Capítulo 2 ''Una visita muy inesperada''

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Capítulo 2 ''Una visita muy inesperada''

''Adele - Hold on''

Ojeo el sitio y me doy cuenta de que estoy en una habitación de hospital. La luz blanca esparcida por todas partes es cegadora e incómoda, pero me acostumbro a ella bastante rápido.

Eso es bueno, supongo.

Tomando en cuenta que casi te mueres, sí querida.

Ah sí, es que casi me muero hoy o ayer, no sé.

Suelto un suspiro y de inmediato me doy cuenta de que es lo peor que puedo hacer. La cabeza me da un pinchazo y quiero llevarme la mano a la zona, pero algo me detiene. Bajo la mirada y me encuentro con una intravenosa conectada y con la muñeca vendada. Por suerte, eso solo confirma que no me he roto la mano. Solo está dislocada.

Sigo recorriéndome y, dentro de todo, parezco estar estable y en buenas condiciones. Estoy bien, al menos físicamente.

Porque, a decir verdad, me siento del asco. Los recuerdos de lo qué pasó antes del "accidente" me llegan de golpe y el rostro de mi ex novia inunda mi mente traumada. Sigo viendo sus ojos y su actitud mientras me dejaba, mientras me decía a la cara que no podía quedarme con ella y que lo mejor para ambas era terminar. El dolor que siento es sustituido por rabia en el momento que recuerdo la otra persona en su vida. ¿Hace cuánto que me engaña? ¿Cuánto tiempo lleva viéndome la cara de idiota?

Joder, que hija de puta, la muy maldita.

—Oye ¿cómo te sientes? —inquiere alguien a mi lado y giro la cabeza para encontrarme con un chico en el sofá. Parecía estar cómodo, pero al percatarse que me he despertado se ha inclinado hacia adelante, precavido.

Me toma varios segundos analizar la situación y asumir que es quien me ha atropellado antes. Luce culpable, como si no supiese que cara poner o que más decir. Sus ojos verdes claros me escanean y una mueca que trata de disimular cruza por su rostro.

Es que seguro te ves fatal, linda.

—Estoy...tengo sed, —murmuro y siento la garganta rasposa y seca.

El desconocido que casi me mata asiente de inmediato con la cabeza y se levanta. Se acerca hasta la camilla y de la mesa contigua a la cama sirve agua en un vaso pequeño. Me lo acerca y a través de la pajilla puedo beber un poco y sin tanto lío. Hasta ese momento, teniéndolo así de cerca, me doy cuenta que tiene varias pecas regadas por ambas mejillas y que su nariz es respingona y llamativa. También lleva unos lentes de ver redondos que hace buen contraste con su rostro juvenil.

—Toma un poco más, seguro que te hace falta este valioso líquido, —dice, divertido, como bromeando, deja de reír cuando ve mi cara seria y que su intento de broma no me ha causado gracia en lo absoluto.

Él deja de brindarme agua, pone el vaso de nuevo en la mesa, y se aleja unos centímetros de la camilla. Se remanga las mangas de la camisa azul oscuro que lleva y se peina el cabello del mismo color. Parece algo nervioso y fuera de sitio.

Apuesto que no se ha disculpado muchas veces en su vida, el joven.

—Eh, bueno, siento mucho haberte atropellado, —me dice y traga grueso, nervioso, —de verdad, no quería hacerte daño ni nada, solo...solo supongo que me distraje un segundo y pasó esta mierda. Lo siento mucho, en serio...

—Deja de balbucear, —lo interrumpo y sueno muy brusca, demasiado para alguien que intenta disculparse y arreglar las cosas, —no pasa nada.

—Sí qué pasa, Trinidad, casi te mato.

Los demonios de los que estamos hechos. ©️Onde histórias criam vida. Descubra agora