Arregla esto +18

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Ella no podía estar aquí.

No podía estar arruinando de nuevo este momento.

- ¿Qué haces aquí? creo que dejé las cosas muy claras. -la voz de Pedri era como una piedra, no había sentimientos, dura.

Seguíamos pegados el uno al otro.

Yo había intentado alejarme de él al escuchar su voz.

Pero Pedri no me había soltado.

- He venido a verte, te echaba de menos. -sonrió Tania.

¿Esta tía era tonta?

- Creo que puedes ver que él a ti no. -hablé cansada de verla por ahí.

- ¿Segura de eso, bonita? -seguía sonriendo.

- Baja la vista a sus manos, corazón, obviamente estás molestando, la que sobra aquí eres tu. -esta vez me reí yo al ver como ella miraba nuestros cuerpos juntos.

Tania soltó un gruñido y dio un pisotón en el suelo, sacándome una carcajada al ver eso.

Madre mía.

¿Pedri se había tirado a esa?

Me compadecía de él, en serio.

- ¿Vas a irte o quieres ver el espectáculo? -preguntó Pedri cansado.

- Esto no acaba aquí. -se quejó Tania con voz de pito, alejándose con pisotones sonoros.

- ¿Por dónde iba, amazona? -preguntó con la voz ronca de nuevo.

- La llave, Pepi, la maldita llave. -me reí.

Él buscó la llave y abrió la puerta de su casa.

Entramos los dos golpeándonos contra todo lo que encontrábamos.

Nuestras bocas juntas de nuevo, necesitados el uno del otro.

No me importaba nada, ya arreglaríamos todo lo demás en otro momento.

Ahora solo le quería a él, cerca, dentro, por todos lados.

Le necesitaba más que respirar en esos momentos.

Conseguimos llegar a su cama y me tiró encima de ella, con su cuerpo encima del mío, besando mi cuello.

- ¿Cuántas afortunadas han pasado por esta cama? -pregunté con la voz entrecortada, picándole.

- Ninguna, y lo puedo jurar por mi madre. -gruñó contra mi cuello y mi cuerpo reaccionó a eso, a sus palabras y sus besos.

Solté un gemido ronco, aferrándome más a él.

No había llevado a nadie ahí, yo era la primera.

- Solo disfruta esta noche, amazona, no pienses en nada, mañana nos encargaremos de todo lo malo. -murmuró llegando a mis pechos, los cuales había dejado al descubierto.

Los besó y chupó, haciéndome gritar de placer y retorcerme debajo de él.

No dejó de besar cada maldito centímetro de mi cuerpo hasta que estuvimos los dos completamente desnudos y él rebuscaba en su cajón en busca de un condón.

Cuando lo encontró sonreí pícara al ver como se lo extendía por su gran longitud.

Me lamí los labios, necesitándolo cada vez más.

- Pepi.. -gemí cuando se colocó entre mis piernas y su punta chocó contra mis pliegues.

Él gimió al escucharme y empujó.

Entró tan lento que me volví loca, me aferré a su pelo y a sus hombros.

Más, quería más.

Sus embestidas se volvieron frenéticas, duras y sin pausa alguna.

Volver a ti +18 - Pedri GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora