Cita

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Después de comer me llevó a una pequeña calita en la que no había nadie.

Estaba totalmente vacía.

Completa para nosotros.

Pedri sacó una manta y la puso en el suelo, llevaba una mochila y empezó a sacar mis dulces favoritos, una botella de champagne que no había visto en mi vida y lo colocó todo en la manta.

- Es el mejor sitio para ver el atardecer. -aseguró.

- ¿Cómo descubriste este lugar? -pregunté ilusionada, mirando a mi alrededor.

Era precioso.

- Uno de los primeros días que estuve aquí, estaba jodido y cogí el coche, me terminé perdiendo y acabé sin querer aquí. -explicó.

- Es precioso. -admití en voz alta.

- Ven aquí, amazona. -palmeó la manta a su lado y me senté con él.

- Es todo muy diferente de Tenerife. -dije entre el silencio que se había formado.

- Haremos algo, tu preguntarás lo que sea que necesites saber y yo te lo contaré todo, sin mentiras, sin excusas. -se sentó más recto y quedamos cara a cara.

- ¿Pensaste en llamarme alguna vez? ¿aunque fuese en mi cumpleaños? -pregunté.

- Cada día, cuando me pasaba algo que me ilusionaba, siempre llegaba a casa y cogía el teléfono, pero no me atrevía a llamarte Eva, para mi escuchar tu voz era volver atrás, tu estabas lejos y yo intentaba pasar página y fue la única solución que vi. -contestó y su voz era tranquila, sincera.

- ¿Has salido con alguna chica? -pregunté, por algún motivo necesitaba saberlo.

- Solo he pasado la noche con tres, nada más de eso. -aseguró.

Asentí.

A una ya la conocía y estaba loca, perfecto.

- ¿Por qué estás haciendo todo esto? -abrí los brazos, refiriéndome a la cita, a intentar arreglarlo todo, al verano que habíamos pasado juntos.

- Porque llevo años enamorado de ti, me acuerdo el momento exacto en que supe que me había enamorado de ti, teníamos quince años. -contestó.

Intenté pensar en que momento podría haber pasado eso.

Yo también llevaba años detrás de él.

- ¿Crees que sabremos hacerlo bien? no quiero terminar mal de nuevo, Pepi.. -murmuré casi sin voz.

- Creo que los dos podemos con todo lo que se nos ponga delante, y más si estamos juntos. -aseguró.

Sonreí.

Siempre me decía eso años atrás.

- Creo que no tengo más preguntas por ahora. -hablé y cogí una fresa cubierta de chocolate, me la metí en la boca y le sonreí.

- Es que como no voy a estar yo enamorado de ti. -murmuró con una risita.

Solté una carcajada y le tiré una fresa.

La cogió al vuelo y la mordió.

Que guapo era.

Nos quedamos ahí, hablando y recordando años pasados entre risas.

Terminé apoyada en sus piernas, mientras él jugaba con mi pelo, entrelazándolo con sus dedos.

- ¿Cuándo llega Max? -preguntó entre el silencio en el que los dos mirábamos como el sol iba bajando con suavidad hacia el mar.

- Mañana a las diez. -sonreí ilusionada por tenerle de nuevo conmigo.

- Supongo que se quedará en los establos de sira con el suyo. -comentó.

- Sí, tiene sitio para él y me ha asegurado que ahí estará genial. -contesté.

- Pues vamos a cenar y te llevo pronto a casa de Sira, así descansas para ir mañana a recogerle. -se levantó y tiró de mi.

Recogimos la manta y todo lo demás y nos metimos en el coche de nuevo.

Llegamos al restaurante y comimos hasta artarnos, estaba tan llena que sentía que iba a explotar.

- ¿Ya lo consideras una cita? -preguntó Pedri cuando salimos del restaurante, cogiéndome de la cintura para girarme hacia él.

- Puede.. -contesté risueña.

- ¿Puede? si es una cita tiene que haber beso. -se quejó, indignado.

Solté una carcajada.

- ¿Me está pidiendo un beso en la primera cita, Pedro González? -dramaticé con la mano en el pecho.

Fue él el que soltó una carcajada esta vez.

- Te estoy pidiendo que vengas a mi cama, amazona. -me miró y mi cuerpo sintió un escalofrío completo recorrerme de la cabeza a los pies.

Me quedé pensando.

Claro que quería.

Y se lo había currado mucho.

Había sido una cita malditamente perfecta.

- Llévame a casa, Pepi. -murmuré.

Él casi gritó de la emoción que se le acumuló en los ojos.

Cogió mi mano y tiró de mi directa hacia el coche, casi corriendo.

En el coche, aceleró a toda velocidad y colocó su mano en mi muslo, dándome pequeños apretones que enviaban corrientes eléctricas directas a mi punto débil.

Aparcó delante de su casa y bajó casi corriendo.

- No puedo, necesito besarte ya. -murmuró sacándome del coche y estampándome contra su pecho.

- No esperes más. -me reí.

Empezamos a caminar hacía atrás, chocando con los cuatro escalones, con nuestras bocas a milímetros.

Los dos riendo, con su mano buscando la llave en su bolsillo y yo colgada de su cuello.

- ¿Esto es coña verdad?

Una voz habló detrás de nosotros y mi cuerpo perdió todo el calor que acababa de coger.

Pedri se quedó blanco.

No podía ser verdad.

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TENÉIS UN TIKTOK Q SI LLEGA A LOS 4 MIL LIKES TENDRÉIS FLASHBACK DE COMO PEDRI SE ENAMORÓ DE EVA

Volver a ti +18 - Pedri GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora