SEIS

461 53 0
                                    

JUNGKOOK

Más tarde esa noche, me paré en la suite de lujo del hotel y miré por la pared de ventanas que daba al hermoso río Yarra. Las luces del casino, los restaurantes y las tiendas parpadeaban en el agua y daban una vista impresionante mientras revisaba mi teléfono para saber la hora de Nueva York. 

Era temprano en la mañana, pero no demasiado temprano para despertar a mi hermano si llamaba ahora. No es que pensara que a Jeongguk le importaría la interrupción, considerando las noticias que iba a dar.

Mientras tocaba su número y esperaba que se conectara, me pasé una mano por el pelo y pensé en la reacción loca de la multitud de hoy. Había sido una idea muy inteligente por parte de Jimin, por mucho que odiara admitirlo. No sólo para los fans, sino también para la prensa. Hizo que los chicos de Ángel Caído parecieran accesibles, relacionables.

Estaba luchando ahora mismo cuando se trataba de mantener mi distancia del bajista de Ángel Caído. Ya era bastante difícil resistirse a Jimin cuando estaba siendo una mierda temperamental, pero cuando centraba toda su atención en mí, era un milagro que no lo agarrara y terminara lo que parecía empeñado en empezar cada vez que me miraba estos días. Y por Dios que yo quería terminarlo. 

No había tenido una cita, un beso o una relación de ningún tipo desde que tomé este trabajo. Cada minuto de mi día, desde el momento en que dije que sí a dirigir la banda, se había consumido en asegurarme que los chicos de Ángel Caído se mantuvieran alejados de los problemas pero en el centro de atención. No es una hazaña fácil cuando tienes a alguien como Seokjin a quien vigilar. Pero eso me dejaba poco tiempo para mí, poco tiempo para ir a buscar un poco de alivio a la frustración de lo que quería pero no podía tener.

Así que en vez de eso, trabajaba hasta que literalmente me caía en la cama, y de esa manera, me mantenía ocupado. De esa manera, no me quedaba sentada pensando en el hecho que la habitación de Park Jimin estaba dos puertas más abajo y él sería más que bienvenido si cediera a la lujuria que parecía no poder sacudir.

—Hola. 

Me sorprendió la voz de Jeongguk, tan atrapado en imaginar lo que Jimin llevaría puesto si llamaba a su puerta, que olvidé por completo que había hecho una llamada.

—¿Hola? —dijo Jeongguk de nuevo, y yo aclaré mi garganta y respondí.

—Buen día, amigo. ¿Cómo diablos estás? —Me estremeció mi terrible imitación de un acento australiano, pero cuando mi hermano soltó una risa estruendosa, pensé que valía la pena.

—Oh, Dios mío. Eso fue horrible. —Cuando finalmente consiguió que su risa se redujera a una simple risa, añadió—: ¿Puedes hacerlo de nuevo para que pueda grabarlo?

Una sonrisa cruzó mis labios. 

—Qué tal si no, y mejor que empieces a ser amable conmigo. Te llamo con una sorpresa...

—Es mejor que lo hagas, es temprano aquí, y yo... 

—¿Temprano? Son casi las siete, así que deja de quejarte. —Me apoyé en el marco de la ventana y sonreí—. Siempre podría llamar a alguien más agradecido y darle esta entrada VIP para el concierto de Ángel Caído en Sydney que se agotó. Sin mencionar el boleto de avión en primera clase que estará esperando en LaGuardia Internacional para llevarle a Melbourne, donde tomará un jet privado con Ángel Caído...

—¿Estás bromeando?

—Oh, ¿hola? ¿Estás despierto de repente, hermano?

Hubo una pausa por un segundo, probablemente Jeongguk tratando de levantar su mandíbula del suelo. 

—¿Realmente acabas de decir lo que creo que dijiste?

—No sé, ¿qué crees que dije?

—Que me voy a la maldita Australia a ver a Ángel Caído. No juegues conmigo, Koo. Sabes que eso es lo que dijiste, carajo.

Empecé a reírme. 

—Quiero decir, todo depende de si puedes o no hacer que el viejo te dé el tiempo libre.

—Umm, me debe, así que estoy bien allí. ¿Finalmente vas a presentarme a tus nuevos jefes?

Jeongguk me había estado molestando durante meses para conocer a los chicos, y aunque sabía que no les importaría si lo traía para una presentación, no quería que pareciera que me estaba aprovechando. Intentaba causar una buena impresión. Esto, sin embargo, era un poco diferente.

Gguk era de la familia, y me habían dado el boleto para usarlo, así que... pensé que estaría bien si organizaba un pequeño encuentro para el tipo. Él era, después de todo, un gran fan.

—Sí, sí. Podrás conocerlos. Siempre y cuando prometas no avergonzarme. 

—¿Cuándo te he avergonzado?

—Ha habido demasiadas veces para contarlas. Pero creo que encajarás bien. Por lo menos no tendré que preocuparme que te les insinúes.

Jeongguk se rió. 

—Mhmm. En realidad no son mi tipo. Pero no creas que no voy a valorar a ese tipo Jimin...

—¿Jimin? ¿Por qué serías...?

—Oh, vamos, Koo. ¿Crees que no me he dado cuenta de lo mucho que hablas de él?

Me empujé del marco de la ventana, mi columna vertebral se puso rígida. 

—Eso es porque resulta ser un dolor en el culo.

—Uh, demasiada información, hermano.

—¿Qué? No, no quise decir literalmente. Jesús. Y en esa nota, mierdecilla desagradecida, voy a colgar.

—Estás colgando porque tengo razón...

Terminé la llamada. Le enviaría a Jeongguk los detalles por correo electrónico más tarde. 

Lo último en lo que necesitaba pensar mientras me metía en la cama esta noche era en Jimin, y el hecho que incluso Jeongguk se dio cuenta que el sexy rockero había conseguido meterse bajo mi piel.

Lujuria, Odio, Amor → JiKookDove le storie prendono vita. Scoprilo ora