ONCE

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Azoté mi cabeza a un lado para inmovilizar a Seokjin con mi mejor mirada de muerte. 

—¿Cuándo vas a superar el hecho que haya dicho que no? Supéralo de una puta vez y ve a intentarlo de nuevo. No es que te rindas tan fácilmente.

—Seokjin —gruñí. Jesús, tenía una maldita gran boca.

—Espera... —dijo Yoongi—. ¿Jungkook y tú?

—No —dije entre dientes, porque honestamente, el hecho que la respuesta fuera un no se estaba volviendo más y más frustrante con cada maldita palabra que estos idiotas estaban pronunciando.

—Hizo un movimiento y Jungkook lo rechazó —dijo Namjoon, y no me sorprendió en absoluto que supiera los detalles, considerando que Seokjin no podía mantener la boca cerrada para salvarse a sí mismo.

—Oh, caramba, hermano. —Yoongi asintió y miró hacia la pista de baile—. Pero es tu cumpleaños...

—Sí —añadió Seokjin, y me empujó en el hombro, impulsándome hacia el terreno—. Así que deja de estar parado aquí como un marica y ve a buscar lo que quieres, carajo.

Miré atrás donde las parejas de todas las clases estaban ocupadas enrollándose con una canción muy sucia, y pensé: A la mierda. Jin tenía razón. Era mi maldito cumpleaños, y si quería bailar con Jungkook, entonces iba a ir allí y bailar con él.

Mientras me movía entre los cuerpos calientes y sudorosos al ritmo de la música, miraba a mi objetivo y le veía agarrar el culo del montañés un poco más fuerte. 

Así que Jungkook quiere machacar a alguien esta noche, ¿no? Podría trabajar con eso. Decidí que un ataque sorpresa sería mi mejor opción y me abrí camino entre los dos, sin poder apartar los ojos.

Los rodeé como un tiburón haría a su presa, y cuando me acerqué por detrás de Jungkook, apreté los puños a mis lados. El árbol tenía sus grandes garras por todo el apretado y flexible cuerpo de Jungkook, y yo estaba acabado.

—¿Perdón? —Toqué el hombro de Jungkook para dar más énfasis en caso que quisiera fingir que no me escuchaba. Pero cuando miró por encima del hombro y me vio ahí de pie, me alegré al notar que esos ojos normalmente irritados estaban muy abiertos por el shock. 

—¿Jimin?

—Sí, hola —dije, y luego miré al que aún guardaba mi regalo de cumpleaños, bueno, el que estaba a punto de darme a mí mismo—. ¿Te importa si interrumpo?

La boca de Jungkook se abrió, pero antes que pudiera decir algo, la montaña fue tan tonta como para decir: 

—En realidad...

—Bien —dije, y agarré el brazo de Jungkook—. No pensé que lo harías. —Y antes que ninguno de los dos pudiera protestar o darse cuenta de lo que hacía, cogí a Jungkook en mis brazos. No era como si la montaña me desafiara, tenía seguridad aquí, después de todo, y era mi cumpleaños.

Jungkook se tropezó en mis brazos y levantó las manos para estabilizarse. Presionó sus palmas contra mi pecho, y mientras el calor de ellas penetraba en mi camiseta, yo tarareé en la parte de atrás de mi garganta.

—Eso fue grosero —dijo Jungkook, pero cuando le enrollé un brazo alrededor de su cintura y lo llevé a ras de mi cuerpo, pareció perder sus palabras.

—Pregúntame si me importa. —Jungkook tragó, y cuando fue a apartar sus manos, bajé mi boca a su oreja y le dije—: No me apartes. No esta noche. —Entonces levanté la cabeza y sonreí—. Es mi cumpleaños. 

Los labios de Jungkook se movieron. 

—Te crees muy encantador, ¿verdad?

Deslicé mi mano hasta su culo, y cuando aspiró un aliento, dije: 

—Soy encantador. Si no, me habrías dicho que me fuera al infierno y habrías vuelto con el Sr. Músculo.

Jungkook arqueó una ceja, y mientras su cuerpo se golpeaba contra mi muslo, sentí su erección rozando la mía.

—¿Eso es para mí o para él? —dije antes de poder detenerme, y mientras Jungkook abría la boca para responder, sacudí la cabeza—. No. No quiero saberlo. ¿Pero Jungkook?

Se lamió sus labios rosáceos y llenos. 

—¿Sí?

—Para cuando termine contigo aquí esta noche, todo será para mí.

Llevé mi otra mano a su apretado trasero, y cuando lo empujé para que su dura polla se apoyara completamente en la mía, me balanceé hacia adelante y le hice saber el efecto que tenía en mí.

—¿Sientes eso? —dije en un susurro bajo sólo para él.

Los ojos de Jungkook usualmente agudos y claros se enfocaron en mi cara. Estaban oscuros, dilatados y ligeramente vidriosos mientras sus dedos se enroscaban en mi camiseta.

—Para que no haya ningún equívoco —empujé mis caderas hacia adelante, apretando mi polla rígida contra la suya— esto es todo para ti.

—Jimin... —dijo Jungkook, su voz un suspiro de aliento que se extendió por mis labios, y si no hubiera cientos de personas con teléfonos móviles esperando la próxima sesión de fotos, habría dicho al diablo y besado esa boca hinchada y astuta. Pero un baile en un club lleno de gente era una cosa, un beso, especialmente del tipo que quería darle, era otra cosa, una cosa de portada de una revista de chismes, y no le haría eso a Jungkook.

—Hmm —dije mientras él me pasaba las manos por el torso—. No creo que mi nombre haya sonado tan jodidamente bien en toda mi vida.

Puse mis labios en su sien y dije—: Dilo otra vez.

—Joder.

Me reí entre dientes. 

—Bueno, eso no es lo que pedí, pero...

Jungkook sacudió su cabeza y luego la bajó, y sabes, encajó perfectamente bajo mi barbilla. 

—Jimin, no podemos hacer esto. Tú...

Giré mis caderas hacia adelante, y un suave gemido dejó a Jungkook. 

—¿Yo…?

De pronto eslizó sus cálidos dedos bajo el dobladillo de mi camiseta, y un gruñido salió de mi garganta.

—Cristo, Jungkook.

Cuando levantó sus ojos para ver los míos, la lujuria cruda que me devolvía la mirada hizo que me doliera la polla. Toqué con mis dedos su mandíbula, y mientras los arrastraba hasta su barbilla y la agarraba, tuve la sensación que si le besaba, Jungkook no protestaría mucho, si es que lo hacía.

Pero la canción estaba llegando a su fin, y también mi paciencia. Había conseguido lo que quería para mi cumpleaños, mis manos sobre él y las suyas sobre mí, y por esta noche, eso tendría que bastar.

Con sus caderas moviéndose contra las mías a un ritmo palpitante, bajé mi mano hasta su corbata, la enrollé alrededor de mi mano, y lo tiré hacia adelante hasta que mis labios se elevaron un centímetro por encima de los suyos. 

—Ahora sé que eso es todo para mí.

Jungkook parpadeó, esos preciosos ojos recorriendo toda mi cara. 

—Siempre es para ti. Siempre...

Mierda. ¿Acaba de...?

—¡Tragos para el cumpleañero! —Cuando el grito penetró en mi mente lujuriosa, los ojos de Jungkook salieron disparados sobre mi hombro, y respiró profundamente antes de salir lentamente de mis brazos. 

Lo dejé ir a regañadientes, y mientras estábamos rodeados de amigos y del resto de mis compañeros de banda, que nos estaban dando uno o dos chupitos a cada uno, miré a Jungkook y me pregunté cuánto de esto recordaría al día siguiente.

Lujuria, Odio, Amor → JiKookWhere stories live. Discover now