VII: Rehén.

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❝Dentro de una pequeña cajita de cristal se haya un pequeño angelito, pero nadie más puede tenerlo porque yo lo he encontrado primero❞

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❝Dentro de una pequeña cajita de cristal se haya un pequeño angelito, pero nadie más puede tenerlo porque yo lo he encontrado primero❞

Su cuerpo fue empujado por el azabache hacia dentro de la cabaña, primero lo jaló del brazo para que camine dentro pero se rehusaba a entrar, eso enfureció un poco a Jeon y su poca paciencia. Solo tuvo que empujarlo dentro y cerrar la puerta con llave antes de que el rubio escape.

—¿Por qué estoy aquí? —El tono del rubio es un fino hilo y muy asustada cuando no sabe que puede ocurrir ahora. Tiene algo de miedo cuando todo a su alrededor es desconocido como el hombre que lo adentra en un sitio que nunca imaginó estar.

Jeongguk lo ignoró caminando hacia el sofá para luego sentarse mientras deja su hacha sobre el mismo y a su lado en caso de que Park escape de su cabaña. Luego llevó su mano a su bolsillo trasero de su vaquero y lo colocó entre sus labios un cigarrillo para después encenderlo con un fósforo.

Park lo observó darle la espalda, recostado en el sofá dándole caladas a su cigarrillo y no dudó en caminar hacia él para luego colocarse frente al azabache como también frente a la chimenea.

Jeongguk elevó su mirada gris hacia el rostro bello del rubio y recordó lo que sus propios labios confesaron cuando rezó con su rosario imaginando a ese ángel del metro que ahora mismo se encuentra de pie frente a él con esos ojos azules tan bellos como su cabello dorado.

—¿Qué quieres? — Preguntó el azabache mientras quitaba el cigarrillo de sus labios y lo observaba a sus ojos.

—Quiero irme, no estoy cómodo aquí. No sé porque debo estar aquí, déjeme irme aunque los zombies me ataquen afuera.

—¿Quieres eso? ¿Sabes que si te dejo ir puedes morir de la peor forma, verdad? No saldré a rescatar tu cuerpo si sales de esta cabaña. Es mejor que lo pienses muy bien. —El azabache sonrío lascivo y su mirada bajó hacia el suelo mientras le daba una calada a su cigarrillo.—Siéntate.

El rubio lo pensó mientras sus ojos se desvían hacia ese cigarrillo y apreta sus labios algo pensativo con respeto a sentarse a su lado. Pero finalmente decide hacerlo, sus manos tiemblan un poco mientras su mirada vacila por las llamas de la chimenea encendida. Puede sentir la mirada gris del contrario sobre su rostro y en los movimientos de su cuerpo al sentarse en el sofá.

—¿Nombre? — Pregunta el azabache a su lado mientras se acomoda mejor en el sofá y su torso se gira hacia el rubio para luego apoyar un brazo detrás de el pero también sobre el respaldo del sofá.

—Jimin. —Musitó el rubio mientras sus ojos se desvían de la chimenea para observar su rostro tan cerca del suyo como su fuerte cuerpo.

Jeongguk lo observó unos minutos en silencio mientras le daba una calada su cigarrillo y sus ojos conectaron mutuamente entre ambos. Ninguno de los dos se sentían idénticos, hasta sus colores de ojos eran diferentes y sus personalidades también. Ninguno de los dos sabía que pensaba el otro o como eran sus pensamientos.

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