Capítulo 21: Él

737 137 32
                                    

Había muchas cosas por las cuales se debatía la amabilidad de su otro yo pero ahora estaban los cuatro caminando hacia la casa del Quackity de Karmaland, donde el silencio parecía incomodar a todos pero Big Q se sentía mejor mientras Luzu sostenía su mano, aquella calidez y seguridad le daba la paz que tanto buscaba con toda aquella información que Sapo Peta le dio y en su mente no estaba seguro de cómo iba a reaccionar si llegaba a ser molestado Quackity. El camino hacia el hogar de su otro yo parecía eterno pero la plática comenzó a fluir.

—A ver, ¿ustedes dos de qué tanto hablaban Sapo Peta? —Preguntó Quackity.

—Oh, de muchas cosas, ya sabes, Quackity —fue la respuesta de Sapo Peta.

—No, no sé por eso pregunto —respondió su otro yo entre risas.

—Quackity, no creo que hablarán de algo malo —intervino Luzu llevándose una mirada de odio por parte de Quackity.

Big Q sabía que el otro estaba investigando sobre lo que hablaban eso o había escuchado algo que le llamó la atención, solo quedaba esperar para ver qué estaba pasando realmente.

—¿Yo cuándo dije eso Lusu? —Le replicó Quackity con indignación—. Yo solo quería saber de qué hablaban, nada más.

—Esta bien Luzu, Quackity tiene derecho a preguntar sobre todo cuando se trata de su otro yo —lo ayudo Sapo mientras que Big Q quería hablar.

—Eso mismo, tu si me entiendes Sapo Pega —exclamó con alegría Quackity y Luzu apretó su mano.

Big Q se dijo mentalmente que ellos dos no eran nada, solo eran aquel niño que Luzi veía para proteger de lo malo y luego lo iba a dejar poco a poco para que aprendiera del mundo como todos pero estaba bien ver una versión suya que aún no estaba corrompida del todo. Aquella risa y plática fue sorda para Big Q, su mirada se posaba en su otro yo riendo, quejándose, haciendo berrinche, confiando. Él podía confiar. Big Q miró a Luzu quien también soltó una pequeña risa por algo que decían, esa sonrisa que Big Q tanto quería conservar no iba a serle tan honesta. Debía asegurarse que los intrusos se fueran lejos de sus vidas.

—Q.

—¿Sí? —Respondió casi como un robot Big Q saliendo de aquel trance y notando aquella isla cercana.

—Hay que decirle sobre qué querías hablar también a Sapo Peta.

—Oh, ¿algo de los Dioses? —Cuestiono Sapo Peta.

—Sí, Lusu me comentó algo así, no hablamos de eso pero ustedes deben irse, solo nosotros dos, así suelen venir.

—Pero Quackity.

—Lusu, ¿cuándo he hecho algo malo? ¿Ya no confías en mí? —Pregunto Quackity y Luzu suspiro.

—Siempre confío en tí, Quacks.

Aquellas palabras le dolieron en el corazón a Big Q pero no había razón para eso, solo dolían, si él hubiera tenido a alguien así a su lado, ¿las cosas hubieran sido diferentes? ¿Él hubiera cambiado? ¿Qué habría sido de él? No tenía idea y nunca lo sabría. Luzu beso su mejilla antes de separarse lo que lo tomó por sorpresa pero se sintió bien, muy bien. El afecto público era agradable.

Ambos Quackity caminaron hacia aquella casa que Big Q juraba que era una cárcel de mala muerte pero al entrar no se puso mejor. Las Nevadas a comparación de eso sí había mucha diferencia entre ambos, uno era pobre y el otro estaba estable.

—¿Y qué piensas de mi humilde hogar? —Pregunto Quackity.

—Esto es algo… ¿Eres pobre?

—No digas mamadas —respondió Quackity con enojo mientras abría la puerta y ambos se encaminaron a dentro—. Tarde muchos meses en esto pero aún no está terminada.

From Dusk • LuckityWhere stories live. Discover now