Parte 6 Cena y bosque

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Estoy preparando la mesa mientras Peeta va removiendo el contenido de la cazuela. No estoy muy segura de lo que ha cocinado hoy, pero la verdad es que no me preocupa en absoluto; sea lo que sea estará delicioso. Dandelion y Josh están jugando en el salón, están protagonizando una carrera de coches por encima de los muebles, pero cuando oyen el timbre dejan lo que están haciendo para ir corriendo a abrir la puerta.

- ¡Haymitch! –dice Dandelion con una gran sonrisa.

- ¡Lion! –Haymitch lleva una barba de varios días y sonríe mostrando unos dientes un poco amarillentos.

Su casa sigue siendo una pocilga y cuando está solo siempre va hecho unos zorros, pero después de insistirle hemos conseguido que siempre que venga a nuestra a casa vaya decente. Con Peeta y conmigo nunca tuvo esa deferencia, pero sí la tiene con los niños. La verdad es que se llevan de maravilla, Haymitch los ha querido desde el primer día y los niños han respondido con el mismo cariño. Le adoran, de hecho. Es una especie de tío con el que saben que siempre pueden contar.

Dandelion levanta el brazo y choca las manos con Haymitch. Hasta hacen como una pequeña coreografía a modo de saludo que tienen aprendida. El bueno de Haymitch, quién le ha visto y quién le ve... Cuando terminan ese saludo secreto Dandelion se pone a reír y Haymitch empieza a zarandearla, jugando con ella.

- Me encanta esta niña, enserio –me dice aun jugando con Dandelion–. Tiene un don con la gente y es extremadamente lista. Sigo sin creerme que haya salido de ti –y ahí está, sus típicos comentarios hirientes.

- Pues lo hizo, me acuerdo perfectamente.

- ¡Mitch! –dice Josh, que tiene una gran afición por acortar los nombres.

- ¡Joshie! –Haymitch coge a Josh en brazos y da una vuelta con él. Josh se ríe como un loco.

- Hueles muy raro Mitch –dice Josh, cosa que hace reír a Haymitch, porque es evidente que se refiere al olor a alcohol que hace.

Entonces Haymitch me mira y me señala a Josh.

- Este niño tiene un gran sentido del humor, no tiene nada que ver contigo tampoco. De nuevo, no me creo que haya salido de ti –deja a Josh al suelo y yo bufo como solía hacer Buttercup, nuestro gato.

Buttercup nos dejó hace unos años y me dolió más de lo que esperaba, porque de algún modo sentí como si perdiera el último vínculo que me quedaba con Prim. Está enterrado en nuestro jardín pero cuando llueva o hace frío, inconscientemente miro hacia afuera, como si tuviera que ir a buscar a ese gato zarapastroso para meterlo dentro de casa.

- No entiendo cómo les caes bien, eres insoportable –le digo a Haymitch, que se acerca a mí.

- Eso es mutuo, preciosa –pasa por mi lado yendo hacia la cocina para saludar a Peeta. Creo que me he librado de él hasta que oigo lo que le dice:– Tenemos que dar gracias al cielo de que hayan heredado lo bueno de ti –¡aún sigue con eso! Levanto las manos con indignación, santa paciencia.

Una vez estamos todos en la mesa el ambiente se anima muy rápidamente. Haymitch hace el tonto con la comida y Dandelion y Josh se ríen como locos. Todo fluye muy bien y yo me esfuerzo por intentar grabarme este recuerdo en la memoria junto con los otros. Hasta que de repente, Dandelion mira a Haymitch y le dice:

- ¿Tú sabías que mamá y papá fueron famosos? –escupo, literalmente, todo lo que me estaba bebiendo. Haymitch empezó a darse golpes en el pecho para hacerse bajar la comida; se había atragantado.

Los Everdeen-Mellark (Los Juegos del Hambre)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora