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Zoe..-  

-Zoe.., no te vayas… Zoe…- 

-Carla ¿Por qué te fuiste así? – Noah hablaba sin sentido, llevaba más de 48 hs dormido y Zoe no se había movido de su lado. Lo escuchaba, se acercaba a taparlo, hasta le había dado su mano en más de una oportunidad. Temía haberse pasado con la dosis del sedante, chequeaba sus signos vitales cada hora y todo parecía en orden.  

Lucia y Bernardo se acercaban para llevarle agua, incluso algo de comer, que apenas había probado. Tenía un nudo en su estómago y no solamente era por verlo dormido, su temor se debía principalmente a enfrentarlo cuando despertara. Había cometido un error, con la adrenalina del momento no lo había pensado del todo bien y Noah no parecía un hombre que perdonara los errores.  

Volvió a chequear los puntos que le había hecho en la herida de su pierna, al menos eso marchaba bien. Con una nueva noche instalada afuera se acomodó en la silla que habían dispuesto junto a su cama y el cansancio la venció.  

Soñaba con aquel paisaje, con un delicioso pic nic en aquel lugar tan hermoso que había conocido gracias a él, con la mirada de Noah sobre la suya y cuando su gran brazo se disponía a tomarla, por fin, una sacudida algo repentina la despertó. 

-¿Vos estas loca?- fueron las primeras palabras que escuchó en aquella voz que había adquirido un tono de enfado que nunca le había escuchado en el poco tiempo que llevaba allí.  

-Noah, perdón, yo no pensé…- comenzó a decirle, pero él no la dejó continuar. Se había incorporado en su cama y con la mirada desorbitada parecía intentar contener la furia que brotaba de su interior. Iba a ponerse de pie cuando sintió un dolor en su pierna y tuvo que volver a sentarse.  

-Tuve que suturarte la herida.- le dijo Zoe en voz baja al ver que se tomaba la zona cubierta con varias gasas y una venda 

-¿Quién te crees que sos para drogarme de esa manera?- volvió a decirle acortando la distancia entre los dos. Tenerlo cerca era abrumador pero con aquel enojo lograba acelerarle más aún la respiración.

-Perdón, estuve muy mal, no lo pensé.- volvió a decirle con un hilo de voz. No temía que la agrediera físicamente, si bien apretaba sus puños con énfasis, no lo creía capaz. El verdadero temor era que no la perdonara, temía que la viera como una inmadura improvisada que no merecía su respeto. Temía perder la oportunidad de conocerlo mejor.  Temía perderlo.

-¡Es una locura lo que hiciste!- Noah hablaba sin atreverse a mirarla.  

Se había despertado algo confuso, había sentido su mano sobre su brazo, aquellos dedos finos apoyados sobre su piel en un gesto tan íntimo como protector, lo habían confundido aún más. Luego de darse cuenta de que estaba en su propia habitación, la había observado mejor. Estaba dormida con su cabeza apoyada sobre la cama, tenía las piernas cruzadas debajo de su cuerpo, aquellas medias de dibujos, tan inocentes como ella, lo habían llevado a sonreír. Apartó un poco el cabello que se había soltado sobre su frente y recorrió aquella piel con la yema de su dedo. Era hermosa. Sin embargo inmediatamente el recuerdo del motivo por el cual se encontraban allí lo llenó de enojo y sin pensarlo demasiado la había despertado con un brusco movimiento.  

Los gritos de Noah alertaron a todos en el refugio, pero fueron Bernardo y Lucia los primeros en acercarse. Con unos golpes en la puerta anunciaron su llegada y Zoe se apresuró a abrirles la puerta. 

-Noah, ¿Estás bien?- le pregunto Lucia, sin ser ajena  a la tensión entre los veterinarios.  

Noah se limitó a asentir con la cabeza si  dejar de mirar a Zoe, quién parecía una animal herido.

-Ay que susto nos diste, llevas más de dos días durmiendo.- le confesó, logrando que Noah vuelva a aniquilar a Zoe con la mirada. 

-Perdón, te juro que no fue mi intención.- volvió a decirle ella.. 

-No me interesan tus explicaciones ¡Estas loca!- volvió a decirle y cuando Zoe iba a volver a hablar, Noah levanto su mano para impedirlo. 

-No te quiero escuchar, déjame solo por favor. – le dijo con un tono algo más calmado, delante de Bernardo y Lucia.  

Zoe iba a volver a hablar, pero Lucia la miró y negó con su cabeza. 

-Vamos querida, démosle un poco de espacio a los hombres.- le dijo acercándose para tomarla del brazo con dulzura y guiarla hasta afuera. 

Zoe volvió a mirar a Noah, pero esta vez él apartó rápidamente su mirada. Con una punzada de dolor en su pecho, sus pies descalzos y las esperanzas perdidas salió de aquella casa, que presumía nunca más volvería a pisar.  

Un sendero hacia tiWhere stories live. Discover now