Quinto año "La tercer prueba"

931 98 10
                                    

Séptimo mes, junio de 1995, Hogwarts.

Amelia despertó jadeando de una pesadilla.

Su corazón se sentía en la garganta y sudaba frío, la cabeza le palpitaba con fuerza. Ella abrió los ojos y encontró unos ojos azules, mirándola con preocupación, lleno de pura intranquilidad.

Tom le acariciaba suavemente su cabello, mientras le susurraba que todo estaba bien, que nada malo había sucedido.

-Esta a salvo, Amelia. -el le decía para calmar la ansiedad que vibraba dentro de su piel.

Ella cerró sus ojos con fuerza, suspiró entre temblores y se acercó al cuerpo de Tom, permitiendo que el la envolviera con sus brazos y siguiera susurrando en su oído, Amelia concentrándose en su voz ronca que tenía normalmente por las mañanas.

Amelia no había podido dormir correctamente, culpa de la última prueba, culpa de su hermano, quien no había aceptado su ayuda y hacía un berrinche estúpido, un berrinche que arriesgaba su propia vida, ella se sentía frustrada.

Sentía los rayos del amanecer golpear en su cara, ella se aferró solo unos segundos más a Tom, disfrutando de su aroma y de su calor, antes de tener que levantarse e iniciar su día. Tal vez convencería a Harry entrenar solo unos minutos con ella, tal vez no sería en vano el berrinche de el y Amelia podría enseñarle algún hechizo defensivo que le salvaría la vida en la prueba...

Tom no le permitió alejarse de su calidez, besó suavemente su mandíbula y le pidió quedarse con el un poco más.

-Granger se encargará de su hermano -el le dijo, y Amelia supo que tenía razón -, El tiene a más personas que lo cuidarán. Así que quédese un poco más conmigo, la prueba será en la noche, solo... quédese.

Ella lo miró. Los ojos de Tom eran suaves y la observaban con cierta delicadeza que casi desarmó a Amelia.

¿Sería buena idea quedarse con el? Amelia tenía un mal presentimiento, sentía que una vez la tercera prueba terminara, todas sus preocupaciones, todas esas responsabilidades que comenzaba a tener, se multiplicarían, ella quería pasar el mayor tiempo posible con Tom, antes de que algo malo sucediera, antes de que algo los obligara a separarse de nuevo.

Así que aceptó.

No hubo sexo. Amelia sólo se quedó acostada, en el pecho de Tom Riddle, hablando de la vida, contando secretos inocentes. Siendo vulnerable de una manera, que Amelia no supo reconocer, solo sabía que con Tom no se necesitaba nada más que hablar, que besarse y solo mirarse, para sentirse íntimos, para hacer llegar ese cariño que ninguno decía en voz alta.

Muchos creía que la intimidad solo se basaba en sexo, Amelia lo llegó a creer. Pero no, era más que eso, era esa transparencia que ambos mostraban estando frente al otro, eran los "te amo" que ella le susurraba antes de besarlo, eran esos secretos que no decían para protegerse mutuamente.

Esa era su intimidad. Eso los unía, como si un hilo invisible entrelazara sus almas, su mente y su cuerpo, haciéndolos uno solo, convirtiéndolos en seres compatibles, en su hogar.

Amelia no se lo dijo, no le dijo esa sensación cálida que invadía su pecho siempre que estaba con el. No tuvo el valor de decirle que se sentía invencible a su lado, como si fuese ese ancla que le hacía pisar tierra firme, que no la hacía rendirse.

Ella estaba segura de que Tom lo sabía. El brillo exquisito de sus ojos no mentía, no mentía esa hermosa sonrisa que era solo suya, que le pertenecía. Nada de eso mentía, y Amelia podía jurar que todas esas emociones que ella sentía por el, Tom Riddle también comenzaba a sentirlas.

The kingdom of nothing. [+18]Onde histórias criam vida. Descubra agora