El secreto de Andrés

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Me desperté en la madrugada. Andrés estaba dormido e inclusive escuchaba que estaba roncando. Me paré cautelosamente para no despertarlo, tomé una sábana para cubrirme, fui al baño y luego sentí la necesidad de tomar agua.  Abrí la puerta de la recámara y la cerré cuidadosamente para después bajar por las escaleras. Había dos puertas al otro extremo de la sala y pensé que en alguna de ellas seguro encontraría algo de tomar. Llegué hasta una y entré.

No era la cocina lo que había encontrado. Era una oficina. Andrés me había dicho en una ocasión que cuando salía de trabajar llegaba a otra oficina a seguir trabajando. Creía que era una broma, pero parecía verdad ahora. No era tan grande como la oficina de San Ángel, aunque si mantenía el mismo estilo. Había un escritorio, un librero con muchos libros y un ventanal que te permitía ver hacia la piscina. Me puse a curiosear los libros. Había varias ediciones especiales sobre libros médicos, inclusive encontré las primeras ediciones en excelente estado de algunos libros de anatomía. Era una colección maravillosa y me pregunté si tenía libros así en todas sus oficinas. 

Llegué hasta su escritorio y me senté en su silla, moví el mouse de la computadora, pero el equipo estaba apagado. Sabía que no era correcto estar ahí sin Andrés presente, pero sentía la necesidad de saber más y creía que tal vez podría encontrar algo en ese lugar. No había nada sobre el escritorio más que papeles que hablaban de contratos y medicamentos. El escritorio tenía 3 cajones en un costado. Traté de abrir el primero y el segundo, sin embargo, estaban bajo llave, pero el tercero se abrió fácilmente. No había nada en él, más que un portarretratos al revés, lo saqué para ver de quien era la foto. Al girarlo me encontré con una imagen de Andrés. Mi corazón empezó a latir fuertemente. Era más joven que ahora y estaba acompañado de una mujer, era una chica rubia de cabello corto y ojos verdes. Andrés estaba besando su frente mientras ella miraba su mano y un anillo que tenía en la mano.  Era un foto de Andrés y de una mujer con un anillo de compromiso. 

No podía creer lo que estaba viendo. ¿Estaba casado?, la foto no era reciente, tal vez era de unos 5 años atrás, sin embargo, muchas preguntas se me venían a la cabeza en esos momentos. ¿Se había casado alguna vez?, ¿sería divorciado o viudo quizá?, ¿qué había pasado con la rubia de la foto?, la cabeza comenzó a dolerme de todo lo que estaba tratando de procesar. De pronto vi a Andrés parado en la puerta. Casi me dio un infarto de la impresión, que solté el portarretratos haciendo que cayera sobre el escritorio e hiciera mucho ruido.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó Andrés mientras me miraba furioso.

—¿Cómo encontraste esa foto? —volvió a preguntar señalando el portarretratos en el escritorio.

—¿Quién es ella? —ignoré las preguntas que acababa de hacerme.

—Eso es algo que no te importa —contestó tajante.

—¿Perdón? —le reproché—. Estas en esa foto con una mujer quien parece tener un anillo de compromiso en la mano, ¿cómo puedes decir que es algo que no debería importarme?

—Esa foto tiene mucho tiempo y es algo que quiero olvidar.

—¿Y por eso lo mantienes en un cuadro en tu oficina?

Andrés se quedó sin decir nada.

—¿Eres casado Andrés? —le pregunté, pero se quedó callado.

—¿Divorciado? —no obtenía respuestas a mis preguntas.

—Andrés, ¡contéstame! —le grité para que reaccionara—, ¿Me puedes explicar quién es la mujer de la foto?

—No importa quién es ella Camila, deja de preguntar cosas que ya son del pasado.

Se acercó hasta el escritorio para tomar el portarretratos y volver a colocarlo en el mismo cajón del que lo había sacado. Me quedé mirándolo esperando que dijera algo más, pero no lo hizo. Estaba muy molesta por su silencio. 

Los juegos del destinoWhere stories live. Discover now