TERCER, Y ÚLTIMO ENCUENTRO

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Por alguna razón, que descubriría tiempo después, en esta ocasión, no sentía emoción alguna por verla, solo pensaba en las probabilidades de que saliera algo bueno de todo este desorden, y sí, las cosas parecían marchar como lo veía correcto, pero en los 6 meses que ya habían transcurrido, logré aprender una cosa, y era que jamás las cosas iban a permanecer de la forma adecuada, pero esa pequeña lección, no me dejaría disfrutar lo que llamábamos relación.

Sabía que no sería fácil, nada en mi vida lo era, pero de todo corazón, sentía que si esta era mi oportunidad de ser feliz, era mi deber dar todo por mantenerla junto a mí, sobrellevar y aprobar cada prueba que el destino ponía en mi camino; sabía que Nathalia no era una mala persona, cuando nos conocimos yo estaba hundido, sumido en la depresión, preguntándome cada día qué sería de mí, qué estaba mal, repudiaba mi sola existencia en el mundo, pero ella, de alguna manera, me hizo salir a la superficie, me mostró que no era yo el que estaba mal, me enseñó a quererme un poco, y por más masoquista que parezca, le agradecía haber hecho nacer nuevos problemas en mi vida, porque de esa manera, dejé atrás muchos que en algún momento, harían que terminase con mi vida. A fin de cuentas, me sentía completamente agradecido por dentro, su manera de ayudarme, fue subir el interruptor que tenía apagada mi alegría, mi dignidad y felicidad, devolviéndome la vista que yacía perdida en aquella oscuridad donde permanecí años; luego, como un niño inquieto, a su manera peculiar, jugaba a subirlo y a bajarlo, haciéndome permanecer en una montaña rusas de emociones que no me permitían establecer un solo sentimiento hacia ella, variaban con cada cosa nueva que hacía; había días donde sentía amarla mucho, y otros donde sentía que debía dejarlo así e intentar seguir adelante, no sabía qué hacer.

Nat llegó un sábado 5 de abril a la puerta de mi casa cuando la tarde hacía motivo de presencia, en esta ocasión, al vernos no hubo nada, al menos para mí, la primera vez hubo nervios, mariposas y vergüenza, en la segunda asombro y ternura, ya que no la esperaba, pero en la tercera, no hubo nada... En ese instante comprendí que las cosas no volverían a ser igual por más que nos quisiéramos.

Tras ducharse, cenar y organizar las cosas, al ver una oportunidad, pregunté: —¿Tienes algo que decirme? —Se suponía que ella venía a arreglar las cosas.

—¿Algo como qué? —Respondió frunciendo el ceño.

—Mmm… Nathalia, creo que se planeó esta visita para que habláramos sobre nosotros o no?

—Es que yo no entiendo qué hay que discutir, Bruce. Ya te dije que no iba a volver a hacerlo, no lo entiendo ¿Qué más quieres?

—¡Por supuesto ¿Cómo olvidarlo?! Es que hay que creer ciegamente en las promesas de alguien que te ha fallado más de una vez.

—A ver, yo no te pido que me creas de la noche a la mañana, pero creo que debes darme la oportunidad de ganármelo.

—Entiendo… ¡Perfecto! Primera prueba, dame tu celular, lo revisaré, y veré todo lo referente después del apagón.

—No entiendo por qué te ensañas con invadir mi privacidad, debes respetar eso, si tuvieras móvil, sé que no me dejarías hacértelo a ti.
—Si quieres que confíe en ti, dámelo, Nathalia —No lo sé, pero algo dentro de mí, sentía que nada de lo que decía era verdad.

—Bruce, yo… —Intentó decirme algo, pero en ese instante, una llamada la interrumpió.

Para mi sorpresa, era el ex novio de Yim, no lograba entender qué hacia ese chico llamándola, a excepción de mis amigos y familia, nadie más en la ciudad sabían sobre ella. Al finalizar la llamada, completamente enojado pregunté: —¡¿Qué demonios hace él llamándote?! ¡¿Por qué rayos tenías que avisarle cuando llegases aquí?! ¡Hazme el favor de explicarme esto ya mismo, Nathalia! —Estaba furioso, odiaba mucho a ese chico por lo que le había hecho a Yim, y ahora mucho más con todo lo que pasaba por mi cabeza.

ANTE LA LUNAWhere stories live. Discover now