UNO

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JIMIN

—¿Hola? Tierra a Min. —Jin chasqueó sus dedos en mi cara, apagando mis pensamientos mientras lo enfocaba con un parpadeo. 

Sentándome, le aparté el brazo. 

—¿Qué?

—¿Planeas quedarte aquí o tal vez quisieras meter tu trasero en el avión? —Cuando inclinó la cabeza hacia la puerta abierta que daba al aeródromo, me di cuenta que era el único que seguía sentado en las sillas del salón privado. 

Con una maldición, me levanté y cogí mi bolso antes de seguir a Seokjin hasta donde esperaba el avión privado que habíamos fletado para nuestra gira internacional. No podía decir si me había dormido o si estaba completamente desorientado mientras esperábamos, pero de cualquier manera, no podía quitarme el sabor a cítricos que me quedó en la lengua del recuerdo de la boca de Jungkook en la mía. Dios, había sido jodidamente delicioso, pero fiel a su palabra, había vuelto a ser un señor profesional, sin mirar en mi dirección. 

Bueno, eso era una mentira. Había mirado, y mucho, pero si se había visto afectado de alguna manera por lo que había pasado entre nosotros después de nuestra primera noche en la gira de Corrupción, no lo demostró. 

Y eso simplemente me rompía las pelotas. 

—Oye. —Jin me agarró de la muñeca, obligándome a enfrentarme a él—. ¿Qué demonios se te ha metido en el culo últimamente, eh?

Puse los ojos en blanco y fui a dar la vuelta, pero su agarre se apretó. 

—O tal vez el problema es que no has metido a tu amigo en un agujero, ¿tengo razón? —Jin guiñó un ojo, y finalmente me liberé. 

—Jódete. 

—No lo necesito. Tengo a angel.

—Jesús. —Pasando mi mano por mi pelo, suspiré. 

—Ha habido un poco de tensión entre Jungkook y tú desde Atlanta. ¿Esa es la razón de estos estados de ánimo con los que nos has estado agraciando?

—No.

Jin entrecerró los ojos. 

—Mentira. Tienes que superarlo, hombre. Sigue adelante.

—Ya lo superé.

—¿En serio?

—¿Qué carajo te importa?

—Tú me importas —dijo, señalándome—. Normalmente no eres un bastardo tan malhumorado, pero estás chasqueando a todo el mundo, especialmente a Jungkook.

—¿Y qué?

—Él te rechazó. Eso pasa. Bueno, no a mí, pero...

Cruzando los brazos sobre el pecho, miré al avión que estaba esperando. 

—¿Terminaste?

—Hmm, déjame ver... —Se rió—. Sabes, tal vez debería ir a darle las gracias por bajar tu ego un poco...

Envolví mi brazo alrededor del cuello de Jin con una llave de cabeza y nos acompañé hasta las escaleras. 

—Ya es suficiente de ti. Mantén la cremallera cerrada.

Riendo, Seokjin se encogió de hombros fuera de mi alcance. 

—Si no le interesa, no tienes que ser célibe...

—Oh, está interesado —dije—. Sólo se está haciendo el difícil.

Mientras Seokjin resoplaba, el hombre en cuestión sacó la cabeza del avión y nos miró fijamente. 

—¿Planean unirse a nosotros o tengo que cancelar la gira australiana?

Maldición. Incluso lanzando dagas hacia nosotros, Jeon Jungkook era un hijo de puta muy guapo. Su fuerte mandíbula estaba perfectamente arreglada, y aunque su pelo era oscuro, tenía la parte delantera de color rubio blanquecino que arreglaba artísticamente de manera que mostraba lo impresionante que era. Siempre arreglado, siempre llevando algo atrevido que nadie más podría lograr, hoy era una camisa de botones lavanda con pantalones de terciopelo púrpura oscuro. 

—Sí, parece que está interesado, sin duda —susurró Jin antes de darme un codazo en las costillas y subir las escaleras. 

Mientras lo observaba, mis ojos se dirigieron hacia Jungkook, y su atención se centró únicamente en mí, y cuando se dio cuenta que estaba parado en el mismo lugar en el que estaba hace un segundo, levantó su ceja izquierda como diciendo: Sube aquí, ahora. 

Me dirigí hacia las escaleras, tomándome mi tiempo, sin dejar que Jungkook pensara que tenía algo que decir sobre mi comportamiento. Pero cuando llegué a la cima, me detuve, lo miré a los ojos y me di cuenta que era una maldita mentira.

¿A quién estoy tratando de engañar? Todos mis estados de ánimo últimamente, que en realidad sólo habían sido un coñazo, habían sido a causa de este tipo, y todo porque me había rechazado. No sólo me rechazó, sino que me rechazó después de uno de los besos más espectaculares de mi vida.

—Por favor, tómate tu tiempo, Jimin. —Jungkook miró el reloj girando su muñeca y luego volvió a mí—. No es que tengamos una agenda muy apretada ni nada de eso.

—Es un maldito vuelo de catorce horas. Discúlpame si no tenía prisa por abrocharme el cinturón y despegar.

Jungkook ladeó la cabeza y bajó los ojos sobre mí, y aunque normalmente habría hinchado el pecho he intentado con todas mis fuerzas parecer sexy bajo semejante revisión, algo en su mirada me dijo que no era esa clase de revisión.

—Debe ser tan difícil ser tú, lo sé. —Jungkook asintió y frunció los labios—. Abrocharte el cinturón con un bar completo, televisores de pantalla grande, comidas dignas de restaurantes de cinco estrellas, y una cama de verdad si la quieres ahí atrás. Puedo entender tu comportamiento poco entusiasta en lo que se refiere al embarque.

Vale, bueno, cuando lo decía así, yo...

—¿Jimin?

—¿Eh? ¿Sí?

—Súbete al avión antes que te jale por el pelo. —La chispa en los ojos oscuros de Jungkook casi me hizo querer bajar mi bolso por las escaleras sólo para ver explotar al petardo delante de mí. Pero entonces recordé una historia sobre un niño que se aferró a uno de esos malditos cohetes y se quemó de verdad, y decidí subirme al maldito avión.

Eso no significaba que fuera a dejar que él tuviera la última palabra. Si tenía que sentarme en este avión durante catorce horas mirando a Seokjin y a ángel con sus caras besuconas y sus ojos de luna, al menos quería saber que Jungkook pensaba en mí tanto como yo iba a pensar en él.

Cuando lo pase rozando, inhalé profundamente y mi polla se estremeció ante el embriagador aroma que siempre le acompañaba allá donde iba. No tenía ni idea de lo que era. El nombre, la marca... ¿A quién diablos le importaba? Todo lo que sabía era que en Jungkook olía decadente y caro, como sábanas de seda y sexo, y quería revolcarme con él desnudo hasta que nuestros cuerpos olieran exactamente igual.

Incapaz de ayudarme a mí mismo, bajé mi cabeza una fracción hasta que mi boca estaba al lado de su oreja y dije: 

—Así que eres un tirador de pelo, ¿eh? —La cabeza de Jungkook se movió en mi dirección, y cuando sus ojos volaron hacia mi pelo, me reí—. Es bueno saberlo. Me aseguraré de dejarte siempre unos centímetros.

•••

Nota: algunas veces aparecerá el nombre ángel porque así llaman a Namjoon

Lujuria, Odio, Amor → JiKookOnde histórias criam vida. Descubra agora