Capítulo 34: Odio y más preocupaciones

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Evan salió de la suite cerrando la puerta tras de si, depositó la ropa de cama sucia en su carro de limpieza, luego comprobó la cantidad de fundas, sabanas y sobrecamas que le quedaban y decidió que todavía no era necesario ir a reabastecerse, sin embargo, necesitaba más toallas.

Aún así, primero terminaría con las dos habitaciones en ese pasillo antes de bajar al almacén, esperaba el próximo huésped no pidiera toallas extras o se arrepentiría por no haber ido al almacén. Marcó el número de habitación de la que había salido en su lista.

Suspiró y llevó su mano derecha a su espalda baja ante un pequeño dolor punzante ahí, se sentía agotado por los turnos extras que había estado tomando durante la semana, el dolor en sus hombros y espalda estaba aumentado. Necesitaba más dinero ahora que contribuiría al fondo universitario de Chris. También necesitaba aumentar sus ahorros para cuando Chris entrará a la escuela y también para pagar su propia colegiatura en la universidad comunitaria, aunque eso aún podía esperar. Lo más importante ahora era Chris.

Se puso tras el carrito y empujó, dirigiéndose a una de las puertas en el otro extremo del pasillo.

A Evan le había sorprendido el último regalo de Adam, pero no tanto como el que Chris lo aceptará con tanta facilidad, pero solo había tenido que pensarlo un poco y ver sus ojitos para entender la razón tras su decisión.

Chris era un niño demasiado consciente y maduro para su edad. También se preocupaba por su educación, pero sobre todo por ayudarlo en todo lo que pudiera, Chris siempre buscaba hacer más fácil su crianza para Evan. Chris nunca pedía nada, nunca se quejaba de nada, no le importaba comer la misma comida dos días seguidos o usar ropa de segunda mano, no se quejaba por caminar en el frío en las mañanas en lugar de pedir un taxi hasta la casa de Ana, nunca había dicho nada de lo pequeño que era el lugar donde vivían o sobre dormir en el piso, y conocía el porqué, eso era lo más que Chris había tenido nunca.

A Evan siempre lo entristecía pensar en la vida que Chris había tendió con el otro Evan.

Evan tocó la puerta de la habitación.

—Limpieza —se anunció.

Una mujer de color abrió la puerta, ocupada en una llamada desde un celular ella le indicó entrará y lo dejó hacer su trabajo. Llevaba una semana en el hotel y se había familiarizado con él, por lo que no hubo necesidad de ninguna indicación extra.

La primera vez que lo había llevado al departamento Chris había estado tan feliz de tener un hogar propio, tan feliz de saber ya no tendría que moverse de un motel a otro, no lo había demostrado abiertamente, pero Evan lo había visto, lo había percibido.

Se había sentido increíblemente orgulloso por lograr darle eso, aún lo hacía, solo que le gustaría darle más, mucho más. La idea de que quizás Chris crecería con mejores oportunidades estando con Adam lo había estado afectando.

Antes el miedo y la desconfianza hacia Adam por ser el villano lo había hecho repeler esa idea, pero ahora que veía el rubio solo era un hombre con un pasado, aún no daba por sentado Adam Grayson fuera una buena persona, pero si reconocía se estaba esforzando por ser un buen padre. Y eso significaba mucho para Evan.

Solo la última visita había vuelto más profunda su percepción hacia Adam, y sabía eso continuaría pasando. Después de todo Adam no solo era un villano en una novela, era un ser humano real. Uno que al parecer había decidido cambiar.

Adam estaba en todo su derecho de darle cosas a Chris, si lo pensaba era parte de sus responsabilidades y obligaciones, recordó como una vez el mismo Adam se lo había dicho, mientras prácticamente lo acusaba de ser un interesado. «El idiota…»

Despertando como un personaje secundario en una novela BLWhere stories live. Discover now