O16

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Cuando Rodrigo terminó su turno y se estaba preparando para salir y encontrarse con Ivan a la salida. Algo lo detuvo de acomodarse su chaqueta.

La puerta de salida hacia el callejón estaba entreabierta.

Frunció el ceño algo extrañado, todos los empleados tenían una llave para la puerta y no podía abrirse sin esta por afuera, tampoco tenía perilla, solo una pequeña manilla para empujarla y el orificio de la llave un poco más abajo.

—Viniste a hablar conmigo, ¿cierto?— Rodrigo alejó su mano de la puerta como si quemara, apretando los labios y los ojos atolondradamente al darse cuenta de que efectivamente Ivan se encontraba allí, pero que Camila lo había pillado justo con las manos en la masa.

Rodrigo cambió el ángulo un poco hacia la derecha, esta vez temiendo una vista parcial del cuerpo imponente de Ivan y su rostro estoico, y la espalda de Camila casi por completo. Rodrigo estudio el rostro de Ivan, tan carente de algo de emociones cuando miraba a la Castaña, Rodrigo conocía esa mirada  durante todo aquel mes que Ivan iba por Camila, la traía y se la dedicaba, tan aburrida, irritada o cansada. Pero cuando Ivan le miraba, Rodrigo sentía que lo hacia con tanto cariño y delicadeza, tanta atracción, veía los pequeños ojos oscuros de Ivan brillar casi -o quizas- más fuerte que los suyos cuando chocaban miradas.

Rodrigo realmente se daba cuenta de lo que causaba en Ivan, de todas las emociones que le hacía sentir, y se enorgullecía tanto de aquello, que era una felicidad constante en su día a día.

Escuchó un leve suspiro pesado, ante de sentir la gruesa voz de Ivan, tan calmada pero con un toque de impaciencia en ese instante—No Camila, no vine a hablar con vos.—

El silencio se prolongó por un par de segundos luego de eso, Ivan pasando su peso a su otra pierna logró quedar en completa visión de Rodrigo, y al parecer, el azabache se dio cuenta de su presencia por sobre el hombro de Camila, ya que por un segundo, una mueca de sorpresa cruzó el rostro del Pelinegro, antes de volver a fijar su mirada en Camila y tener aquella expresión retraída.

—No sabes que motivos son los que me traen acá, pero claramente, no eres vos esta vez, Camila

—¿Entonces cual es?—la Castaña exclamó, Rodrigo vio como ella se movió bruscamente, recriminándole a Ivan colocando sus dos manos en la curva de su cintura.

—¿Por qué debería decírtelo? ya no hablamos, Camila, no debo por qué decirte la razón por la que vengo al lugar donde trabajas. Puedo simplemente querer tomar uno de los batidos que hace Rodrigo y venir—ante la mención de su nombre, Ivan le miro por milésimas, nuevamente por sobre el hombro de la castaña, y el Castaño sintió un escalofrío por eso, porque, volvía a repetirlo, su nombre a través de los labios de Ivan se escuchaba simplemente maravilloso.

El silencio volvió, tan tenso y desastroso que Rodrigo sentía que la chica en cualquier momento explotaria en gritos. Quería irse ya, quería quitar a Camila del camino y abrazar a Ivan, cambiar esa expresión por la que estaba acostumbrado a ver.

—¿Acaso la mina que te gusta viene acá? ¿Es eso?—Rodrigo se mordió el labio y volvió a cerrar los ojos, tan nervioso como exasperado—¿Ahora venis a buscarla a ella acaso?—

—¿De verdad me estás montando una escena de celos?—preguntó Ivan, incredulo ante lo que decía Camila, y la chica se pasó una mano por el cabello mientras suspiraba y soltaba un gimoteo frustrado antes de acercarse a Ivan y colocar sus manos en los hombros del azabache, causando que el contrario se alejara y le sujetara las muñecas con cuidado.

—Por favor Ivi, dame otra oportunidad—rogó, y Rodrigo vio la mueca de desagrado de Ivan al escuchar el 'Ivi' salir de los labios de la Castaña—prometo mejorar, prometo sobrepasar a quien sea la chica que te gusta—Ivan nego con la cabeza, pero Camila le interrumpió antes de que pudiese siquiera abrir la boca—¿Tiene el pelo largo? puedo dejarmelo crecer, ¿es más ordenada y estudiosa? te juro que haré lo que sea para sacar las mejores notas y y- —Camila fue interrumpida por el gruñido de Buhajeruk.

—Camila, basta, dejá de humillarte así—le masculló, con un tono de voz más grave -Rodrigo intuyó que era porque la chica ya le tenía exasperado- —Entende Camila, no necesitás cambiar por mi, por nadie—le sacudió suavemente las muñecas a la chica, antes de continuar,—Lo nuestro no funcionó, me gusta otra persona, y por más que intentes ser mejor que aquella no podrás porque-

Rodrigo no lo soportó, empujó la puerta, causando un rechinido feo y desagradable que interrumpió la discusión de aquellos dos. Camila giró su cabeza con algo de molestia, mientras que Ivan conectó sus miradas con algo de desesperación y nerviosismo, mientras soltaba suavemente a la rubia y se separaba de esta. Dejó la puerta abierta para que Camila pudiese entrar para terminar su turno, y a paso sumamente calmado y despreocupado -como si no supiera que pasaba allí-, se ganó a un lado de Buhaje y le sonrió amistosamente.

—Hola, Ivan. Estoy listo para irnos—dijo, mirándole de costado con una sonrisa. Con el ojo que Camila no podía ver al estar de perfil, le guiñó un ojo al azabache, explicándole que le siguiera el juego.—Lo siento, Camila. Pero Ivan y yo debemos irnos—

la Castaña le miro confundida, con la boca semiabierta y pasando sus pequeños ojos entre Ivan y Rodrigo —¿Ustedes son amigos?— preguntó, incrédula.

Rodrigo asintió sin borrar su sonrisa amistosa—Así es, nos hicimos muy amigos—tal vez puso un poco de énfasis en las dos últimas palabras, viendo de reojo como enseguida Ivan le miraba con nerviosismo, pero Camila parecía no haberse dado cuenta—De hecho, ahora mismo vamos a un evento de un nuevo videojuego que a los dos nos gusta muchísimo—

—Ah...—Camila no le miró a los ojos en ningún momento, si no a un punto muerto entre los dos, algo perdida y con las mejillas algo sonrojadas.

Ivan carraspeó luego de dos segundos de silencio sepulcral—Eh... bueno Rodrigo, ¿nos vamos ya? no quiero llegar tarde y que se llene—Ivan se rascó la nuca, sonriendo levemente al ver a Rodrigo asentir como un nene con los ojos cerrados.

Ambos se dieron media vuelta, Ivan enseguida extendiéndole el casco sobrante y él ajustándose el suyo mientras se montaba en la motocicleta, todo a una velocidad bastante acelerada para no tener que darle otra explicación a Camila, quien miraba a ambos chicos sin poder creérselo. Rodrigo se ajustó el bolso, cruzándoselo por el pecho mientras apretaba la correa del casco, y se montó atrás de Ivan, intentando mantener distancia y agarrándose del asiento para no levantar sospechas de que solamente eran amigos. Y con una mirada triunfante a través de las viseras de sus cascos, el alto encendió la motocicleta y le quitó el seguro, partiendo suavemente lejos del callejón y dejando a Camila con las palabras en la boca.

𝗙𝗢𝗥 𝗠𝗘?Where stories live. Discover now