Madelaine Smith, una chica con una vida normal, una adolescente como cualquier otra. Vive en un pueblo pequeño de Indiana, Hawkins, con su abuela, un pueblo en el que supuestamente "no pasa nada".
Créditos: @laudiaries
La historia no es mía, solo ca...
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Corría por aquel lugar, tratando de encontrar la salida por la cual había llegado. Algo que me costaba, ya que constantemente miraba para atrás, por si aquella cosa seguía persiguiéndome. Efectivamente, iba detrás mio. Yo corría con todas mis fuerzas, mientras seguía gritando los nombres de Jonathan y Nancy, con la esperanza de que me escucharan.
No sabía hacia donde ir, el miedo me recorría todo el cuerpo y la fatiga ya empezaba a notarse. Me costaba respirar y las piernas me dolían, al igual que me temblaban.
— Jonathan, Nancy, ¿dónde están? — grité, de nuevo, esperando una respuesta y con la voz medio entrecortada — Estoy... ¡Estoy aquí! — exclamé y me frené, detrás de un árbol.
— Madelaine! — escuché la voz de Jonathan — Estamos acá! — gritó y yo suspiré, algo aliviada pero todavía asustada — Seguí nuestra voz — sugiró.
— Jonathan — volví a gritar.
Él y Nancy gritaban cosas, para que yo no perdiera su rastro, y yo corría hacía donde me parecía que venía el sonido de sus voces.
— Mierda — dije al toparme, casi de cara, a aquel monstruo — Chicos! — grité de nuevo mientras corría.
— Madelaine — escuché decir a Nancy.
Volví a frenarme detrás de un árbol. Estaba sudada, el corazón me iba a mil, me temblaba el pulso y las piernas no me iban a aguantar mucho mas. Respiraba muy rápido, debido a los nervios. Escuché a aquella cosa pasar por detrás mio, por el otro lado del árbol. Yo me quedé paralizada, sin saber muy bien que hacer.
— Madelaine, seguí mi voz — gritó Nancy y miré hacia mi derecha, que era de donde venía el grito. Sabía que la salida estaba ahí.
A mi izquierda se encontraba aquella cosa, buscándome. Escuchaba como Jonathan y Nancy me llamaban, desesperados, pero yo calculaba en mi mente cuando era el mejor momento para correr hacía el árbol, por el cual había aparecido en aquel lugar. Ningún momento parecía el oportuno.
Aun así, corrí como si me fuera la vida en ello, que realmente así era. Entré por aquel agujero y gateé hasta notar que llegaba al otro lado. Saqué mi mano, y noté como alguien la agarraba.
— Dios mio — exclamó Nancy y tiró de mí, cayendo las dos al suelo, ella me abrazó, ya que no podía dejar de llorar — Estás bien, estás bien — me susurraba, tratando de calmarme.
Segundos después, Nancy me ayudó a levantarme del suelo. Yo seguía con el pulso acelerado, con los nervios a flor de piel y encima mi cuerpo estaba lleno de aquella cosa viscosa. Temblaba todo mi cuerpo.
— Madre mia — me abrazó después Jonathan — Pensaba que te perdíamos — dijo, mientras me abrazaba y yo trataba de dejar de llorar y de tranquilizarme.
