Capítulo X

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En algún momento del día, mis perezosos ojos decidieron al fin abrirse y empezaron a analizarlo todo. Con apenas 17 años y cada día me despierto en una cama distinta, esto es realmente extraño.

El cuarto era bastante lugubre y sombrío, las paredes eran moradas con motivos florales en tonos granates, las sabanas eran blancas a excepción del cubre el cual era de un granate intenso con detalles en negro y oro. El suelo estaba cubierto por una moqueta gris, la cual estaba realmente impoluta y bien peinada.

Me incorpore con lentitud y me sorprendió ver que mi hombro y brazo estaban bien vendados  y casi sanados, a su vez, junto a la mesilla de noche había un gotero el cual estaba sujeto por una alta estructura de metal, este tenía un tubo que conectaba a una pequeña aguja, la cual descansaba en el mueble.
Sin esperar más, me levanté finalmente de la cama y empecé a explorar el lugar.

Tras la pesada puerta de roble oscuro me esperaba un interminable conjunto de pasillos, igual de vacío y oscuro que la habitación. A pesar de las ventanas, todas estaban cubiertas por gruesas cortinas rojas con detalles en color oro, estas no dejaban ni un solo rayo de sol pasar el cristal, así que todo estaba iluminado por candelabros con aspecto antiguo que adornaban el techo.

No tenía ni la más mínima idea de a donde ir, así que sencillamente fui girando al azar.
Una para la derecha, dos para la izquierda, sigo recto, retrocedo porque hay guardias, me meto en una puerta que vi abierta, sigo todo recto, giro otra vez a la izquierda y luego a la derecha.
Iba a continuar con mis decisiones aleatorias si no fuese porque escuche unas voces, lo primero que se me ocurrió fue descubrir de donde venían, así que empecé a seguirlas. A partir de aquí ya deje de recordar el camino, creo que hasta hubiese sido mejor idea ir dejando migas de pan por el suelo, pero ya no había vuelta atrás.

Había un portón de más de dos metros, decorado con dos pomos dorados.
Las voces definitivamente estaban detrás de aquella puerta. Sin importarme demasiado lo que podrían decir las personas de su interior, empuje con dificultad una de las enormes puertas, fue más complicado teniendo en cuenta el hombro que tenía lesionado, pero realmente quería saber donde estaba.

Nada más entrar a la sala me encontré con una mesa kilométrica y montones de sillas a su alrededor, en cada una de las sillas había un demonio sentado, todos llevaban ropa elegante y formal, al final de la larga mesa estaba una silla más grande donde se sentaba Dexter el cual me miraba con sorpresa.

Al ver como todas sus miradas se clavaban en mí, me puse muy nerviosa, me hacían sentir diminuta, a comparación de aquellos tipos, altos, trajeados, con una mirada fría y seria, yo parecía una niña pequeña que se había perdido en el supermercado.

Rápidamente Dexter anunció que pospondría el resto de los acuerdos para el siguiente día y les pidió que abandonaran la sala, todos cumplieron, aunque muchos me miraban, no se si con odio, asco o indiferencia. La cuestión fue que en apenas sesenta segundos, en la sala solo estábamos él y yo.

-¿Qué tal te encuentras?- Me preguntó mientras se acercaba a mi.
-Bueno...¿Bien? Solo que muy confundida y perdida, tengo demasiadas preguntas.- Admití con sinceridad.
-Tranquila, se irán resolviendo poco a poco, pero dime una cosa ¿Te acuerdas de lo que pasó el otro dia? En el enfrentamiento.- Dijo mientras se apoyaba en la mesa.
Los nervios me volvieron a ahogar con esa pregunta, todo fue muy confuso y pasó muy rápido, no sabía qué responder.
-Yo...bueno, más o menos me acuerdo, es decir, todo pasó muy rápido y luego me dormí, o algo así- Le dije intentando no titubear.
-Tranquila- Dijo cogiéndome de la mano. -Por ahora procura descansar, te iré explicando poco a poco, dónde estás, qué haces aquí y sobretodo, cual es tu deber como emperadora- Dijo esbozando un ligera sonrisa.
-¿Emperadora? Debes de estar bromeando, vale que me salieran unas alas y todo el rollo, pero, ¿Emperadora? Algo debe de estar mal, seguro que tiene alguna explicación y todo es un malen- Repentinamente puso un dedo sobre mis labios mandándome silencio.
-No hay ningún error, sencillamente eres la elegida, tengo plena confianza en que lo harás bien- Me explico animándome.
-Pero, ¿No debía de ser un hombre? y...- Hice una pequeña pausa para analizar lo que estaba a punto de decir.
-¿No debería de ser tu aliado?- Dije con un hilo de voz, apartando la mirada de sus ojos cian.
-Contestando a tus preguntas, sí y no, desde hace más de medio millón de años que no se cambian de emperador, es posible que en el pasado haya habido alguna emperatriz, y por lo otro...no te preocupes, ya te iras acostumbrando a todo en general- Me respondió con seguridad.

Acto seguido me cogió en brazos y me apoyó en la mesa. Para luego coger mi brazo izquierdo y besar sus marcas.
-Hmm...-respiro con fuerza- Debes de ser más fuerte que esto, pequeña "humana"
Baje la mirada con vergüenza, no podía mirarle a la cara. Al ver mi acto me levanto el mentón para obligarme a verla.
-Te dije que eras una humana especial.

Terminamos nuestra conversación con un agradable abrazo, silencioso pero perfecto.

La verdad es que Dexter podría ser un gran asesino, torturar personas, hacer masacres y sembrar el caos, pero en el fondo tenía una pizca de bondad.

Después de la charla me guió de nuevo hasta el cuarto, intentaba recordar el camino, pero que la mansión fuese tan sumamente inmensa, y que todos los pasillos parecieran gemelos, no ayudaba.

-Ten- Me dijo mientras sostenía un plano.
-Es algo antiguo y hay algunas modificaciones, pero te servirá para ir aprendiendo dónde está cada lugar, solo procura no salir ni bajar al sótano, por el resto, puedes caminar a tus anchas- Sin dejarme tan siquiera darle las gracias, se excusó diciendo que tenía una reunión urgente a la cual asistir.

Cuando al fin estuve sola, cogí el mapa, lo intenté poner del lado derecho y comencé a andar. El mapa tenía algunas letras que suponía que eran algunas indicaciones, la cuestión, es que ese idioma para mi, era indescifrable.

Sin prestarle mucha atención seguí mi camino, iba perfectamente con el mapa hasta que me di cuenta de que en el mapa, donde yo supuestamente estaba aparecia un pasillo con dos puertas y otro pasillo cruzándose, en cambio, ni había otro pasillo cruzándolo, ni hacia dos puertas, solo era una especie de callejón que terminaba con una sola puerta. Estaba más desgastada que las demás, aparte de tener un aspecto mucho más antiguo y sucio. Tenía un viejo cartel colgando de un clavo que efectivamente decía algo. ¿El qué? Ni idea.

No se si la curiosidad llegó a matar al gato, pero ya me parecia que pronto me mataría a mi. Pensé en primero preguntarle a Dexter si podía cruzar aquella puerta y que significaba aquel letrero. Luego caí en que ni siquiera sabía donde estaba ahora, difícilmente iba a saber dónde estaba él, ya que ni siquiera estaba segura si seguía dentro de la casa. Intenté abrir la puerta, pero aparentemente estaba cerrada, tras algunos intentos más, la puerta cedió y comenzó a abrirse, generando un sonoro chirrido.
Detrás de aquella puerta había un sin fin de escaleras que iban descendiendo, y por cada escalón que bajabas, la luz se reducía. Empecé a bajar los escalones, los cuales, a cada una de mis pisadas, hacían un desagradable sonido y daba la sensación de que se irían a romper en cualquier momento. Bajé un total de treinta escalones, y ya apenas podía ver algo, hasta que note que algunos escalones abajo, había otra puerta, también con bastantes carteles. La puerta tenía una fina línea de luz en la parte inferior. Rápidamente terminé de bajar los escalones y abrí la puerta, cosa de lo que inmediatamente me arrepentí.

Había un vacío, literalmente, lo único que decoraba la habitación, si es que así se le podía llamar, era una pequeña lámpara de pared, pegada al lado de la puerta. No me di cuenta, cuando uno de mis pies ya estaba metido en el vacío, y el otro iba por el mismo camino.

El miedo me recorría el cuerpo y me aferré con fuerza al pomo de la puerta. Empecé a gritar desesperadamente, en un intento de que alguien me escuchase. Pasé algunos minutos, colgando como un embutido. Mi hombro estaba a punto de llegar a su límite, cada vez su agarre decaía y se aflojaba más, hasta el punto de que se soltó. Ahora solo tenía un brazo, lo cual hizo que mi miedo se duplicase. Me sentí aliviada al escuchar a alguien bajar las escaleras a toda prisa.

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Mi debilidad 🥀Where stories live. Discover now