☜♤☞ 10. Insomnio

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Ao'nung sentía los ojos pesados, con el cansancio y dolor sobre sus extremidades. Tenía la sensación de haber estado dormido por bastante tiempo.

Cuando abrió sus párpados, el resplandor del sol lo deslumbró, generándole unos instantes de ceguera. Por reflejo apretujó sus ojos, volviéndolos a cerrar. Unos instantes después pudo pestañear retomando su encuentro con la radiante iluminación del bosque.

Estaba acostado en el suelo, boca arriba.
Debajo de él había sido puesta una ligera cama de hojas suaves.
Se percató entonces de algo que estaba envuelto entorno a su brazo.

Una delgada cola azulada.

Junto a él se encontraba Neteyam, sentado a unos cuantos centímetros de él.
Tenía abrazadas las piernas contra su pecho y recargaba el rostro sobre las rodillas.
Se veía cansado, tenía los ojos cerrados y se podían percibir las ojeras en sus párpados inferiores.

También logró notar un par de cuencos de madera que estaban localizados a su alrededor.
Algunos llenos de agua y otros de fruta, incluso habían unos cuantos peces que daban la impresión de haber sido cazados recientemente.

El omaticaya había estado cuidando de él.

Se removió en su lugar y tosió un poco, llamando la atención del chico de trenzas, el cual abrió sus ojos con inquietud.

Ao'nung le sonrió por impulso, aliviado de seguir con vida y poder seguir a su lado.

-Desgraciadamente no pudiste deshacerte de mi-.

El metkayina se burló un poco, provocando que el otro na'vi se acercase a él propinandole un zape levemente fuerte.

-No seas estúpido-.

-Está bien, perdón-.

El chico aguamarina alcanzó a observar la preocupación en el rostro del otro joven, por lo que se arrepintió de inmediato de su intento de broma.

Neteyam no perdió el tiempo y comenzó a inspeccionarlo para serciorarse de que estuviera bien.
Ao'nung empezó a sentir una punzada en su pecho, viendo una herida recién cerrada en la que todavía se contemplaba la formación cutánea que cubría su lesión.

El omaticaya vertió un poco de agua sobre ella, sacándole un quejido de dolor auténtico, de manera que se alarmó.

-¿Duele mucho?-.

-Duele como el infierno-.

-Lo siento-.

Le dolía, pero podía haber sido mucho peor.

Ao'nung consiguió apreciar el cuidado del otro na'vi sobre él, como una manta cálida en plena estación del invierno.
Demasiado atento y amable. Era capaz de comprender por qué sus hermanos siempre le quisieron mucho.
Deseó agradecerle por toda su atención.

-¿Así que cuídaste de mi todo este rato?-.

-Si no fui yo ¿Entonces quién más?-.

-Los espíritus del bosque-.

-Cállate-.

El metkayina soltó una risilla poco audible, y logró presenciar como Neteyam le extendía sobre su pecho algún tipo de ungüento.

-Gracias-.

-No digas nada y mejor come-.

El omaticaya le acercó un plato con frutillas, esperando que tomara algunas y comiera algo después de varios días inconsciente.

MODORUWhere stories live. Discover now