Capitulo quince

85 6 1
                                    

HUBO UN SONIDO de botas, muchas de ellas, golpeando el suelo de mármol, y voces, muchos gritos, confusos de ira y emoción, y luego alguien hizo un sonido agudo, como un animal atrapado en una trampa.

—Wonwoo, —una voz rota pronunció mi nombre. —Por favor, por favor, por favor.

Una mano suave fue presionada en mi frente, a un lado de mi cara, y luego a un lado de mi cuello, y después de toda la lucha fue un gran consuelo. Y eso tenía sentido, porque eso es lo que se suponía que era el cielo, paz después de la lucha.

Había un aliento tembloroso, y usé cada gota de fuerza de voluntad que tenía para abrir los ojos porque quería ver quién estaba allí para saludarme.

Zev se inclinaba sobre mí, sus ojos grises un carbón oscuro y profundo, incluso cuando se ensanchaban con asombro. No tenía ni idea de por qué estaba sorprendido. Los dos estábamos muertos, después de todo. Traté de decir algo, no pude, tragué fuerte y luego tosí.

—No eres quien yo esperaba, —susurré.

Estaba temblando, lo cual, para él, incluso en el poco tiempo que lo conocía, parecía claramente fuera de lugar.

—Pensé cuando abriera los ojos que Nerilla estaría esperando, o mi amigo Eddie, —le dije. —No estoy decepcionado, —le dejé claro, porque no quería herir sus sentimientos. —Pero estoy sorprendido.

Tal vez como era mi campeón en la vida, fue el primero que me recibió después de mi muerte. Tal vez eso era lo que Nerilla quería decir con lo de encontrar a Jarah antes de volver a casa con Cassius. No tenía ni idea de que llevar a un campeón se extendía a mi vida después de la muerte.

Entonces me di cuenta de que mi vida estaba realmente acabada. Suspiré profundamente y cerré los ojos, las lágrimas salieron rápido, calientes, deslizándose por debajo de mis párpados. Ya me faltaba Mingyu.
Me preguntaba si se volvería a enamorar, y si es así, ¿me olvidaría?

—Wonwoo, —cantó Zev, acariciando mi cabello. —Abre los ojos, mi consorte.

Fue muy difícil de hacer, requirió gran concentración, como tratar de despertar de un sueño. Todo lo que tenía que hacer era abrir mis párpados, pero me costó mucho esfuerzo.

—Por favor, —suplicó, y no estaba seguro de cómo me sentía acerca de este amable y gentil Zev.

Abriendo los ojos, miré hacia arriba a todo el hermoso gris lavado por la tormenta.

—No estoy muerto, —me dijo. —Y tú tampoco.

Tuve que toser de nuevo, suavemente, para que mi voz funcionara. Me sentí muy mal por tener que ser yo quien se lo dijera.

—Lo siento mucho, Zev, pero tú lo estás. Ambos estamos muertos.

Sacudió la cabeza.

—No, mi consorte, ambos estamos muy vivos.

Eso no tenía sentido.

—Pero Yeosuk dijo que estabas muerto.

—Lo sé, —me tranquilizó, levantando mi brazo izquierdo, estirándolo para que mi mano se apoyara en mi cadera. —Te haría rodar hasta tu espalda, pero tu cabeza está sangrando e hinchada, y tengo miedo de que te haga daño.

Nerilla estaba a mi lado, de lado como yo, con los ojos cerrados como si estuviera durmiendo, con sus gruesas pestañas negras sobre la piel de bronce de su mejilla.

Eris estaba de repente allí, bajando a una rodilla junto a Zev antes de levantar suavemente a Nerilla de mi arruinado brazo derecho que estaba inmovilizado debajo de ella. Mientras miraba, la sostuvo hasta que Brenna entró en mi campo de visión, poniendo una manta en el suelo para que Eris pudiera colocar a Nerilla encima de ella antes de que ambas la envolvieran, toda ella, el último pliegue cubriendo su dulce cara.

HC (Meanie)Where stories live. Discover now