La primera noche

631 101 62
                                    

La ciudad era un caos, había demasiado tráfico. Aun me sentía mareada y ahora empezaba a sentir un poco de náuseas, ya quería bajar de ese coche. Los sentimientos afloraban en mí y Andrés y su silencio no me ayudaban mucho.

—No tienes razón para tratarme así —le reproché a mi conductor cuando por fin llegamos hasta mi departamento.

Se me quedó mirando. Odiaba que fuera tan inexpresivo. 

—Tal vez tengas razón. No debería preocuparme por alguien que no se preocupa por sí misma y subestima todas las cosas que le podrían pasar estando en ese estado por las calles de la ciudad. Sin embargo, estoy aquí porque me importas y mientras siga sintiendo esa necesidad de saber que sucede contigo seguiré protegiéndote Camila.

Detestaba que dijera cosas así cuando lo que necesitaba era reprocharle por su actitud durante el fin de semana y por lo de Natalia.

—¿Por qué no me escribiste el fin de semana?

—Estuve muy ocupado.

—¿Tanto como para no enviarme un mensaje?, pero si pudiste comunicarte a tu oficina.

—Te lo dije el último día que nos vimos Camila. Esto es lo que puedo ofrecerte —desvió su mirada de la mía y miró ahora el parabrisas.

Recordaba perfectamente lo que había dicho, pero nos habíamos llevado tan bien la última semana que ahora no comprendía su cambio de actitud y de humor. Primero amoroso, comprensivo, detallista y ahora desinteresado y a la vez queriendo parecer preocupado por mí.  En ese momento recordé que debía reclamarle por algo más.

—Hoy conocí a tu socia Natalia.

—¿Dónde la viste?  —frunció el ceño y volvió a mirarme.

—En tu oficina esta tarde.

—Qué extraño —lo dijo más para sí mismo que para mí.

Ignoré su comentario.

—Es una persona extremadamente amable y sincera debería decir. Me dijo varias cosas sobre ti y sobre mí también curiosamente.

—¿Qué te dijo?  —preguntó curioso y como no sabiendo que esperar.

—Dijo que le habías contado sobre nosotros y que no me hiciera ilusiones al respecto.

Andrés se quedó callado. Volvía a sentirme muy mal. El alcohol en mi sangre empezaba a disminuir y ahora sentía una pena que crecía en mi interior. No sabía si confiar o no en Andrés. Me había dicho poco de su vida, había negado tener una relación con Natalia, pero por alguna razón y más después de mi conversación con ella esta tarde, creía que había algo que no me decía sobre ella. Yo no le había contado nada sobre Diego, pero sabía que él ya no era importante para mí y no tenía por qué afectar nuestra relación, sin embargo, algo me decía que Natalia influiría más de lo que Andrés creía entre nosotros. Todo se estaba volviendo muy complicado. Natalia y el humor cambiante de Andrés, no estaba dispuesta a lidiar con esto.

—Andrés de verdad que yo no quiero causar ningún problema en tu vida. No sé qué relación lleves con Natalia, pues ahora es evidente para mí que no solo es tu socia. Pero quizá tenga razón. No debería hacerme ilusiones con esto y lo mejor es que tú sigas con tu vida y yo con la mía.

Bajé del auto mientras Andrés se quedó sentado en su lugar sin decir ni hacer nada. Caminé hasta la puerta de mi departamento como pude y cuando llegué hasta ella, busqué las llaves en mi bolso. No entendía porque me era tan difícil despedirme de él, era como si me quisieran arrancar una parte de mí misma. 

Los juegos del destinoWhere stories live. Discover now