Capítulo 20

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Oh, ¿Finalmente estás empezando a prestarle atención? Yurisiel miró en dirección a Serbian con emoción, pero éste miraba fijamente a Lorraine con el ceño fruncido y expresión de sospecha.

"Así es". Respondió Lorraine con voz tranquila. Serbian entrecerró sus gélidos ojos azules y habló con severidad.

"No te atreverías a mentir en presencia de Su Majestad. Poder divino... No hay antecedentes de que alguien con poderes divinos haya aparecido en este continente en casi trescientos años".

"Lo que se me ha manifestado son claramente poderes divinos".

Lorraine respondió, con voz firme y resuelta. Las miradas de ambos se enfrentaron en el aire. Yurisiel observó su diálogo alternativamente con cierta inquietud. Fue muy bueno que el protagonista masculino y la protagonista femenina finalmente pudieran hablar por primera vez... Pero de algún modo, parecía que el ambiente no era tan bueno como debería haber sido su primer encuentro, por lo que Yurisiel se apresuró a hablar.

"Duque Rosenheim, no hay necesidad de hablar tan duramente, ¿verdad? Eso lo podremos comprobar ahora. Sacerdotisa Lorraine, ¿Serías tan amable de tratar la pierna de Lotte? Por favor, me aseguraré de darte suficientes agradecimientos".

El ceño de Serbian se frunció un poco más al escuchar las palabras de Yurisiel. Lorraine inclinó ligeramente la cabeza hacia Yurisiel sin mirar siquiera a Serbian.

"Gracias por tus amables palabras, pero no hay necesidad de agradecimientos. Es mi vocación cuidar de los necesitados".

A continuación, Lorraine se arrodilló cautelosamente frente a Lotte, con una rodilla en el suelo. Sonrió suavemente a la tímida niña, que se encogió ligeramente asustada, cerró los ojos, frunció los labios y comenzó a rezar, colocando las manos sobre las dos piernas de Lotte.

Yurisiel contemplaba la escena, sin poder respirar. Serbian, con expresión de sospecha, también se quedó mirando, con la boca abierta.

Pronto, una deslumbrante luz blanca empezó a brotar de las palmas de las manos de Lorraine. La luz se extendió como un cálido rayo de sol por la habitación, que aún estaba un poco oscura debido a la falta de ventanas. Yurisiel no podía ocultar su asombro al ver cómo las piernas de Lotte se curaban poco a poco bajo las manos de Lorraine.

Al cabo de unos instantes, la luz que goteaba de las palmas de las manos de Lorraine se desvaneció por fin. Yurisiel contempló fascinado las piernas rectas y sin marcas de Lotte, en las que era casi imposible encontrar algún rastro de lesión. Lotte miraba sus piernas fijamente con sus ojos azul cielo abiertos de par en par, como si viera algo desconocido. Las pequeñas manos de Lotte tocaron sus piernas como si las tantearan. Lorraine sonrió y habló.

"Ya está hecho".

Desde un lado, se podía oír murmurar a Serbian con su voz mezclada con quejidos.

"Santa..."

Al momento siguiente, Lotte abrazó fuertemente a Lorraine, sentada frente a él, con una brillante sonrisa en el rostro.

"¡Gracias, Sacerdotisa!"

La voz temblorosa de Lotte fluyó por sus labios. Lorraine sonrió ampliamente y acarició con suavidad la pequeña espalda de la niña. Yurisiel exhaló pesadamente, apretando su pecho ligeramente agitado.

Era realmente un milagro. Era una visión que inspiraba admiración. Por muchas veces que uno hubiera leído sobre ello en los libros, presenciar cómo se curaban ante sus propios ojos heridas que parecían imposibles de curar era algo totalmente distinto.

El tirano quiere vivirΌπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα