9. GORGEOUS

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A Amy le dolía la cabeza

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A Amy le dolía la cabeza.

Toda la revuelta que había vivido la noche anterior la había hecho sentir asustada y lejana; pero a la vez sumamente curiosa y aventurera.

¿Cómo esas mujeres podían intimar a vista de todo el mundo? ¿Les gustaba? ¿Por qué? Eran preguntas que habían viajado por la mente de la jovencita toda la noche.

Eso sin descartar lo preocupada que seguía estando por su amiga. Tanto que vislumbraba constantemente por la ventana para ver si ya había amanecido, así podría tomar a su doncella y su carruaje, para ir a visitar a su mejor amiga como si nada hubiese pasado.

Esperaba que al llegar ya no estuviese comprometida en matrimonio.

Se levantó, sin poder esperar un segundo más. La agonía la estaba matando y en realidad se sentía bastante culpable. Nunca debió dejar a su mejor amiga sola.

Se puso su bata de dormir y abrió la puerta de su dormitorio, quizás podría hablar con su hermano y preguntarle que castigo atroz le había implementado a su amiga. ¿Le contó todo a lord Barton? Amy pensaba que el terrorífico Steve podría ser capaz de ofrecerla en matrimonio a uno de sus amigos pasados de edad con tal de que la sociedad no la lanzara a un lado.

Quizás y si lo encontraba de buenas, podría suplicarle por el futuro de su mejor amiga.

Amy caminó por los pasillos de Middlesex house hasta llegar a la habitación de su hermano, la que en realidad estaba bastante lejos de la suya. Eran alrededor de las cuatro de la mañana, por lo que era poco probable que algún mayordomo o la ama de llaves anduviese en pie. Cuando estaba próxima a golpear la puerta, escuchó gritos provenientes de la habitación.

— ¿Por qué me besaste? —frunció el ceño. Ella conocía esa voz—.

— No lo sé... —susurró su hermano—.

Un largo silencio se apoderó del lugar, tanto que Amy pensó seriamente en dejarlos solos.

— ¡Si no lo sabe, respéteme idiota! —Abrió los ojos como platos cuando escuchó el sonido de una cachetada acompañada de una blasfemia que su hermano soltó como consecuencia del golpe—.

Amy se quedó quieta, justo detrás de la puerta. Ya sabía quiénes eran los partícipes de esa conversación que ella consideraba más que interesante.

— ¡Probablemente bebí más de la cuenta! ¡No crea que lo hice por gusto! —Amy soltó una carcajada. Sabía perfectamente cuando su hermano mentía—.

— ¡Callate! ¡Si alguien nos escucha estaré completamente arruinada! —gritó Milly, haciendo que volviese a reír—.

— ¿Qué? ¿Tan desagradable sería casarse conmigo? —preguntó su hermano—.

Amy quería darles privacidad, pero ciertamente no podía. Sus ganas por escuchar su conversación eran más grandes. Después se encargaría de que ninguno de los dos supiera que ella presenció esa conversación.

Inefable | Bucky BarnesWhere stories live. Discover now