Parte 8 La charla parte 2

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- Buenos días y muchas gracias por habernos invitado hoy –empieza a hablar Peeta. Menos mal que él controla todo esto–. No esperábamos que hubiera tanta gente hoy aquí, así que estamos un poco sorprendidos, pero sobretodo agradecidos por esta acogida. Esperamos que entre todos hoy podamos hablar cómodamente, intercambiar ideas y aprender unos de otros –madre mía qué piquito de oro tiene, ¡si hasta parece que tengamos un plan! Ay, ¡cuánto le quiero!–. Muy bien, supongo que antes que nada nos gustaría saber cuánto sabéis de los Juegos del Hambre –me encanta, es que me encanta. Aquí hay adultos pero está claro que el centro de atención son los niños, por eso Peeta ha escogido este enfoque tan didáctico. Si estuviera yo sola esto estaría yendo muy diferente. Un niño de la tercera fila levanta la mano–. Adelante.

- Escogían a niños y se los llevaban para que se mataran entre ellos, solo podía quedar uno –intento calcular su edad pero da igual, porque sea quién sea que hable de muerte será menor de doce años y eso ya me parece un horror.

- Sí, exacto. Cada año se celebraba lo que se conocía como la Cosecha y de una urna sacaban el nombre de un niño y una niña de entre doce y dieciocho años. Los escogidos se les llamaban tributos y se los obligaba a luchar contra los tributos de los otros distritos.

- ¿No podías negarte? –pregunta una niña.

- Me temo que no –dice Peeta amablemente–. Daba igual quién fueras o lo muy asustado que estuvieras, si sacaban tu nombre tenías que ir –otra niña levanta la mano.

- ¿Qué se siente cuando te escogen? –anda que empiezan suave... ¿cómo se lo explicas a los niños?

- Oh, no se lo deseo a nadie –dice riendo–. Todo ocurre muy deprisa, apenas tienes tiempo de despedirte de tu familia y te vas sabiendo que no vas a volver. Aquí en el doce que te escogieran tributo se entendía como una sentencia de muerte. Llevábamos veinticuatro años sin un vencedor.

- Si ir significaba la muerte ¿por qué te presentaste voluntaria para ir? –me pregunta un niño robusto y con el pelo en punta.

- Porque quería salvar a su hermana bobo –le dice un niño sentado detrás de él.

- No, es una buena pregunta –salgo en su ayuda. Es normal que no todos conozcan la historia, por eso mismo estamos hablando de esto ahora–. En algunos distritos los niños se entrenaban para participar en los juegos porque lo consideraban un gran honor, por eso era común que hubiera muchos voluntarios. Pero como ha dicho Peeta aquí esto no pasaba, nadie quería ir para morir en televisión... yo me presenté voluntaria para salvar a mi hermana, Primrose Everdeen –se me hace raro decir su nombre delante de tanta gente pero intento seguir adelante–. Prim era una niña muy dulce e inteligente, pero era incapaz de hacer daño a nadie. A penas tenía doce años cuando salió su nombre, tenía la misma edad que algunos de vosotros –intento hacerles ver lo jóvenes que eran algunos tributos y lo cruel que fue–. Me presenté voluntaria para reemplazarla y salvarle la vida. Yo tenía dieciséis –se hace el silencio. Todo el mundo me mira.

- Fuiste muy valiente –me dice un niño de la primera fila.

- Gracias. La quería mucho y hubiera hecho cualquier cosa por ella.

- ¿Tú también te presentaste voluntario? –le preguntan a Peeta.

- Oh, no, yo no soy tan valiente como ella –dice para hacerme un cumplido pero le miro con reproche. Peeta es muy, pero que muy valiente. No sabrá cazarte una ardilla, pero se enfrontará a toda una audiencia y al mismísimo Capitolio si es preciso–. Mi nombre salió de la urna.

Los Everdeen-Mellark (Los Juegos del Hambre)Where stories live. Discover now