Capítulo tres

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Noche del Martes (... o técnicamente mañana del Miércoles.)

Era bien pasada la medianoche cuando Chan se escabulló devuelta a su cuarto. Su fatiga casi se había manifestado como algo tangible, siguiéndolo como una sombra y rehusándose a dejarlo solo. En cierto modo hacía su vida más difícil, pero entonces de nuevo, también estar obsesionado con Kim Seungmin.

Bien, quizás obsesionado era llevarlo muy lejos.

Chan no estaba obsesionado. Él solamente estaba encaprichado; completa y desesperanzadamente encaprichado con el chico de pecas. Pero, ¿Cómo podría no estarlo? Antes de que comiences a juzgar, en realidad, Chan sabía que Seungmin existía antes de este año escolar. Y, por si quisieras saber, siempre pensó que Seungmin era ardiente, un hecho que lo asustaba hasta la médula. En realidad, siempre se preguntó cómo no había una multitud de gente alineada para saltar a los huesos del chico porque él era, en serio, perfecto.

La razón por la que este año era diferente había comenzado con el día en que se había quedado dormido en el cuarto de vestuario. No tenía la intención de que pasara —obviamente— pero se había quedado despierto la mayor parte de la noche anterior porque él y Jeongin habían dejado que Minho durmiera en su cuarto y el muchacho no pudo callarse la mayoría de la noche. Entonces, después de una particularmente agotadora práctica que había sido más que nada acondicionadora (porque hay que decirlo, su entrenador era un bastardo chiflado), Chan se acurrucó en una banca y cayó dormido. Sus compañeros no se molestaron en despertarlo, pensando que era divertido (como Minho) o sintiendo culpa y queriendo que durmiera (como Jeongin). De todos modos, cuando Chan despertó, estaba solo en el oscuro camerino.

Cuando se las arregló para hacer su camino fuera (que, déjame contarte, no fue fácil considerando que estaba tan oscuro como el carbón), había estado completamente preparado para simplemente danzar fuera de la pista de hielo, volver a su cuarto, y preparar un alegato para mañana acerca de sus compañeros de equipo dejándolo atrás.

Y en eso esta cuando vio que no estaba solo. La primera noche, la primera vez que Chan había visto a Seungmin patinar, había estado tan shockeado que todo el aire había dejado sus pulmones y se había quedado clavado donde estaba, su cuerpo negándose a mover. Chan nunca había visto a alguien moverse tan fluidamente, sin esfuerzo a través del hielo. Lo hizo preguntarse cómo es que nunca había visto el patinaje artístico en acción antes, y sintió como se había perdido años de idolatrar y babear.

Ahí fue cuando comprendió que Seungmin era hermoso. No sólo "en forma", no sólo caliente, sino absolutamente cien por ciento hermoso. Ahí fue cuando en realidad comenzó a prestarle atención al otro chico.

Vio entonces que Seungmin no sólo tenía ojos oscuros. No, él tenía profundas piscinas de brillante café que Chan podía ver perdiéndose en ellos. El tipo de ojos que te golpeaban y brillaban con picardía pero también guardaban la calidez de mil estrellas.

No sólo tenía cabello anaranjado. Su cabello era color fuego y emplumado, y Chan de hecho gastó una infernal cantidad de tiempo pensando sobre cómo sería correr sus dedos a través de él, para sentir si era tan suave como lucía.

Sus labios —Dios, sus labios— eran tan llenos y rosados, y Chan quería besarlos y lamerlos y morderlos hasta que estuvieran abultados y rojos y fueran suyos.

Seungmin no sólo tenía un bronceado, musculado cuerpo. Tenía un cuerpo que Chan estaba muy seguro de que debía ser ilegal. La piel dorada que cubría sus bien musculados brazos y pecho era perfecta y de apariencia lisa, y todo lo que Chan podía pensar era como mucho quería pasar sus manos sobre ella, bebiendo en la sensación de su apretado y compacto cuerpo y— wow, pensamientos peligrosos.

Corazones Sobre Hielo |Chanmin|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora