Capítulo 9

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Gavrel

Siempre he sido de controlar lo que hago, planear lo que haré y desistir cuando sé que algo no me conviene, pero todo es imposible de recordar cuando estoy con la mano en el cuello de Arleth, mientras la sostengo con las piernas encogidas, en tanto estoy por romper las prendas que tiene encima.

Su boca me tiene cegado, sus manos me aprisionan el cuello llevándome con ella cada vez que me separo. Apenas respiro debido a la agitación, más cuando me aprisiona con sus muslos, atacando, exigiendo ser atendida tanto como quiero hacerlo.

Retiro la prenda que le deja los senos descubiertos, deseando hacerle sentir el dolor que estos causan en mi verga endurecida, siento que me estallará debido a la tensión exagerada que tengo.

La dureza es tal que no puedo evitar soltar el sonido gutural que muere en su garganta.

__ Detente. Tengo que...

__ Tienes que quitarme estas malditas ganas que tengo de tí. - desabrocho su short, mientras me lleno la boca con los montículos de sus senos. Su uña rastrilla mi cuello dejando la piel levantada, el ardor en lugar de darme un alto solo me pone peor.

No me basta, nada me basta y me enoja que sea así.

Abre mi camisa con la misma urgencia que yo de desaparecer todo lo que nos separa. Mi mano la encierra, sus ojos se abren y en lugar de mostrar miedo parece estar fascinada con lo que ve y siente.

__ Te voy a encajar la polla tantas veces que vas a recordar esto, con cada paso que des. - muerdo su mejilla dándole la vuelta para ponerla en cuatro.

Su chillido de sorpresa solo me hace apretar los dientes al verla arqueando la espalda. Se amolda a mi agarre como si le encantara ser dominada.

Bajo sus shorts, beso su espalda desnuda y sonríe, algo que desaparece cuando mi mano se estrella en su trasero desnudo, la piel se enrojece y mi miembro bota una gota de preseminal que siento bajando por el capullo.

Paso saliva.

__ Dos. - digo al volver a repetir la acción, ella gimotea, echa su cabeza hacia el frente y suspira.

__ Duele.

__ Te va a doler más que te folle como quiero. - el lóbulo de su oreja queda entre mis dientes. - Y aún así lo quieres.

Una tercera vez mi mano impacta en sus nalgas. La beso de nuevo, presiono mi miembro en la unión de sus nalgas, a lo que suspira temblorosamente.

__ Cuéntalas, salvaje. Cuenta. - deslizo un dedo por la línea de su espina dorsal. Antes de oírse el choque de mi mano de nuevo. - Estás chorreando.

Paso un dedo por la hendidura brillosa de su pequeña entrepierna emanando la humedad que me seca la boca.

__ Gavrel, no...

Una y otra vez sus nalgas reciben mi palma provocando más gemidos de su linda boquita que intenta sellar, pero lo evito una vez más.

__ Duele.

__ Lo sé. - rozo mis labios en su hombro antes de volverlo hacer. - ¿Cuántas?

__ Treinta. - hipa causando que mi polla ya no soporte.

__ No te reprimas, salvaje. Déjame escucharte.

Aprieta sus ojos, respirando con anormalidad antes de sollozar, que malditamente bien se escucha. Jodido y delicioso llanto, placentero y mojado choque de su carne al ser lastimado.

Mi mente quedandose en blanco deshace mi juicio, la sangre rugiendo entre mis oídos por la preciosa imagen de su culo hinchado luego de un castigo que me hace desear desistir, pero debe entender que nadie tiene la osadía de desafiarme, por ello cuando el número cuarenta y siete llega, la hebilla de mi cinturón golpea el piso agradeciendo al maldito infierno que su tortura haya culminado.

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