Capítulo 3

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Gavrel

__ ¡Buenas mañanas! - su voz llega como un silbido a mis oídos. Fuerte e insoportable. - Si me preguntas que hora es, son las nueve de la mañana. Ya ordené el desayuno y pedí que trajeran unas cuantas porciones más. - salta de la cama y la odio por sacudirla de esa forma. - Amo el desayuno y comería todas las porciones que hayan disponibles.

Me froto la cara, sigue hablando contando datos que no pedí. Quizá se comió veinte cotorras también porque el silencio no lo conoce.

__ Se quitó la lluvia.

__ No soy ciego.

__ Las buenas vibras son muy notables en tí. Mi prima dice que solo es de anivelar las...

__ Que te las anivele a tí, tienes demasiadas. - repelo.

Me saco el cinturón dispuesto a ir por un baño.

__ Dime que trajiste ropa. - enarco una ceja desde mi altura. - No me veas así. Te lo digo, porque no vine aquí por un hombre desnudo.

__ Yo vine a follar y no se dió. No todos los deseos se hacen realidad - explico sencillamente. - Resígnate.

__ Eres nefasto ¿sabías?

__ Si, no pude dormir por estar pensando en como cambiar eso. - alego cerrando la puerta atrás de mí.

La detesto.

Abro la ducha para meterme bajo el chorro de agua helada, tengo calor por algún motivo. No es el clima, eso lo tengo claro.

Podría desaparecerla y dormir tranquilo porque no habrá una lora que se comió un megáfono en la misma habitación que yo.

Cierro los ojos y paso el jabón sobre mi cuerpo para quitar la suciedad que adquirí estás horas. En estos lugares la limpieza no es tan óptima como se espera. Dejo caer mi cabeza hacia atrás hasta que unos pasos me alertan, volteo solo para ver a la chiquilla de pie, con la boca abierta y sus ojos prendados en la parte baja.

__ Big...big...biiig...boy. - hace ademanes al tiempo que habla, para terminar con sus labios separados, me invitan a tomarlos. Una boca hecha para conseguir el placer que puede otorgar.

Pecado y ternura en un solo ser.

Sigue detallando mi verga que sigue erguida mientras no me esfuerzo un solo segundo en cubrirme. Llegué primero. Sabía que me iba a dar un baño y aún al verme desnudo no me quita los ojos causando un morbo excitante en el ambiente.

__ ¿Todo eso es normal? - inquiere con la boca abierta. - No lo es. Se parece al...

__ Me la implanté. - la tomo entre mis manos. - Ahora las venden por catalogo, la recibí por paquetería y solo hay que instalarlas.

No puede siquiera irse, es morbosa, perversa, lo único que necesita es aquel que le muestre como y donde implementarlo

Me acribilla por mi respuesta. Nadie más que ella tiene la culpa de obtenerlas.

__ Ya entendí. No tenías que ser sarcástico.- me dice. Pasa saliva volviendo a verme a la cara, ahí es cuando su vergüenza llega. - Venía a avisar que el desayuno llegó. Pero ahora no sé de qué es el hambre que tengo... Cállate, mente cochina.

Cierra la puerta al salir como si pudiera devolver el tiempo con eso.

Mi risa se deja ver. Es atrevida aún en una inocencia que quisiera saber que tan limitante con su perversidad es. Esa mirada verde azulada con tinte verde es extrañamente delicada, pero curiosa.

__ ¿Si ya desocupó el baño, puedo pasar a limpiar, amo? - cuestiona por lo alto.

Su puto amo me endurece más. Si lo dijera de otra forma sería gimiendo. Aprieto la longitud en mi mano con la imagen que mi mente crea.

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