Capítulo 13

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Hilary 


Hace tiempo juré no volver a beber por la fuerte resaca que pasé, el dolor duró todo el fin de semana, bien, anoche rompí esa promesa. Y siento cómo mi cabeza quiere explotar. Admito que en esta ocasión me excedí más de la cuenta que la última vez.

Me remuevo de un lado a otro, abro los ojos con lentitud ya que me molesta la luz del día, aunque no entra un solo rayo de sol. Me descubro por completo ya que estaba cobijada por un cubrecama color negro. De acuerdo, no estoy en mi casa, no sé en dónde estoy.

Mi vista se aclara y ahora puedo ver un poco mejor, veo todo alrededor y me encuentro en una habitación de lo que parece ser de un chico, las paredes son de un color gris claro. Hay un enorme televisor empotrado en la pared frente a la cama, giro mi cabeza al lado derecho y una persiana cubre el ventanal.

Veo todo lo básico en una habitación: un amplio armario a la izquierda, buros a los costados de la cama con sus respectivas lámparas. Esta habitación es enorme. Cierro los ojos ya que me ha dado un dolor intenso de cabeza, como una punzada, estoy dispuesta a ponerme de pie y me percato de que hay alguien durmiendo en el piso porque lo he pisado por accidente.

—¡Ouch! —Se queja la persona y levanto mi pie.

—Oh, lo siento.

No es necesario preguntar quién es porque es obvio que se trata de Ezra. Ha dormido en el suelo sobre la alfombra, solo con una almohada y cubierto con una frazada. Ahora que lo veo, está en posición de ovillo, cubierto de pies a cabeza, solo con el cabello asomándose, se descubre y me ve con el ceño fruncido.

—Buenos días, caprichosa. —Me saluda, no digo nada, veo que toma su teléfono para ver la hora—. Mejor dicho, bonita tarde.

—¿Q-Qué hora es? —pregunto un poco preocupada.

—Las dos de la tarde.

—¿Es en serio? —inquiero sorprendida. Busco mi teléfono, pero no lo encuentro por ningún lado—. Ay, no.

—¿Buscas esto? —me pregunta Ezra cuando se pone de pie y toma un teléfono del buro.

—Sí, mi teléfono. —Lo tomo y hago como si lo abrazara—. Gracias, creí que lo había perdido.

—De hecho lo tiraste saliendo del bar, Rebecca fue quien lo recogió —asegura—. Ni siquiera yo me di cuenta.

—Creo que me embriagué más de la cuenta porque no recuerdo mucho de lo sucedido de anoche. Además este dolor no me deja.

—¿De verdad no recuerdas nada? —cuestiona.

Niego mientras lo veo a la cara, no dice nada y lo veo que se dirige hacia la ventana, abre las persianas y ahora entra la luz natural del día. Cielo santo, ahora me duele más la cabeza. Bajo la mirada hacia mi ropa y veo una horrible mancha en mis jeans.

Inolvidable desastre [En proceso]Where stories live. Discover now