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Lo que ocurrió detrás de aquella puerta resultaría difícilmente olvidable para ambos. Ni bien el sonido de la madera anunció que estaban dentro, Noah volvió a alzarla con sus fuertes brazos y presionando su cuerpo contra el de ella, se apoderó de sus labios como si conociera el camino. 

Sin palabras, solo el aire de sus pulmones agitados inundaba la casa. Recorrió aquella boca a su antojo y cuando ella comenzó a acariciarlo supo que estaba en el lugar correcto.

Zoe inclinaba su cabeza hacia atrás mientras cerraba los ojos, quería convencerse de que aquello era real y por eso presionaba cada fibra muscular de Noah con determinación. Sus brazos, sus pectorales, aquel abdomen firme y luego con un suave movimiento le indicó que se apartara. 

Noah la miró sorprendido, pero cuando ella levantó sus brazos, supo exactamente lo que le estaba pidiendo. 

Sin perder el tiempo le sacó él mismo su ropa y cuando aquellos pechos que comenzaba adorar se presentaron presumidos, los atacó como un lobo hambriento, deleitándose con cada movimiento. 

Escuchaba sus gemidos y eso lo alentaba a continuar. 

Volvió a tomarla en sus brazos y la llevó hasta su cama. Una vez allí se sacó su pantalón y frente a la mirada provocadora de Zoe, liberó su enorme erección. Como si quisiera demostrarle cuando lo deseaba, Zoe se arrodillo sobre aquel colchón y comenzó a masajerla con sus manos. Sin dejar de mirarlo a los ojos separó sus labios y se relamió como si lo estuviera provocando. 

Ni ella misma se reconocía, nunca había prácticado el sexo oral, en sus anteriores encuentros todo era según las instrucciones de un viejo manual y solía culminar demasiado rápido. Pero con Noah había descubierto lo que era un orgasmo y ahora no quería nada menos que eso. 

Algo temerosa acercó su boca a aquel mayúsculo miembro, dudó un segundo cerrando sus ojos y Noah colocó una mano en su mentón para que lo mirara de nuevo. 

-No tenes que hacerlo si no queres.- le dijo acariciando su mejilla con dulzura. 

Ella sonrió y volvió a mirar aquella erección. Quería hacerlo, quería darle tanto placer como el que ella había sentido en la cabaña del monte, quería escucharlo. Su goce se sentía como propio y la encendía aún más de lo que hubiera imaginado. 

Entonces lo tomó con su boca. Era tan grande como había aventurado, Noah no se movía pero su respiración había cambiado. Ahora era más profunda, se aceleraba cada vez que ella aumentaba el ritmo. Se animó a abrir sus ojos y lo vió, con su cabeza hacia atrás, los ojos cerrados y una expresión de tanto placer que le confirmó que realmente lo estaba disfrutando. 

Noah se sentía en las nubes, estaba a punto de alcanzar el climax, cuando la apartó suavemente. 

Sin darle tiempo a nada se agachó para besarla. Ahora era él quien quería demostrarle todo lo que le había hecho sentir. Recorrió su boca con pausa, mientras intentaba contener todo aquel placer para evitar que el final llegara demasiado rápido. 

Con Zoe recostada sobre su propia cama, atrapó sus muñecas con una sola mano y las colocó sobre su cabeza, entonces Zoe abrió sus ojos con algo de temor, pero al ver que Noah le regalaba una seductora sonrisa de lado, lo imitó. 

Con la mano libre comenzó a recorrer su cuerpo, la piel suave de su cuello, la forma redondeada de sus pechos y los pezones erectos, listos para que su lengua comenzara a recorrerlos. Mientras los besaba, descendió sus dedos hasta la humedad de su sexo y con una pericia milimétrica comenzó a realizar movimientos circulares cada vez más profundos. 

La oía gemir y sentía como se arqueaba debajo de él. Lo estaba disfrutando, estaba logrando llevarla tan cerca de la cima, a ese mismo lugar al que ella lo había llevado minutos antes. 

Entonces introdujo uno de sus dedos. Una. dos, tres veces para escuchar aquel sonido que le erizó la piel. No quiso perderse su expresión, había alcanzado el orgasmo, la había hecho alcanzarlo y eso le encantaba. 

Zoe abrió los ojos y al ver cómo la observaba se sintió algo avergonzada. 

-Sos hermosa, podría quedarme mirándote toda la noche.- le dijo él y ella por fin volvió a relajarse. 

Al sentir que liberaba sus manos, las apoyó sobre la cama y se sentó a su lado. Giró para enfrentarlo y pasó su pierna sobre él. Se acomodó sobre aquella erección, con su sexo palpitante y lo empujó para que se recostara. 

Nunca se había animado a tanto, quería que la mirara, quería ser observada y devorada por aquella mirada profunda. Comenzó con movimientos lentos mientras se acariciaba sus propios pechos. Noah había acomodado sus brazos debajo de su cabeza y su torso parecía aún más grande en esa posición. 

La observaba, la sentía, la deseaba como nunca había deseado a nadie. 

El calor comenzó a subir por el cuerpo de Zoe, que ya no pudo continuar con sus ojos abiertos, echó su cabeza hacia atrás y aceleró el ritmo. Cabalgaba con intensidad y cada embestida parecía aún más profunda que la anterior.

Noah tampoco pudo contenerse y tomó sus caderas para acompañar los movimientos. La penetraba con toda la fuerza que podía, sus gemidos eran un llamado a no detenerse. 

Entonces la explosión fue casi simultánea. Como si toda aquella intensidad hubiera caído por un precipicio, los dos alcanzaron el final de manera deliberada. 

Al ver aquellos ojos de nuevo, Noah se sintió demasiado feliz. Colocó las manos en su espalda y la empujó suavemente hasta su pecho para luego abrazarla. 

-Esta vez no te voy a dejar escapar.- le dijo al oído y entonces fue Zoe quien se sintió demasiado feliz.

Un sendero hacia tiWhere stories live. Discover now