capitulo 1, domingo (editado)

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Por lo general, el domingo en esa profesión era un buen dia para descansar. Los hombres pasaban el dia con sus familias y poco tiempo tenían para escapar y echar una "canita al aire". Un dia para descansar y poner en orden todas sus prioridades y como no, contar lo que había echo en toda la semana y organizarse económicamente.
Esa semana habían sido seiscientos setenta y cinco euros de los cuales cincuenta serian para ropa, cincuenta para comida y veinte para recargas móviles. El resto iría directo a una hucha con llave que guardaba a buen recaudo bajo su cama. Abrió la caja para poner el dinero restante, lo apunto en su cuaderno para llevar una cuenta de cuales eran sus ahorros. Diez mil ochos cientos cincuenta y cuatro euros en esos tres últimos meses, no estaba nada mal.

Estaba sentada sobre la cama de aquella habitación de color blanco en la cual solía trabajar casi a cualquier hora del día, sobre todo por la noche era cuando más movimiento había. Durante el día se lo pasaba durmiendo hasta las cinco o seis de la tarde que se despertaba y comenzaba de nuevo a trabajar. Esa rutina le estaba pasando factura y es que sus ojeras le estaban convirtiendo poco a poco en un mapache humano.
La habitación era un poco mas grande que una habitación normal, tenia una cama doble con un pequeño armario de color marrón, un mueble cajonero a juego del mismo tono y dos mesitas de noche. Sobre el mueble cajonero había una pequeña televisión de veintidós pulgadas que hacían que sus días fuesen mas amenos.

Ella era una chica joven, que había comenzado a trabajar en eso con apenas diecinueve años recién cumplidos y ya conocía la mayoría de los trucos para volver loco a un hombre en apenas unos segundos. Y tambien la mayoria para no tener que tener sexo con ellos.

Ramera, meretriz, puta... Podías llamarla como quisieras, no era algo que le molestase. Sus mejores amigos sabían de su profesión y si ellos no la juzgaban, nadie mas tenia derecho ni el poder de hacer daño.

Era una joven de veintidós años, no tenia un cuerpo 90 60 90 pero no era tampoco una albóndiga con piernas, aunque ella se menospreciara siempre por eso. Su cabello le llegaba por debajo de los hombros castaño. Se lo habia teñido tantas veces que ya no era de un solo tono, tenia las puntas ligeramente mas claras que las raíces y se le habían creado con el tiempo unos reflejos mas claros causados por el sol del clima tropical que en esa tierra reinaba.
Su rostro ovalado era el tipo de rostro que quedaba bien con todo tipo de corte de pelo, pero los verdaderos protagonistas de esa cara eran sus labios, rosados carnosos y apetecibles labios por los que cada cliente querían pagar pero que era lo único que no tenían precio, eran prohibidos.

Su trabajo era fácil y rápido, complacer . Si su trabajo era bueno ellos repetían y ella volvía a trabajar para ellos lo que le garantizaba más dinero. Era fácil, cuando conocías a los hombres.
Aun recordaba la primera vez que tuvo que trabajar para un hombre, como acabo vomitando después de aquella acción que le había echo sentir asquerosa, sucia. Se dio un baño tan largo que sus dedos acabaron arrugados, aun así no acababa de sentirse limpia el todo. Con el tiempo y después de varias citas mas, ya estaba mas que acostumbrada.

Pero supongo que queréis saber como se metió una chica tan joven a un mundo así, drogas quizá? Alcohol? Vicios? Hijos?.
La respuesta a todo eso era un rotundo no.
Juliett no tenia hijos a los que alimentar, no tomaba drogas y solo bebía en contadas ocasiones. Y sólo vodka.
Era la única bebida alcohólica que le gustaba, pero nunca bebía en su trabajo. Eso la confundía, el alcohol le afectaba demasiado rápido y hacia que se sintiese confundida de forma que ellos acababan teniendo el poder en lugar que ella. Eso era algo que nunca podía permitir que pasase.

Cuando empezó a trabajar acababa prácticamente de salir de una relación de años. Estaba atrapada en una vida en la que se sentía encerrada, incompleta.
Sus amigos le habían dado de lado justo cuando peor lo estaba pasando y solo una de ellas se había quedado a su lado sin importar demasiado lo que había pasado entre ella y su pareja, cosa que los demás parecían no comprender. Ellos habían preferido juzgarla y tratarla como si ella fuese la culpable de todo, en vez de escuchar la verdadera versión de las cosas.
Después de marcharse de casa de sus padres, acabo siendo la niñera de su sobrino y prácticamente criada de su hermana mayor quien se había marchado de casa años atrás huyendo de la absurda situación familiar en la que vivían desde hacia tantos años y que sus padres veían como algo demasiado natural.

Eterna sumision.Where stories live. Discover now