El ascensor

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Y aquí estaba ahora. En el metro, rumbo al hospital San Ángel. Llegué al trabajo casi una hora antes de mi entrada. Solía llegar siempre temprano para poder valorar que pacientes teníamos en piso, que pacientes eran de nuevo ingreso, cuantos pacientes egresaron, si había algún paciente que requiera tratamiento urgente o si había pendientes estudios por hacer y tratar de solucionar los problemas a la brevedad posible. Entré al hospital y saludé a Diana, la recepcionista.

—Buenos días Diana, ¿Cómo has estado?

Diana era una chica muy alegre, me llevaba muy bien con ella. No tenía amistad con muchos médicos de mí área, probablemente era porque ellos solían evitarme por ser la jefa. Se me hacía absurdo, pero así pasaba en muchos lugares. Lo cierto era que tampoco me interesaba, no me gustaba estar hablando todo el tiempo de trabajo. Estaba contenta con la amistad que tenía con Diana. Hablábamos de cualquier cosa y siempre me contaba lo que sucedía en otras áreas del hospital. No sé cómo, pero de alguna manera siempre sabía todas las noticias y chismes que ocurrían en San Ángel.

—Hola Camila, muy bien. Con mucho trabajo en estos días —suspiró.

—¿El Dr. Valderrama te puso a hacer más trabajo del que no te corresponde otra vez?

El Dr. Valderrama era el jefe de recursos humanos. Era un hombre joven y atractivo, pero siempre parecía molesto porque tenía mucho trabajo. Desde que recuerdo, parecía estar detrás de Diana y sospechaba que para poder hablar con ella más de lo debido le daba trabajo extra y la llamaba a cada rato a su oficina.

—No, esta vez son órdenes de la dirección general del hospital. En unos días será el primer aniversario de la inauguración de San Ángel. Así que hay varias cosas que organizar, invitaciones al evento y algunos oficios que debo enviar— se acercó más a mí para que los demás no escucharan—. Se rumora que vendrá el gran jefe.

Así era como Diana se refería al dueño del hospital, el dueño de Cranston Corp. Fue un día después de que recibí el correo de aceptación en San Ángel, cuando me puse a investigar sobre Cranston Corp. Al parecer era una empresa multimillonaria que se encargaba de hacer investigaciones en torno a la salud y a la producción de materiales ecológicos y construcciones autosustentables. Tenía varios hospitales en ciudades grandes del mundo, Londres, Barcelona, Paris, Tokio, Nueva York y el más reciente era el Hospital infantil San Ángel, en la Ciudad de México. 

El Dr. Andrés Sáez era hijo de Leandro Sáez quien nació en España, pero fue criado en Londres, y de Carol Cranston, una mujer inglesa nacida en una familia adinerada. Todos médicos de profesión y egresados de una universidad reconocida en Reino Unido. Leí que la Dra. Cranston había muerto hacía 25 años a causa de un tumor cerebral. Fue cuando su esposo, el Dr. Leandro Sáez había dedicado todo su tiempo para descubrir la forma de curar a personas con cáncer y había hecho numerosas aportaciones a la ciencia. 

La familia de Cranston tenía empresas de construcción y decidieron asociarse con Sáez para construir un hospital en Londres con tecnología de última generación. Así fue cómo surgió Cranston Corp. en honor a la Dra. Carol. Hace un par de años se rumoró que el Dr. Leandro Sáez y su hijo no tenía una buena relación por lo que evitaban estar juntos en eventos importantes. Pronto, el Dr. Sáez padre tuvo que retirarse de la ciencia y los negocios por motivos de salud y fue cuando su hijo Andrés, de 36 años, con la misma inteligencia que su padre, tomó su lugar en la corporación. 

En internet había muchas fotos de Andrés Sáez, en eventos sociales, congresos y reuniones con otros empresarios, pero siempre estaba solo. Me imaginé que la vida de ese hombre seguramente había sido dura y que la mala relación familiar debía ser un gran problema con el cual lidiar. 

Los juegos del destinoWhere stories live. Discover now