10- Jason

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Me moví despacio, intentando no despertarla. Sin embargo, Carolina parecía tener un radar conectado a mí: apenas me había movido unos centímetros cuando ella se giró y pude entrever esos preciosos ojos suyos.

—¿Te vas ya? –me preguntó con una voz ronca.

—Sí, pequeña. Descansa –le dije mientras le quitaba un mechón de pelo que le caía en los ojos y le regalaba un suave beso en la mejilla.

Sonreí al ver cómo se hacía la remolona en la cama. Se abrazó al cojín como una niña pequeña que se agarra a su osito de peluche para no sentirse sola. Ella no quería que me fuera, y yo deseaba no tener que irme. Quería poder quedarme un rato más allí con ella, sentir su piel, olerla...

Cogí la ropa que había dejado al lado de nuestra cama. Me vestí mientras la miraba descansar con tranquilidad. Deseaba volver con ella, pero no podía: tenía que salir y conseguir las rutas de vigilancia de la guardia costera del puerto. No pude contarle toda la verdad ni tampoco lo pretendía, porque no quería involucrarla del todo: no me apetecía que se metiera en este mundo, ella ya había sufrido demasiado. Aún sin palabras, ni conociendo del todo su historia, sabía que Carolina solo canalizaba el dolor mental haciéndole daño a su piel. Igual que hizo mi madre...

Sí, mi madre se quitó la vida cortándose las venas. No pudo soportar el dolor cuando mi padre falleció y se quedó sin nada. La situación la dejó endeudada hasta la medula y no encontró otra solución que cortarse las venas del cuerpo. Antes de llegar a su fin, se había cortado en varios sitios del cuerpo: las piernas, los brazos, el estómago, e incluso la espalda; en sitios en los que uno no cree llegar, ella fue capaz de alcanzarlos para cortarse. Por ese motivo, quise desnudar a Carolina. Necesitaba saber si solo se cortaba en el brazo o si también en algún otro sitio más. Debía protegerla como no había podido hacerlo con mi madre.

¿Sabéis...? Lo vi. Entré en el cuarto de baño y vi cómo se desangraba sin poder hacer nada. Vi a mi madre apoyada en la pared de la ducha mientras la sangre le corría por las muñecas sin parar. Intenté cerrar la herida con la palma de mis manos: apreté fuerte, pero era en vano. Solo tenía cuatro años y apenas entendía que alguien tan joven como mi madre pudiera rendirse aun teniendo un motivo para vivir: me tenía a mí, ¿no era suficiente? Me pregunté mil veces por qué no luchó, y mentiría si no dijera que a veces la odio por rendirse y no luchar. ¡Tenías un motivo, mamá! Sin embargo, parece que yo no fui suficiente para que decidiera seguir viviendo. Aunque yo intenté salvarla, cuando los sanitarios llegaron a nuestra casa ya no pudieron hacer nada por ella.

Moví la cabeza de lado a lado. Lo tenía claro: no pensaba permitir que a Carolina le pasara la mismo.

Carolina no... Ella no terminará así. No es ella. Carolina no es una cobarde.

Me abroché el botón de los vaqueros mientras intentaba borrar la imagen de mi madre biológica muerta. Cogí los zapatos y caminé descalzo hasta la puerta del piso, sin hacer ruido. Cuando ya estaba en la puerta, a punto de irme, sentí un jodido nudo en la garganta. No quería dejarla sola, pero es que no podía hacer otra cosa. Me mordí el labio para reprimir la impotencia que sentía...

Me he preguntado una infinidad de veces a lo largo de toda mi existencia qué habría sido de mi vida si mi padre y mi madre estuvieran vivos. ¿Estaría en la universidad? ¿Tendría un coche? ¿Un trabajo estable? No penséis mal, agradezco mucho que Abu me adoptara y que me diera todo su amor. Abu es mi madre, de eso no cabe duda; pero a veces me resulta imposible no imaginar cómo sería mi vida si ellos dos estuvieran aquí conmigo y fuéramos una familia.

Cogí el metro y luego el autobús, perdido entre todos mis pensamientos. Una vez llegué a mi destinación, miré hacia adelante. Siempre me ha impresionado el puerto de Barcelona: grande, majestuoso, y lleno de trabajadores entrando y saliendo de todas las diferentes salas de carga y descarga. Hay carne, pescado, ropa. Es un lugar de importación y exportación de y hacia todo el mundo; un punto intermedio entre Asia, África y América.

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