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El sábado fui con Grace al cine y después a cenar, estando en el restaurante le llamó su nuevo compañero de trabajo para invitarla a una exposición al día siguiente, me daba gusto verla de nuevo entusiasmada con alguien y que hubiera olvidado tan rápido a Jason, me pregunté si era buena idea decirle que el tipo estaba muerto y decidí que era mejor que lo ignorara, no quería amargarle su día, sería muy impactante para ella y lo que menos quería era que sufriera de nuevo.

El domingo no hice prácticamente nada, sólo leer, escuchar música y ver la televisión, pasaron un anuncio de la línea de ropa de Millie y de inmediato vino ____ a mi mente, sí, otra vez el hechizo estaba haciendo efecto, así que me levanté, tomé las llaves del auto y me dirigí a su departamento, necesitaba verla aunque fuera a lo lejos, no me atrevía a llamarla, quizá se negaría y muy en mi contra, al menos conscientemente, eso me dolería.

Llegué y me estacioné otra vez en la acera de enfrente, no tenía idea si su departamento daba a la calle y sólo se veían un par con las luces encendidas, me quede ahí sentado decidiendo que hacer, no podía ir a buscarla, ¿qué le diría?, ¿qué me equivoqué de departamento y no me imaginé que ella viviera ahí?, ¿qué se descompuso mi coche y estaba buscando ayuda?, quizá eso funcionaría si viviera en la planta baja, pero no en el quinto piso.

Eran patéticas mis opciones y más aún mi actitud psicópata, obsesiva, compulsiva,
¿desde cuándo yo era así?

Fui sacado de mis cavilaciones cuando un auto se estacionó afuera de su edificio y de inmediato lo reconocí, claro, ¿qué otra cosa podría hacer ella en domingo que no fuera salir a pasear con su novio?
La vi bajar y mandarle un beso con la mano y después él arrancó, me esperé a que ella entrara al edificio, se veía tan hermosa con esos jeans y ese suéter que enmarcaba muy bien sus curvas. Moví la cabeza y me dirigí a mi departamento.

Los siguientes días transcurrieron con la rutina de siempre, incluido el ir a espiar a su edificio, estaba completamente convencido que esa mujer me había dado algo, no era posible que me estuviera comportando de manera tan irracional, ¿qué ganaba con verla escasos segundos?, ¿por qué, a pesar de estar tan cerca de ella, no me atrevía a acercarme?, ¿por qué temía a su rechazo? ____ parecía una especie de droga, la había probado, me había gustado y quería más, pero a la vez intentaba evitarla, unos días tenía la suficiente fuerza para no pensar en ella y otros sentía una necesidad impetuosa de estar a su lado, sí, ella parecía algún tipo de adicción que tratas de dejar y no puedes.

Ese viernes no pude más, estaba afuera de su edificio y, aprovechando que apenas me habían entregado el iPhone que utilizaría en la oficina, le marqué desde ese para que no supiera quien la estaba llamando.

Después de tres timbrazos escuché su hermosa voz: "hola, buenas noches", me quedé mudo como vil adolescente, sin poder hacer la estúpida pregunta de rigor, "hola, ¿hay alguien ahí?", preguntó un tanto desconcertada y al volver a escucharla, un suspiro me traicionó y colgué de inmediato el teléfono, entonces tuve la vaga esperanza de que supiera que era yo y me buscara. Casi veinte minutos después sonó mi celular y una sonrisa se plasmó en mi rostro al ver que se trataba de ella, sin planearlo resultó.

—Hola —respondí pareciendo casual.

—¿Estás libre esta noche? —preguntó casi en voz baja.

—¿Lo estás tú? —respondí sin pensar.

—¿Acaso es un reclamo?

—De ninguna manera, sabes que así no funciona —le mentí, conservando mi papel de desconocido.

—Entonces, ¿nos podemos ver? —me alegré al escuchar esa frase, ella estaba tan ansiosa como yo, pero guardé silencio unos instantes para que no lo notara.

¿Estás libre esta noche? Parte ll (Joseph Quinn y tú ) Where stories live. Discover now