Capítulo 8 |Un nuevo trabajo y un viejo...idiota|

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Capítulo 8 |Un nuevo trabajo y un viejo...idiota|

Dejo de trotar cuando alcanzo a ver un cartel gigante en un gimnasio que conozco bastante bien. Es el gimnasio donde fui con Arden por las cosas de Nikolai. Donde el asqueroso y sexy boxeador con el que vivo entrena cada maldito día de su vida.

Seguro que se encuentra ahí dentro, entrenando duro, de otra forma no hubiese conseguido todo el éxito que tiene. Pienso en él y se me revuelven las tripas al recordar que lo he estado evitando por dos días seguidos. Después de lo que sucedió en su habitación no tengo la valentía suficiente para verlo estando a solas, la verdad.

Es una sensación extraña, quiero evitarlo, mi mente lo sabe, pero aun así mi cuerpo completo quiere encontrárselo y sentirlo, aunque sea un poco cerca. Quiero que me mire como ese día en su habitación cuando hablamos de sus pinturas, quiero su cercanía cuando estuvo a tan solo unos centímetros de mi boca. Los dedos siguen picándome ante la sensación constante de querer tocarlo y confirmar todas las cosas locas que me pasan por la mente.

Soy un puto desastre, lo sé.

Me he pasado los dos últimos días encerrada en mi habitación organizando mis cosas y poniéndome al día con todo. Estuve hablando con mamá, con Will, incluso con mi hermana. También llamé a la residencia de la universidad y quedaron en avisarme cuando se desocupara alguna habitación. Necesito que sea cuanto antes, según tengo entendido las clases comienzan dentro de una semana y, me gustaría ya estar instalada cerca del campus para ese entonces.

Arden me dijo que la universidad está un poco alejada de la casa y la única forma de ir es en auto o en autobús. Ya estuve viendo las rutas del autobús para estar informada y todo eso.

Y, por si no es obvio, he estado ignorando categóricamente al que una vez fue el esposo de mamá. No se detuvo cuando rechacé su llamada hace dos días, sino que ha seguido llamando insistentemente después de eso. No sé qué quiere, pero no lo va a conseguir. No quiero hablar con él, no quiero tenerlo cerca, no quiero que se me acerque ni a mí ni a mi mamá nunca más. No quiero tener nada que ver con él. Solo de pensar en él se me revuelven las tripas y un escalofrío me recorre todo el cuerpo en angustia y miedo.

Esta en la cárcel y quiero que ahí se quede.

Suelto un suspiro y me sostengo el estómago. Me duele el estómago porque no he desayunado nada, aun así, me pareció buenísima idea salir temprano de casa para correr y ejercitarme un poco.

Dijo a la que le encanta ejercitarse.

Cállate, infeliz. Quiero comenzar de cero y tener un estilo de vida saludable.

¿Y desde cuándo, linda?

Desde que casi me muero, linda.

Dejo de hablar con mi mente y ojeo la zona. No conozco mucho lo que me rodea, pero Arden me aseguró que todo estaba señalizado por carteles así que no me perdería.

Pobrecito, es evidente que no conoce el desastre que soy en cuanto a direcciones. Me pierdo hasta en los lugares más simples con las calles más señalizadas.

Vuelvo a ojear el imponente y prestigio edificio que tengo al frente y se me seca la boca. Desde donde estoy el edificio se ve impresionante y desprende lujo por todas partes. Es un edificio para puras personas privilegiadas y eso se nota a simple vista. Me siento pequeñita desde mi lugar mirando los ventanales de cristal y la entrada majestuosa por la que salen algunas personas luciendo muy aesthetics.

Trago grueso, y, de nuevo, como si necesitara verificar leo lo que dice el cartel: «Se busca personal de la salud con capacidad para atender emergencias»

Los demonios de los que estamos hechos. ©️Where stories live. Discover now