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Otro par de días después, su jefe estaba en la cafetería para supervisar algunos asuntos y al parecer cambiar algo minúsculo del menú. Y Rodrigo debió escabullirse un par de segundos cada diez minutos para responderle a Ivan.

Se la habían pasado mensajeando como locos, Ivan últimamente no se había aparecido por la cafetería y Rodrigo se entero que era por el periodo de exámenes. Por lo que su único recurso para no perder contacto con el, era a través de mensajes.

Leyó el último mensaje que le había mandado el azabache, mordiéndose el labio con una sonrisa al ver la foto que le había enviado desde la universidad con el cabello desordenado y una carita de sueño que Rodrigo encontro adorable y completamente besuqueable, inconscientemente, los labios de Ivan hacían un pequeño piquito hacia la cámara.

Cada día sentía más aquella conexión con Ivan, como si algo los incitar a buscarse aunque sea la más simple manera. Jamás quedaban sin tema de conversación. Rodrigo estaba maravillado de que por fuera, Ivan se viera introvertido y varonil, pero su personalidad era la de un chico dulce, amistoso y torpe que no sabía decir que no.

—Camila, necesito hablar contigo un momento, sígueme —Escucho la voz de su jefe y su teléfono resbaló un par de veces en sus manos antes de atraparlo y sostenerlo contra su pecho. Vio la rubia algo frustada desparecer por la puerta de la cocina, y por un momento se preguntó que pudo haber pasado.

Su teléfono vibro contra su pecho, un nuevo mensaje le había llegado. Desbloqueo el aparato y leyó como Ivan le exigía que era su turno de enviarle una foto de lo que fuera que estaba haciendo.

Mordisqueo su labio, y abriendo su cámara frontal, se retoco un poco. Desordeno sus cabellos. Tomo una foto de costado, sin quedar satisfecho con el resultado, bajo la mirada hasta su camisa, y desabrocho el botón de más arriba, dejando a la vista parte de su pecho y clavículas. Rodrigo volvió a abrir su cámara y tomó otra foto en la misma posición, quedando satisfecho esta vez al verse más bonito, y enviándolas sin dudarlo a Ivan.

Dejo su teléfono de lado al llegar un cliente, y se entretuvo por un par de minutos mientras tomaba la orden y hacia con extrema delicadeza y agilidad el bubble tea. Le encantaba su trabajo, el olor de diferentes hierbas, especias o frutos secos se mezclaba en su nariz de forma exquisita y jugar con las maquinas era una de las formas de pasar el tiempo. Ser barista el principio le había resultado muy difícil, pero ya lo manejaba bien.

Cuando volvió a desocuparse, desbloqueo su teléfono y se sentó en una silla frente a la caja registradora, pero casi se va de hocico al suelo al ver a mensaje no leído de Ivan.

Ivan:

Te ves lindo despeinado

Rodrigo se llevó el dorso de su mano a la boca y mordisqueo la piel arrugando la nariz, chillando lo más bajo posible para no alertar a los clientes ni llamar la atención de su jefe.

Ivan definitivamente le estaba coqueteando, y el se dejaba hacer sin ningún tipo de resistencia, porque muy en el fondo, le encantaba tener la atención de Ivan, le encantaba su nueva cercanía y que el más de lo usual. El chico parecía estar tan al pendiente de el, darse cuenta de todos los detalles de su parte y corresponderlos de igual manera.

Rodrigo se acurrucó contra si mismo en la silla donde estaba, llevandose los dedos a los labios y sonriendo con alegría. Una felicidad y un sentimiento cálido asentándose en su estómago con fuerza.

Sentía que Ivan era para el, y el para Ivan.

Pero Rodrigo había ignorado su más grande problema, que ahora salía echando humos por las orejas hacia las mesas vacías y retirar la vajilla sucia.

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Al día siguiente, Ivan nuevamente había llegado sin las indicaciones de ver a Camila, si no a el. A Rodrigo le tocaba cerrar la cafetería hoy, por lo tanto, la compañía de Ivan desde las 9 hasta las 10 y media -horario en donde casi nunca había clientes- se le hacía lo más anhelado.

Rodrigo despidió a las 10 al último empleado que quedaba, quedando solamente Ivan y el durante la media hora restante en donde tendría que verificar que todo esta en orden antes de cerrar.

—¿No prefieres irte a casa? Es tarde ya —hablo Rodrigo, el en realidad no había querido aquello, pero tampoco quería obligar a Ivan a que se quedase junto a él y fuera a dejarlo a su casa.

El chico está vez llevaba una camiseta negra normal con una bomber Jacket para cubrirse del frío, había comenzado octubre y las tardes se hacian cada vez más heladas. Ivan llevaba un par de papeles en mano, que Rodrigo supo que eran partituras, y un portaminas el cual mordisqueaba el extremo con sus dientes. El pelinegro levantó la vista hacia Rodrigo, arqueando una ceja incrédulo.

—¿Acaso no te gusta mi compañía? —Rodrigo soltó una risita, negando con la cabeza y rodeando la barra para acercarse y sentarse en la silla de al lado.

—Sabes que no es eso —Ivan le sonrió, dejando caer una mano y volver su vista hacia los papeles. Rodrigo la miró, antes de acercar la suya para que se rozaran suavemente, uno de los dedos de Ivan amago en envolverse con el suyo, y el ojiverde no supo decir que no, terminando por enredar su dedo índice con el de Ivan.

—¿Sabes? Es probable que despidan a Camila —Ivan no despego la vista de las partituras, y Rodrigo fruncio el ceño, ¿Despedirán a Camila?¿Por qué?.

—¿Por qué?

Ivan se encogió de hombros, desinteresado. Y Rodrigo fruncio aún más el ceño.

—Ya no me cruzo tanto con ella, creo que me evita —El castaño incontables veces noto como la chica parecía estar cada vez más lejos de el, como no le hablaba ni le saludaba como antes solamente cuando era necesario, y como la actitud hostil de Camila parecía salir cada día más a flote.

—No tengo ni la menor idea, Camila está re rara, no le estoy tomando demasiado en cuenta estos días —Ivan guardo las partituras y el portaminas dentro del bolso lleno de dibujos y parches al costado de su asiento—¿Vamos? Ya son las 10:15 —.

𝗙𝗢𝗥 𝗠𝗘?Where stories live. Discover now