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Todos los jardineros parpadearon cuando escucharon las palabras inesperadas.

Nadie pareció entender lo que dijo Anastasia.

—Su Majestad, Su Majestad. ¿Qué quiere decir...?

—Pero debemos darnos prisa. Está en malas condiciones.

Anastasia miró a los jardineros y preguntó después de fruncir el ceño ligeramente.

—¿Puedes hacer lo que te digo que hagas?

Los ojos de los jardineros mostraron que no entendían bien la situación.

Pero la pregunta de Anastasia fue respondida rápidamente con asentimientos.

—Lo que sea... Estábamos desesperados porque no se nos ocurre algo.

—Debido a que la tasa de reproducción es más rápida que la tasa de captura de insectos... Si hay alguna posibilidad, lo haré.

—No hay necesidad de ser tan pesimista. Es más simple de lo que crees.

Anastasia hizo señas a los jardineros para que se acercaran.

Pronto, las expresiones de los jardineros, que escucharon lo que dijo Anastasia, se tiñeron de vergüenza y sorpresa.

—Hwa, Su Majestad, pero eso...

—¿No cree que el jardín morirá más rápido?

—Oh, confía en mí.

Mientras Anastasia sonreía con confianza, los jardineros sospecharon, pero asintieron. No había otra manera de intentarlo de todos modos.

***

—¡Su Majestad, Su Majestad!

Al mediodía, el grito de Colton rompió el silencio de la tranquila oficina.

Wilhelm, que estaba concentrado en el documento, criticó a Colton, quien entró corriendo con el ceño fruncido.

—El sirviente del palacio central es tan indigno.

—Lo siento, lo siento, Su Majestad. Pero... pero realmente sucedió.

—¿Es un gran problema?

—El jardín de la Diosa...

En el momento en que escuchó eso, el corazón de Wilhelm se hundió.

—... ¿Está muerto?

Sin embargo, la respuesta fue lo contrario de lo que le preocupaba.

—No, Su Majestad. Está completamente revivido.

—¿Qué?

En el momento en que escuchó eso, Wilhelm saltó de su asiento.

—¿Qué significa eso? Acabas de informar ayer que no mejoró.

—Eso es... bueno, eso es cierto...

Colton, que estaba jadeando mientras corría, respondió con dificultad.

—Es verdad. Yo personalmente... estoy en camino de comprobarlo con mis propios ojos.

—De ninguna manera.

Pero Wilhelm no podía creerlo.

El mismo vio que se estuviera muriendo hace unos días.

No había forma que hubiera revivido.

Así que también estaba luchando para encontrar las medidas...

—Necesito verlo por mí mismo.

Wilhelm tomó el camino hacia el Jardín de la Diosa. Durante todo el viaje se sintió mareado como si le hubieran torcido un hilo.

AnastasiaWhere stories live. Discover now