6.- Los peces de los deseos

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Durante la primera clase de Embellecimiento, Jazmín no se podía concentrar. Con solo cerrar sus ojos podía sentir los brazos de Hort rodeándola, la cercanía de sus cuerpos y el calor del mismo. Agatha no había aparecido en toda la mañana, se había perdido en el desayuno y no se encontraba en el dormitorio, Jazmín la había estado buscando por todas partes, pero su mente esstaba en otro lugar que no se percato de su amiga la cual se encontraba sentada al otro lado del salón. La profesora Emma, enfundada en un vestido amarrillo chillón y largos guantes de piel de zorro, entro silbando y comenzó con la primera clase, Como mejorar la Sonrisa.

-La clave esta en comunicarse con la mirada - Dijo alegremente e hizo una demostración de una sonrisa perfecta de princesa. 

La profesora Emma camino por el aula mirando a las alumnas, hasta por fin llegar al asiento de Jazmín.

- Ah, una de nuestras lectoras - Jazmín se acomodo mejor en su lugar - Muéstranos tu sonrisa querida - 

- Claro... - Sin ganas, Jazmín trato de pensar en sus amigas quienes siempre le sacaban una sonrisa, pero solo podía recordar a Sophie atacándola a Agatha y a ella junto a sus compañeras de cuarto, llamando tonta a Agatha, abandonándolas en el puente intermedio y luego le pedirle a ella abandonar a Agatha. 

-¡No hagas muecas¡ - Chillo la profesora

Jazmín soltó un quejido, trataba de pensar en algo que le hiciera feliz, pero nada parecía funcionar. Entonces los recuerdos de esa mañana invadieron su mente una vez más.

- ¡Dios mío, es hermosa! - Las demás chicas parecía  igual de sorprendidas que la profesora - Pero podría serlo más si no inflaras tanto las mejillas.

Un número <<2>> de un color plateado apareció sobre la cabeza de Jazmín. Pero Agatha no obtuvo la misma suerte, debido a su mala costumbre de nunca sonreír había logrado un espantoso <<20>>. Etiqueta para princesas, dictada por Pollux, fue peor. Llegó de mal humor, renqueando con su enorme cabeza canina sujeta al cuerpo de una cabra flaca y murmurando que «esta semana el cuerpo le toca a Castor». Levantó la mirada y vio que las chicas lo miraban.

—Y yo que pensé que enseñaba a unas princesas. Solo veo veinte niñas maleducadas mirando boquiabiertas como sapos. ¿Acaso son sapos? ¿Les gusta cazar moscas con sus lengüitas rosadas?

Después de eso, las alumnas miraron con más disimulo. La primera clase era Postura de Princesa, y para ello las alumnas debieron descender las cuatro escaleras de la torre llevando nidos con huevos de ruiseñor sobre la cabeza. Aunque Jazmín había logrado con éxito bajar sin romper ningún huevo, a Agatha le fue más difícil. Se debió a varias razones: a que toda su vida había caminado encorvada, a que Beatrix y Reena la miraban fijamente con sus nuevas sonrisas amables, a pensar que Sophie ganaría este desafío con los ojos cerrados, y a lo ridículo de que un perro enseñara cómo mejorar la postura tambaleándose sobre unas patas de cabra. Finalmente, se le cayeron veinte huevos que mancharon el mármol con sus yemas.

—Veinte hermosos ruiseñores que no vivirán... gracias a ti —sentenció Pollux - Deberías de aprender de Jazmín, una lectora igual a ti, pero si parece pertenecer aquí.

Jazmín miró mal al perro, no le gustaban los comentarios dirigidos a su amiga y mucho menos que las compararan. Cuando aparecieron las calificaciones de cada alumna en medio de etéreas nubes doradas Jazmin, por supuesto, obtuvo el número «2», Agatha vio un oxidado «20» que flotó sobre ella y luego se estrelló sobre su cabeza.
Había ganado dos calificaciones pésimas en dos clases. Una más y sabría qué les ocurría a las alumnas que aplazaban. El plan de llevar a sus amigas a casa se caía a pedazos, pero Agatha se apresuró para llegar a su siguiente clase, desesperada por demostrar que era buena olvidando a Jazmín de nuevo.

иυєѕτяο ƒιиαℓ ƒєℓιz ▪ The School For Good And EvilWhere stories live. Discover now