16. Esto se acaba ahora

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Chūya permaneció un buen rato observando el techo de la enfermería, con las manos frotándose sobre su pecho y el colchón semi-rígido de la camilla presionando su espalda. El olor a farmaceúticos no le ayudaba a mantener la calma, incluso tenía algo de nauseas.

Nunca le gustaron los lugares en donde las pastillas y las jeringuillas eran las herramientas principales del trabajo, pero se supone que fue a ese lugar a descansar y se lo había prometido a Tachihara, así que quiso hacer un pequeño esfuerzo. Cerró los ojos y trató de destensar los músculos e ignorar el hecho de que estaba en su lugar menos favorito en la faz de la tierra.

Aunque apenas pasaron dos minutos hasta que la cortina fue retirada y la luz golpeó sobre sus párpados para hacerle apretar los ojos antes de abrirlos.

—Veo que no has podido dormir —dijo aquella mujer con amabilidad. La verdad no esperaba verla otra vez, no porque su compañía no fuera de su agrado, sino que aquello conllevaba a que se estaba haciendo uno de sus miles chequeos infructíferos.

Aún así, la sonrisa amena de la enfermera le transmitió algo de paz.

—No creo que alguien pueda dormir tranquilo en un lugar así —respondió.

—Créeme, los diez estudiantes que recibo al día no opinan lo mismo —dijo intentando bromear. Logró sacarle una minúscula sonrisa a Chūya—. Bueno, continuando con tu chequeo...

—La verdad no creo que vaya a decirme algo que no sepa.

—¿Quién sabe?, puede que te equivoques —dijo y Chūya alzó un ceja con genuina curiosidad—. Verás, Chūya-kun, incluso si la mayoría de personas que recibo a diario no ameritan de un trato más cuidadoso, me preocupo por cada uno de mis pacientes —explicó mientras se acomodaba los lentes—. He estado revisando un poco tu ficha y, si me lo permites, quisiera ahondar un poco más en tu situación... Siento que podría sacar algo nuevo de ahí.

Chūya no supo cómo negarse a ello, pues ella de verdad parecía querer poner de su parte pese a que él supiera que las posibilidades de encontrar novedades eran escasas. Los doctores que había visitado con anterioridad ya le dijeron todo lo que necesitaba escuchar y no creía que alguna nueva información le fuera de utilidad.

Aún así, asintió y le otorgó el permiso de proseguir. De todas formas, no es como si perdiera algo.

—Veamos... según lo que me comentas, tu cuerpo acaba de tener una reacción extraña cuando estabas al lado de tus amigos, ¿es correcto?

—Correcto —afirmó y se irguió hasta sentarse porque no le gustaba sentirse tan abajo mientras la mujer hablaba. Contrajo las piernas y apoyó los codos en sus rodillas—. Pero acabo de salir de mi celo, creo que eso es perfectamente normal. Habían muchas personas a mi alrededor, solo me mareé un poco.

—Podría serlo, sí —asintió—, pero de haber sido un caso común y corriente en el cual sufres por los últimos vestigios del ciclo de calor, tu cuerpo habría reaccionado al primer momento en que te viste expuesto a algún grupo más amplio de personas. Me dijiste que hoy fuiste en autobús y no tuviste mayores inconvenientes más que una leve sensibilidad que en ningún momento logró hacer que tu mente desconectara...

—Disculpe que la interrumpa, ¿pero cree que podría decirme cuál es el diagnóstico de todo esto? —pidió con una evidente impaciencia. Ella le sonrió comprensiva.

—A lo que quiero llegar es que no tuviste motivos durante todo el día para reaccionar como lo hiciste ahora —explicó. Chūya, a su pesar, comenzaba a entender—. Hubo algo, un pequeño factor que se sumó a la ecuación y te causó cierta inestabilidad, no solo mental, sino también física.

Negando Al Destino ||Soukoku/Shin Soukoku||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora