61

17 2 0
                                    

EDITH

Ahora lo sabía. Ya no era un secreto.

Sentí un terrible nudo en el pecho por todo lo que Steven me había confesado. Sobre el accidente, sobre su padre, sobre los golpes... No podía reconocer a aquel hombre que Steven me describía con el que veía todos los días ir al trabajo con su traje decente y bien arreglado. Antonio le pegaba desde pequeño, le hacía creer que era la peor persona del mundo por errores que cometió en el pasado. Por eso Steven nunca aceptaba los cumplidos, por eso nunca pudo sentirse feliz consigo mismo.

Le comenté la posibilidad de que se fuera, que se alejara de casa por más difícil que aquello sería para Margaret. Steven no merecía vivir en un lugar donde solo era menospreciado, pero él dependía económicamente de ellos; no sería sencillo como desechar algo a la basura.

Habían pasado horas desde la confesión. Ahora estaba abrazándole con mi cabeza apoyada sobre la suya.

-Quiero que seas feliz.

-Al menos estás aquí -susurró contra mi nuca y me abrazó más fuerte.

-Yo no estaré siempre, Steven. Tienes que aprender a ser feliz por tu cuenta.

-¿Acaso estás terminando conmigo?

-¡Claro que no!

-Qué alivio...

Steven estaba demasiado cansado como para formular una oración coherente, así que solo lo arropé contra mí, con su cabeza sobre mi pecho.

-Algún día te alejarás de todo lo que te hace daño. Podrás comprarte un departamento y vivir por tu cuenta.

-Eso es lo que quiero...

Nos abrazamos muy fuerte, como si aquello nos pudiera hacer invencibles. Por mientras, disfrutamos solos de la noche entre caricias, susurros y promesas.

Nuestra última noche.

Juntos hacia el solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora