Madelaine Smith, una chica con una vida normal, una adolescente como cualquier otra. Vive en un pueblo pequeño de Indiana, Hawkins, con su abuela, un pueblo en el que supuestamente "no pasa nada".
Créditos: @laudiaries
La historia no es mía, solo ca...
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Estaba en la cama de Billy, con él. Él estaba encima de mí, apoyado en mi estómago y haciendo pequeñas caricias en el con el dedo índice, por debajo de la camiseta que llevaba. Yo jugaba con su pelo, que estaba un poco revuelto, pero aun así se veía muy bien. Estábamos callados, disfrutando de la compañía del otro aquella mañana de junio de 1985.
— Billy — lo llamé y él contestó mirándome, apoyando su barbilla en mi estómago — En media hora tenés que irte a trabajar, ¿te acordás? — dije y él miró la hora, bufando.
— No quiero ir — se quejó y subió a mí, hasta llegar a la altura de mi rostro y proporcionar un beso en los labios — Los niños son demasiado pesados, y, ¿las madres? Eso sí que es horrible — dijo y reí.
— Ya, pero si te querés pagar la carrera para el año que viene tenés que ir — añadí, acariciándole la cara, él se apoyó en mi mano — Nos vamos a ver esta noche, ¿no decías que tenías una sorpresa o algo así de aniversario? —
— Sí, te quiero compensar por el mes pasado, que no hicimos nada — explicó y yo sonreí — ¿Te parece bien si te paso a buscar a las ocho, cuando termine de trabajar? — dijo, mientras empezaba a levantarse de la cama.
— Me parece perfecto — sonreí y me senté al borde de la cama, mientras él se ponía una camiseta — Menos mal que a mi abuela le caes bien, si no, imposible que me dejara salir con vos —
— Bueno, es que suelo tener buen efecto en la gente. Si no, preguntale a una tal... Madelaine Smith, ¿te suena? — añadió, agarrándome de la mano y acercándome a él.
— No... — fingí pensar y rodeé mis manos al rededor de su cuello, mientras él las ponía en mi cintura — ¿Es una nueva chica que va atrás tuyo? Porque de esas hay unas cuantas — dije, mirándolo con una pequeña sonrisa irónica.
— Bien, pero por suerte para esa tal Madelaine, yo solo tengo ojos para ella — sonrió y yo le devolví la sonrisa, para después darle un pequeño beso.
— Dale — agarré las cosas que tenía por la habitación de Billy — No quiero que te echen por mi culpa —
Salimos de la habitación y estaba Max, dándole brillo a su skate, como solía hacer. La saludé y ella me devolvió el saludo con una sonrisa. Aquel tiempo que llevaba saliendo con Billy, también me había servido para entablar una muy buena relación con Max y, además, ayudar a que los dos se llevaran mejor entre ellos.
— Mads, ¿ya te vas? — preguntó antes de que pudiéramos llegar a la puerta.
— Sí, cielo. Tengo que ir a ver a mi abuela, ya sabés que no está muy bien y tengo que ayudarla — expliqué y ella asintió — Pero cuando quieras me podés enseñar tus nuevos trucos con el skate —
