✦Septuagésimo✦

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-¡Feliz cumpleaños, Suga!

Nada más abrí mis ojos esa mañana, una oleada de besos y abrazos sofoco mi adormilado cuerpo. El puñado de chicas a las que consideraba mis hermanas me llenaron de mimos y felicitaciones que hicieron de mi mañana un recuerdo cálido y agradable. Pero aún en medio de tanto afecto y cariño, noté la usencia de dos presencias cruciales.

-¿Dónde esta Vainilla? -Cuestioné, tratando de estirar mi cabeza por encima de las muchachas de todas las edades que rodeaban mi futón. Sentí como sus rostros se congelaban y una oleada de vacilación manchaba sus expresiones. También me di cuenta de que mamá no estaba, pero conociendo lo sensible y cambiante que era su humor en días como estos poco me importo su ausencia.

-Ella... tuvo que cerrar anoche. -Una de ellas responde. 

-¿No debería ya estar aquí? -Insistí, triste de no tenerla a mi lado. Nadie dijo nada, asumí que sería mejor dejar el tema y centre mi atención en el regalo que había llegado a mi regazo sin que me diera cuenta. Una sincera euforia inundo mi pecho, no tenía en claro el porqué, pero sabía que nuestra situación nos impedía tener este tipo de detalles con regularidad. -¿Es para mi?

-¡Ábrelo, lo compramos entre todas! 

Emocionada, desdoble con cuidado la envoltura de papel y abrí la caja. Era un yukata, la primera y mas bonita yukata que había tenido la oportunidad de palpar entre mis manos. Inspeccione con asombro la suave tela de la prenda, el cinturón con detalles dorados, las sandalias ligeras y elegantes, y un pequeño pendiente que parecían complementar el conjunto a la perfección. Estaba atónita, no recordaba la última vez que había recibido ropa tan bonita y nueva, así que simplemente no supe que decir.

-¿Te gusta? -Ellas estaban expectantes, ansiosas de conocer mi reacción. La sonrisa se formo antes de que pudiera darme cuenta, me aferre a la prenda como si fuera lo mas valioso en el mundo y contuve mi voz para no sollozar.

-¡Me encanta! ¡Es hermosa, ¿Cómo la consiguieron?! 

-Já, no hay nada que no podamos lograr cuando nos lo proponemos.

-¿Qué estas esperando? ¡Póntela!

-¿Pu-puedo...? -Todo era tan irreal, hasta el punto de que temía de que esto fuera tan solo un sueño.

-¡Claro que si, es tuya! 

Y así lo hice, con la ayuda de mis hermanas logre acomodar la novedosa ropa en mi cuerpo y sentirme como toda una princesa. Era un poco incomodo usar el fajín y podía sentir como la falda estrecha y larga quitaba movilidad, pero eso no hizo menguar mi emoción. Era una hermosa yukata, ¡mi yukata!

-Esperemos que la uses esta noche, cuando vayas al festival con Vainilla.

-¡Más te vale no ensuciarla o ya veras!

-¡Si, por supuesto!  -La alegría era evidente en mi, ¡no solo saldría esa noche sino que también lo haría vestida en algo muy hermoso! En ese momento me aventure a pensar que sería el mejor día de mi vida.

Sin saber lo equivocada que estaba.

.

.

-Feliz cumpleaños Suga, lamento llegar a estas horas. -La tarde había llegado, y Vainilla finalmente regresó. Seguía sin ver a mamá por ningún lado, pero no le preste atención. Hace mucho que acepte que no era gratificante para ella saber que estaba creciendo, era como un recordatorio de que había pasado otro año sin que ese hombre regresará. 

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