Capítulo 3 "La incomodidad del reencuentro"

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Capítulo 3 "La incomodidad del reencuentro"

''Wolves - Selena Gomez, Marshmello''

De repente me siento mareada de nuevo y necesito sostenerme de algo con urgencia. Es en automático. Aunque, a decir verdad, es algo que me pasa más seguido de lo que me gustaría admitir, o, en realidad, de lo que admitiría en voz alta.

Por suerte, a mi lado, hay una especie de mesita alta que me sirve de soporte para no caerme y empeorarlo todo. Todavía me duele demasiado el cuerpo y no logro entender cómo es que sigo viva si ya me había resignado a morir aplastada.

Sí, estabas muy resignada, ¿no crees?

No quiero hablar del asunto.

Intento respirar y mentalizarme. No tengo que hacer una tormenta en un vaso de agua por una idiotez. Tengo que aprender a controlarme y no dejarme dominar tan fácilmente por pensamientos y emociones intrusivas.

Las emociones no son intrusivas.

A mi parecer, en este momento, mientras hablo con mi consciencia, me parece que sí. Casi puedo oír la voz de mi psiquiatra decirme lo que siempre me repite como un bucle infinito: «Las emociones son información, Trinity. Existen por un motivo y es hacerte ver que anda mal o que anda muy bien»

O, en el mayor de los casos, que anda en un punto intermedio.

Arden carraspea y vuelvo a la realidad de golpe. Sigo con una mano extendida apoyándome en la mesita y con la otra sosteniéndome la toalla que me rodea el cuerpo con fuerza. Veo la preocupación en el rostro del que parece ser mi nuevo amigo, pero también veo la indecisión plantada ahí. No quiere acercarse o más bien tiene miedo de estar invadiendo demasiado espacio tomando en cuenta que apenas nos conocemos.

Mentalmente le agradezco que no se me acerque porque ahora, contacto humano, es lo último que me apetece.

Vuelvo la vista al chico que besé en el pasado y se me tensa todo el cuerpo, la garganta se me cierra y su rostro solo lo veo como algo a lo que tengo que enfrentarme sin estar preparada. La ansiedad a lo desconocido me agota, no me siento totalmente en mi zona cuando se me presenta algo que no tenía pautado.

Pero, a ver, quizá si me esté haciendo una tormenta en un vaso de agua, ¿no? Que yo lo recuerde porque protagonizó una de las más grandes estupideces que he cometido en mi vida no significa que él me recuerde a mí. O que fue algo relevante. De eso hace dos años, en una fiesta con un montón de gente.

Seguro que esa noche estuvo con más chicas y mi rostro no es algo que siga recordando en la actualidad.

Rezo mentalmente para que ese sea el caso y no tenga que enfrentarme a eso. Suspiro, sí, seguro que no me recuerda nada.

Con la suerte que tienes, mi cielo...

Vuelvo a levantar la mirada y mis ojos conectan con los suyos de nuevo, lo que me dice que no ha dejado de mirarme en ningún momento. Por la forma en la que me mira, en qué sus pupilas parecen ligeramente dilatadas y por lo tenso de su cuerpo, me doy cuenta que lo que me temía se vuelve muy cierto de repente.

Él si me recuerda. Lo veo en su mirada y en la sorpresa que refleja. Incluso se ha levantado de la cama de golpe, con torpeza, como si temiese estar alucinando y viese en mi algo que estuvo buscando por mucho tiempo y finamente ha encontrado.

Ambos nos hemos quedando mirándonos como si la vida entera después de esos dos años nos estuviese pasando por delante. No sé porque me afecta tanto. Quizá porque los últimos dos días han sido terribles para mí, realmente la mayor parte de mi vida lo ha sido, pero pensé que venir hasta aquí supondría un cambio positivo en mi vida.

Los demonios de los que estamos hechos. ©️Where stories live. Discover now