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No terminaba de darse cuenta cuánto tiempo había dormido, ni siquiera podía asegurar que lo ocurrido durante sus horas en Misiones no hubiera formado parte de un sueño. Zoe recordaba haber llegado a la cabaña con el atardecer instalándose, se había descalzado, se había sacado la camisa y había liberado a sus pechos del sostén. 

Recordaba haberse acostado en la cama, pensaba tomarse unos minutos antes de bañarse y sin embargo los fuertes golpes en su puerta y el sol iluminando toda la habitación le confirmaban que los minutos se habían convertido en largas horas.

Los insistentes golpes la obligaron a levantarse, su cabello enredado con la colita, la llevaron a soltarlo y sin pensarlo demasiado bien, abrió la puerta al mismo tiempo que un largo bostezo la alcanzaba. Su sorpresa fue mayúscula al verlo a Noah, con su cabello algo mojado y la barba clara algo más prolija de lo que la recordaba. Intentó cubrirse la boca para que el bostezo fuera más corto y levantó su mano para saludarlo. 

Noah volvió a mirarla con descaro, aquella remera era aún más sentadora ahora que sus pechos se dibujaban presumidos debajo de la delgada tela. Zoe se sintió algo intimidada e instintivamente cruzó sus brazos para intentar ocultarse un poco.  

-Comienzo las rondas a las 7.- le dijo con seriedad cuando logró recobrar el aliento. 

Zoe miró su reloj, faltaban apenas 10 minutos para esa hora.

-Buenos días, creo que ayer me quedé dormida.- comenzó a decirle pero él no mostró ningún interés. 

-Te espero en la camioneta.- le respondió y antes de que ella pudiera responder giró sobre sí mismo y comenzó a alejarse. 

Con una mezcla de indignación y vergüenza, Zoe se cambió lo más rápido que pudo. Dejó la ropa sucia en el suelo, se puso el primer short que encontró en su bolso, una nueva musculosa en color negro y tomanando la misma camisa del día anterior, se miró al espejo para lavarse los diente e intentar peinarse, tarea tan imposible como irremediable frente a aquel clima. 

-Nueve minutos y medio.- dijo finalmente desde la ventana abierta del conductor, sorprendiendo a Noah, con un aroma algo frutal, que no pasó desapercibido para él. 

-Nueve minutos y medio, tarde.- le respondió sin poder imitar aquella sonrisa que comenzaba a encontrar hermosa. 

Zoe puso los ojos en blanco y dio la vuelta para sentarse en el alto asiento del acompañante. En seguida pudo ver un sistema improvisado pero efectivo en el que Noah llevaba un termo y un mate, al parece podía cebarse a sí mismo mientras manejaba. 

-¿Amargo?- le preguntó ella sin perder la sonrisa. 

Noah se sorprendió pero al verla tomar el termo entendió que se refería al mate.

-Como debe ser.- le respondió volviendo a mirar el camino de tierra por el que comenzaban a avanzar. 

-Mmm, está buenísimo.- dijo Zoe luego de beber el mate que ella misma se había cebado. 

-Estás en la tierra de la yerba mate, ¿Qué esperabas? - respondió Noah, pero aunque había querido sonar malhumorado, Zoe descubrió un instante de una ligera sonrisa que pudo disfrutar. 

-¿Queres uno?- le preguntó, comenzando a cebar una nueva infusión. 

Entonces Noah, volvió a su expresión de fastidio. 

-¿Qué pasa? ¿Está mal?- le preguntó ella al ver como miraba el mate con desaprobación. 

Noah comenzó a negar con su cabeza. 

-Había un surco de yerba para que viertas el agua y así la yerba se iba humedeciendo desde abajo. Ustedes los porteños creen saber de mate, pero… dejá no te preocupes, tomá vos.- le respondió volviendo a mirar el camino. 

Zoe comenzó emitió una auténtica carcajada y él no pudo evitar volver a mirarla. 

-Perdón señor perfecto al parecer no sé poner guías de suero y tampoco cebar mate. ¿Hay algo más que te ponga de mal humor así lo evito?- le preguntó bebiendo el mate con exagerado placer. 

Noah volvió a mirarla y esta vez, ese esbozo de sonrisa se materializó y el resultado fue tan abrumador para Zoe, que bajó la mirada para recuperarse. Si enojado era atractivo, cuando sonría bordeaba lo irresistible. 

Una breve pausa supuso una especie de tregua y el silencio, lejos de resultar incómodo, se volvió reconfortante. 

-El jaguar pasó muy bien la noche.- dijo finalmente Noah, volviendo a mirar el camino, pero al menos algo menos tenso. 

-¿En serio? No sabes cuánto me alegro. Me quedé pensando en lo me dijiste de la vía.- comenzó a decirle pero él negó con su cabeza, haciéndola detenerse.

-Hiciste un buen trabajo. El animal está bien ¿no?- le dijo mientras detenía la camioneta y comenzaba a bajar.

-Seguime, vamos a iniciar la ronda.- le dijo y antes de que se arrepienta Zoe se apresuró a bajar del vehículo. 

Seguirlo era una invitación que de repente se había vuelto demasiada tentadora. 

Un sendero hacia tiWhere stories live. Discover now