profesor Snape entre sus manos. Le traída gran nostalgia de aquellos tiempos con sus amigos mientras recorrían aquellos mismos pasillos sin preocuparse por lo que ocurriría después.

El problema es que cada recuerdo con los merodeadores volvía a él. Sirius Black, Sirius Orión Black III, Canuto... Traidor. James y Lily estaban muertos por su culpa, y Harry, Harry había tenido que crecer sin figuras paternas por su culpa.

-Remus: No tengo la más mínima idea de cómo conseguiste este mapa- dijo entrando a su clase con Harry siguiendolo- Pero más me sorprende es que no lo hayas entregado. ¿No te has parado a pensar en que esto en manos de Sirius Black es un arma para encontrarte?- el chico negó- Tu padre tampoco seguía las normas pero él y tu madre dieron sus vidas para salvar la tuya, y tú desprecias su sacrificio merodeando sin protección donde hay un asesino suelto- lo apuntó con el mapa- Quiero que vuelvas a tu dormitorio y te quedes allí. Y no tomes ningún atajo, si lo haces- señaló el mapa- lo sabré.

Harry caminó hacia la salida mientras que el profesor subía las escaleras a su habitación. Pero entonces Harry se giró.

-Harry: Profesor, creo que ese mapa no funciona. Apareció alguien en el mapa, alguien que está muerto.

-Remus: ¿Enserio? ¿Y quien fue?

-Harry: Peter Pettigrew- Rems abrió los ojos como platos-.

-Remus: Es imposible.

-Harry: Eso fue lo que vi.

Una vez que Harry se fue él se sentó en uno se los pupitres y miró el mapa que tenía en la mano. Tantos recuerdos, tantos engaños... Entonces supo lo verdaderamente equivocado que estaba. Sirius Black era inocente.

Tiró el mapa con furia contra la pared más cercana y escondió su rostro entre las manos. Como no se había dado cuenta, las evidencias habían sido muy claras.

Durante la guerra, antes de la muerte de James y Lily, Peter siempre desaparecía sin siquiera avisar, se mostraba distante, nervioso... Joder, Sirius era inocente. Todo este tiempo lo había sido.

Y tu no le creíste.

(...)

-Draco: Papá me dejará quedarme con la cabeza del hipogrifo. La colocaré en la sala de Gryffindor. Será increíble.

Hermione, furiosa, se acercó al rubio oxigenado y le dió un fuerte golpe en la cara y los tres Slytherin se largaron asustados.

Fue entonces cuando Harry y Ron se dieron cuenta de que nunca debían enfadar a Hermione.

Tras pasar un rato hablando con el guardabosques antes del sacrificio del hipogrifo. Cuando algo golpeó en la cabeza del Potter supieron que era momento de irse. Sin más remedio se escondieron tras unas enormes calabazas, pero un ruido llamó su atención.

Subieron corriendo hasta que se acercaron al castillo pero de un momento a otro la rata de Ron mordió su dedo y huyó.

Ron, resignado de volver a perder a su rata, la siguió.  Pero un enorme perro negro de profundos ojos grises saltó hacia el justo en el momento en el que atrapó al animal. Este lo arrastró hacia el sauce boxeador.

Los otros dos gryffindor trataron de entrar por el mismo hueco pero el árbol no se lo estaba dejando fácil. Tras varios golpes y sacudidas finalmente entraron. Avanzaron por el largo túnel hasta llegar a unatrampilla que subieron. Siguiendo el rastro de sangre y mugre que había por el suelo esparcida llegaron hasta Ron.

-Harry: ¡Ron! ¿Estas bien?- este solo señaló hacia atrás muy asustado para hablar- ¿Y el perro? ¿Donde está?

-Ron: ¡Es una trampa!  ¡Allí está, es un animago!- volvió a señalar pero esta vez sí se giraron-.