Capítulo 11

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Ezra


Encontrar el regalo perfecto para una mujer en ocasiones suele ser misión imposible, refiriéndome a que nosotros los hombres debemos conseguirlo. Siendo honesto desde hace días había pensado en este obsequito, y conozco casi a la perfección Hilary que sé que le va a encantar.

—¿Dónde es el lugar donde vas a comprarle el regalo a Hilary? —inquiere Chuck mientras Dimitri conduce.

Hay algo de tráfico a esta hora del día, hace unos minutos salí de mis cursos de tatuaje con el amigo de Aslan. La verdad me emociona saber que voy a retomar lo que tanto me gusta, y sé que quiero trabajar en eso en cuanto llegue a Londres.

—Es sobre la calle cincuenta y siete. Estamos cerca.

Llegamos a un enorme edificio, tiene una fachada de ladrillo y una llamativa ventana arqueada que llega hasta el quinto piso. Dimitri se estaciona cerca de la entrada y bajamos para ingresar al lugar.

—¿Qué lugar es este? —pregunta Chuck mientras mira todo al rededor.

—Una joyería —respondo en cuanto nos acercamos a la puerta giratoria y accedemos, un hombre de los que trabajan en el lugar nos da la bienvenida—. Bueno, aquí venden de todo, desde accesorios hasta cubiertos de plata y porcelana, pero hoy hemos venido a comprar algo más discreto.

—Todo es color turquesa —menciona Dimitri—. Pero se ve bonito. Y, ¿qué se supone que vas a comprar?

—Ya lo verán.

No hablo más y solo les pido que me sigan. Subimos por las escaleras eléctricas hacia el tercer piso, allí voy a encontrar lo que tanto busco.

Por lo que veo mis acompañantes están perdidos, y no me refiero a que se hayan apartado de mí y no los vea por ningún lado, sino que no comprenden por qué me decidí por este lugar.

—Oye, creo que un enorme ramo de rosas rojas estaba mejor —sugiere Dimitri cuando nos encontramos viendo algunas joyas en las vitrinas.

—No sigas.

—Es solo una buena opción —insiste—. Además, creo que a la mayoría de las chicas les gustan las rosas.

—A Rebecca le gustan los tulipanes —añade Chuck—. Y las peonias.

No estoy prestando atención a lo que charlan porque estoy concentrado viendo los pendientes de broche. Hay tantas opciones que no sé cuál escoger, hasta que veo unos que me parecen perfectos.

—¿Ya te decidiste por unos? —inquiere Dimitri.

—Sí, serán esos. —Señalo unos y la señorita que está atendiendo los saca de la vitrina para mostrarlos.

Inolvidable desastre [En proceso]Место, где живут истории. Откройте их для себя