Guerra, último año "Sin funerales"

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Octubre de 1998, Ministerio de magia.

Amelia se encontraba sentada, siendo la cabecilla en una mesa larga y rectangular.

Habían montones de personas presentes, como Mcgonagall, Arthur Weasley, Grace, Pandora y Snape. Así como Hermione, Ava, Neville, Luna, Hannah Abbott y Katie Bell.

Amelia convivía con un grupo pequeño de personas diariamente, no se permitía enfrentar al resto por pura incomodidad. Pues antes de estar con ella, le habían servido a Harry.

Ella estaba de brazos cruzados, usando un suéter rojo vino con pantalones de vestir negros y un saco negro también, su cabello azabache caía por sus hombros y sus ojos siendo un témpano de hielo, mientras observaba a cada miembro sentado junto a Amelia en aquella mesa.

Solo el grupo de élite sabía que era lo que hacían ahí, como Draco y Adam que estaban ambos sentados a su izquierda, como Ava y Hermione, como Snape. Pues tenía que plantear las decisiones que tomaría, tenía que mostrarse como su líder, ser esa autoridad que debía ser respetada.

Amelia deseaba a Tom de regreso, pero no sabía absolutamente nada sobre el, nada sobre su padrino o Mary, nada sobre el resto. Y era frustrante, pues los ataques a su territorio eran más constantes, así como los ataques al territorio de Voldemort lo desestabilizaban más.

¿Estarían bien? Ella rogaba para que así fuera.

Ella no podía quedarse de brazos cruzados, sin hacer nada mientras el resto se encargaba del ministerio, y era por eso que había tomado esa decisión. Sería difícil, pero a la larga un beneficio para todos, pues tenerla fijamente como líder facilitaría todo... Amelia tomaba decisiones y ejecutaría sus planes para mantener a los suyos a salvo. Era momento de superar la tristeza para poder recuperar la dignidad, el honor y el respeto que se había ganado como reina.

Tantos factores la habían obligado a pisar el ministerio y sentarse en la cabecera de la mesa, dispuesta a ser una pesadilla para sus enemigos, el verdugo de los traidores y la salvación de sus seguidores.

No había tenido contemplada la ausencia de su esposo, y era por eso que se alargó su propia desaparición en el ministerio, pues solo deseaba entrenar duro, regar sus tulipanes blancos y cuidar a sus ahijados mientras tomaba vino con Pansy, con Draco, Adam y Ava. Y aunque en ocasiones Astoria y Hermione los acompañaban, ellos eran su familia, quienes después de todo habían permanecido, juntos hasta el final.

La completa sensación de asfixia al sentir decepción de si misma la inspiró, dispuesta a salir de ese hoyo. Los intentos de ataques por parte de Voldemort eran un claro aviso de lo que sucedería pronto.

Y si fingía que nada sucedía, entonces el golpe la tomaría de imprevisto.

Para ella hubiese sido todo más sencillo si tenía a Tom con ella, tomando su mano, apoyándola y ayudando a alejar sus miedos, esas voces en su cabeza que constantemente le creaban jaulas mentales, llenas de espinas y fierros puntiagudos que le prohibían sacar todo su potencial. Pero tenía que hacerlo, Amelia tenía que ser valiente.

No podía no hacer nada hasta esperar a que Tom volviera de su misión, porque no sabía cuánto tiempo más tardaría, y si el ministerio caía, entonces su familia caía con Amelia.

Tenía a su padre con ella, sentado en su lado derecho, mientras con una mirada la incitó a hablar. Entonces ella se aclaró su garganta y todos enfocaron su entera atención en Amelia.

—La batalla final está cerca —Amelia dijo con simpleza, mientras consideraba que palabras eran las correctas para decir —, Necesito saber sus propuestas. Voldemort y Potter atacarán en cualquier momento, y mi crueldad no tiene límites, mucho menos la crueldad de mi padre, la crueldad de Severus o de mi grupo de élite... Pero quiero saber cuánta crueldad están dispuestos a ejercer, cuánta crueldad están dispuestos a soportar.

The kingdom of nothing. [+18]Where stories live. Discover now