2

7.5K 857 493
                                    


El pequeño Bobby estaba exhausto y llamó a su padre. Estaba seguro que lo había visto caminar hacia su patio trasero, pero estando tan lejos no supo distinguir. Volteó hacia Lía, tomándola de la mano.

—Ayúdame a buscar a mi papá

—¿Por qué?

—Para decirle que te deje quedarte a dormir

—Oh, pero como dice mi pai: "solo quiero que seamos amigos".

A Lía no pareció sorprenderle aquel deseo de su nuevo amigo, ambos hacían buena mancuerna como compañeros de juego. Y no, no estaba enamorada, ewk. Era todavía una niña pequeña, además su preocupación a esa edad era tener su caja de crayones intacta junto con la última edición de las muñecas Barbie. Por supuesto que era absurdo tener novio.

—¿Eso qué significa? —preguntó Bobby, alzando los hombros.

—No sé —respondió ladeando el labio. —pero mi padre siempre lo dice a todas las señoras que quieren quedarse a cenar en casa

Bobby no le tomó importancia, no era un fanático de temas de adultos todavía. En lugar de eso, caminó con Lía hasta el patio trasero. No estaba preparado para lo que vio.



....



—¡PAI! —gritó Lía, sorprendida, abriendo la boca y arqueando sus cejas.

Ambos niños estaban pasmados por ver a los hombres dándose un beso, que gracias al creador todavía era "suitable for children", o sea, no subido de tono; quizá habrían gritado más intenso. Antes de que Cellbit y Roier se separaran con suma vergüenza en sus rostros, hubo un espacio de tiempo donde Bobby y Lía se miraron mutuamente, tratando de hablarse sin palabras, en un juego de gesticulaciones infantiles que pudieran traducirse como:

"¿Estás viendo lo que estoy viendo?"

"Lo sé... No me gustan los besos de los adultos, son asquerosos"

Pero no pudieron concluir ese diálogo imaginario, ya que Cellbit se levantó de la fuente inmediatamente, caminando hacia su hija, aún estaba sonrojado (a pesar de su bronceado ridículamente parejo). Tomó en sus brazos a la niña y sin mediar mucha algarabía ni cortesía ejemplar, sólo alcanzó a decir:

—Gracias por todo, Roier. Perdona mi indiscreción, no volverá a pasar

Como si fuera un convicto escapando de la policía, Cellbit apresuró el paso con Lía, cargándola encima de su hombro cual costal de papas. La niña no le gustó ser cargada, quería regresar con Bobby porque le había prometido que le regalaría goma de mascar tutifruti si se quedaba a dormir. Agh, ¿por qué su papá era tan impaciente?

Roier se había puesto de pie, mirando cómo se alejaban. Diablos, ¿Cómo pudo ser tan imprudente? ¡Y en la fiesta de su hijo! ¿Qué hubiera pasado si alguien de su familia hubiera visto aquel gesto tan indecoroso? Y lo que más miedo le daba ahora: nada le impedía a Bobby ir a comentarlo con sus tías y abuelos. Dios, qué embarazosa situación. En eso, sintió que el pequeño entrelazaba su mano a la suya, a lo que bajó su mirada. No sabía describir la expresión de Bobby: no parecía enojado, quizá solo confundido.

—Quería que Lía se quedara a dormir —dijo finalmente el pequeño cumpleañero, torciendo su labio y entrando a la casa.



....



Niños, mejores consejeros |GuapoDuo|Where stories live. Discover now