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—¿Tú como supiste que Jake era el indicado? —respondí evadiendo su pregunta.

—Fue amor a primera vista, desde el instante que nuestros ojos se cruzaron, hubo algo en su mirada que no había visto en nadie más, con el trato me sentí libre de ser yo misma, sin tener que posar para impresionarlo, y cuando más lo confirme fue aquella vez que chocó mamá, ¿te acuerdas?

—Como olvidarlo, estuvo cinco días en coma y mi padre no se despegó ni un solo segundo de ella, yo más que nadie lo comprendía.

—Yo estaba muy asustada Joseph, pero cuando Jake me abrazaba el miedo se desvanecía por completo y me daba esperanzas de que todo iba a salir bien y, así podría enumerarte miles de cosas, la
alegría que no cabe en el pecho, el regocijo del corazón, hablar sin palabras, mirarlo dormir, desearlo de tal manera que sientes que te quemas por dentro, pero todos percibimos el amor de diferente forma, lo único que te puedo decir es que cuando llegue, simplemente lo sabrás, con mínimos detalles te darás cuenta, cuando quieras reír y llorar, cantar y callar, volar y aterrizar, soñar y despertar, cuando sea la última persona en la que piensas antes de dormir y la primera cuando despiertas y la veas en todas partes aunque sepas bien que no está ahí, en fin hermanito, son tantas cosas.

—Si ya lo veo, me había olvidado de todo eso.

—Pero, creo que finalmente, después de tantos años, estás listo para abrirte de nuevo al amor, definitivamente ella debe ser muy especial para haber logrado ese cambio en ti.

—¿Ella?, no hay ninguna ella, Millie, no he mencionado a nadie.

—Joseph, soy mujer y además muy perceptiva, por supuesto que la hay, me di cuenta como mirabas al vacío con lo que yo te estaba diciendo, como analizando situaciones y me da muchísimo gusto, mereces a alguien en tu vida, no sólo en tu cama, no sé porque te empeñaste en volverte así, eres mucho mejor que eso y mereces conocer y disfrutar del amor verdadero, sólo espero que ella te valore, te corresponda y te haga muy feliz.

—Gracias hermanita, pero de verdad te aseguro que no hay nadie.

—No te creo, pero está bien, si insistes, quizá no haya nadie aún, pero existe el anhelo de que la haya y ese es ya un gran paso para conseguirlo.

—Te adoro duendecillo.

—Y vo a ti —me abrazó fuertemente —en serio que me encantaría verte tan enamorado como yo lo estoy.

No pude responderle nada, francamente no sabía si estaba preparado, había cerrado mi corazón en una caja fuerte y arrojado la llave al océano, no sabía si existiría alguien tan valiente como para buscarla, rescatarla y liberar mi frío corazón.

Era sencillo conseguir a una chica, lo difícil era conservarla, alimentar la llama día con día para evitar que se extinga. Sonreí por mis pensamientos, ¿que sarta de cursilerías estaba pensando?, ¿desde cuándo el soltero más codiciado hacía ese tipo de analogías?, seguí sonriendo, ¿a quién rayos se le había ocurrido catalogarme de esa manera y ponerlo en el internet?, poco sabía de mi vida.

Millie y yo entramos a la casa, estuvimos compartiendo con los invitados y de nuevo sentía las miradas aniquiladoras de Cassie, antes me hubieran halagado, hoy me molestaban. La reunión siguió un par de horas más y después se fueron yendo los todos. Subí a mi habitación y le coloqué el seguro, esa niña no se daría por vencida tan fácil y yo no iba a permitir que quisiera perjudicarme ante mi familia.

A la mañana siguiente bajé a desayunar y me alegró ver únicamente a mi familia, ya que Millie y sus amigas habían decidido ir a un restaurante. Le di un beso en la cabeza a mi madre y después una palmada en el hombro a mi padre y a Jamie mientras que a Natasha le di un beso en la mejilla y me senté frente a mi madre.

El desayuno transcurrió de lo más tranquilo, les platiqué sobre Britanny, quien seguramente ahora ya estaba en su casa y mi madre me tomó de la mano, orgullosa de mi gesto. Natasha nos contó sobre la nueva campaña que estaba haciendo de un perfume y que a la semana siguiente estaría en un desfile de modas de Victoria Secret. Jamie le aseguró que estaría en primera fila cuidándola para evitar que alguien se quisiera propasar con ella. Su esposa se rió, lo abrazó y le dio un beso en los labios, seguían pareciendo recién casados y, por primera vez en mi vida, tuve envidia de mi hermano por su relación de pareja.

Llegué a Nueva Jersey a las seis de la tarde, saqué el celular de la mesa de noche y lo encendí, tenía varios mensajes de voz y escritos, ninguno de ella, pero como iba a buscarme si yo mismo le había dicho que estaría ocupado hasta el lunes y era domingo. Moví la cabeza y me metí a bañar.

El lunes tuve una junta muy temprano, estábamos viendo la posibilidad de extendernos al extranjero y ya se había adquirido un gran terreno en Londres para la construcción de un nuevo hotel, el primero que se construiría, así que nos turnaríamos para ir a supervisar como marchaban las cosas.

Por la tarde almorcé con Grace y le conté como había estado la fiesta, se lamentó no haber podido ir pero había sido el cumpleaños de su hermano y había viajado para celebrarlo con ella, así que se fueron a un bar en compañía de amigas y amigos de ella.

Estaba en mi oficina un tanto desesperado, eran como las seis la tarde y miraba el celular esperando que sonara en cualquier momento, esperaría hasta las 7:30 y si ella no me llamaba, yo lo haría, no podía esperar otro día para verla.

A la media hora sonó y era número restringido, dudé en contestar, pero finalmente lo hice, cuando me di cuenta que no era ella dije que esa noche no podía, sonó tres veces más y repetí el procedimiento, no me interesaba ver a otra chica que no fuera ella.

Poco después de las siete la llamada que había estado esperando, casi todo el día, llegó. Sin saber porque había guardado su número con el nombre de "ángel", simplemente había sido la primera palabra que se ocurrió. No duramos mucho hablando, quedamos de vernos a las ocho en el hotel, así que apagué la computadora y salí de la oficina. Bajé velozmente al estacionamiento y me sorprendió ver a James recargado en mi auto.

— ¿Qué quieres? —pregunté serio y molesto.

—Vengo a decirte que ya no tienes que preocuparte por Jason.

— ¿Tan rápido lograste meterlo a la cárcel? —pregunté quitándole la alarma al auto.

—No, está muerto.

¿Estás libre esta noche? Parte ll (Joseph Quinn y tú ) Where stories live. Discover now